El común denominador de las reacciones acerca de la nueva Fórmula Uno es que los motores se escuchan espantósamente feo, y conste, esta opinión va desde los súper expertos, incluidos la escuderías, hasta los indiferentes y aficionados de ocasión.
Feos pero eficientes
Regresar a la era turbo significa una vez más para la Máxima Categoría volver a sus bases como el gran laboratorio de la industria automotriz cuya tendencia es eficiencia, ahorro de combustible, uso de energías alternas o combinadas, orientación ecológica, más eficiencia en detrimento incluso de espectáculo, lo cual es una ironía.
La Fórmula Uno vive de la espectacularidad, fuerza, velocidad, elegancia, equilibrio en rectas y curvas, aceleración de vértigo, retando al espectador en vivo pero principalmente a l audiencia promedio de la televisión a quedarse admirando los autos.
El reto es que nadie puede superar a un F1, los autos son pero, más importante, deben parecer que son.
La disminución del ruido, consecuencia natural del cambio de motores normalmente aspirados a los turbos con silenciador obligado por el funcionamiento mismo de los motores turbocargados que dan un uso extra a los gases del escape de los motores salida natural es un paso atrás…
Contra el espectáculo
Uno de los grandes atractivos es el ruido que se asocia al vértigo. Motocicletas, autos de carrera y hasta las bicicletas con las que de niños jugábamos a ser corredores de autos, a las que les poníamos globos cerca de los rayos de las ruedas, así al pedalear surgía un ruido delicioso.
La F1 tiene o tuvo por muchos años desde el fin de la primera era turbo que por casi una década dominó la escena hasta que fueron prohibidos por la FIA para la temporada 1989.
Desde entonces hasta la temporada pasada buscaron incrementar el poder por otros medios que al espectador le tenían casi sin cuidado.
Parte importante del espectáculo ha estado siempre asociado al ruido que en los F1 como una…
Sinfonía casi perfecta…
Que de pronto parece taladrar los oídos, pero al final de cada carrera queda esa sensación de seguirlo escuchando como en un eco prolongado. Una sinfonía deliciosa que quizá ni siquiera la tele acaba de proyectar con toda su fidelidad a las pantallas pero que sin embargo atrapa al telespectador.
Hoy los F1 han cambiado por fuera y por dentro. Otra vez las carrocerías raras con ese escalón al frente y esas dos tomas, que se asemejan a una nariz de caballo o hasta de hipopótamo, sustituyen a las estéticas figuras de las últimas dos temporadas después de aquella carrocería con escalón que había sido desechada hace unas cuantas temporadas.
Habrá que irnos acostumbrarnos a esta nueva realidad pero aquella sinfonía quedará siempre en muchos de nosotros como ese eco del autódromo después de cada carrera.
Gran Premio atípico
No podemos medir ni mucho menos proyectar la temporada 2014 por la carrera inaugural en la que se vieron afectados por diversas circunstancias mecánicas, eléctricas y electrónicas.
Desde el tetra campeón Sebastian Vettel, que nunca pudo sentirse bien con su Red Bull Reanaul, siendo superado por su compañero Daniel Ricciardo, que hacía se debut en la escuadra después de un paso exitoso en la “segunda división” con Toro Rosso.
Luego el jovencito danés Kevin Magnussen, el protegido de Ron Dennis, mandamás de Mc Laren, haciendo no extrañar ni tantito a nuestro “Checo” Pérez bajado a Force India Mercedes después de su mediocre temporada.
El joven Magnussen supera todo el fin de semana a Jenson Button y se mete después al pódium en su debut.
Nadie a esa edad (19 años) lo había logrado, y que tal los Williams Mercedes hoy decorados con las franjas de Martini Rosso estilo setentero.
El finlandés Valtteri Bottas se mete a los bofetones allá entre los punteros hasta que una maniobra equivocada lo saca de la pelea.
La pelea entre los Ferrari’s de Fernando Alonso y Kimi Raikonnen apenas comienza con una actuación discreta de ambos campeones del mundo mientras que en la escudería Mercedes, Nico Rosberg se come en la salida a su compañero Lewis Hamilton que luego sale por la puerta de atrás con problemas mecánicos.
Los nuestros quedan a deber
Un hondo y largo suspiro debe haber salido del pecho de “Checo” Pérez al observar el carrerón del joven danés Magnussen, han de haber pasado como película rápida sus errores y actitudes, esas que provocaron su salida precipitada de Mc Laren.
Hoy eso debe quedar atrás y agarrarse así con las garras de su última oportunidad en el modesto Force India.
Mientras, para el regiomontano Esteban Gutierrez la tolerancia del aprendizaje ha terminado. O da resultados o lo borran, así es el mundo de la máxima categoría.
Así las cosas pues, nostalgia por la sinfonía de los motores V8, acostumbrarnos al ruido sordo de los nuevos turbos, a las carrocerías feas, a la muchísima y complicada telemetría aunque, bien visto la Fórmula Uno es y será siempre ¡la categoría reina!… Así de fácil.