El sistema penitenciario en México registra dos de las condicionantes de la Nación: teatralidad y simulación. El episodio del “chapotúnel” llevó a una categoría mayúscula esta doble caracterización. La forma es fondo y lo prioritario es el montaje para construir y manipular una percepción. El montaje de un Presidente que sale al exterior para decirle al mundo que en México priva el orden y lo que acontece en el País es ordinario. El montaje de un capo que hace del escapismo una pedagogía para un nuevo civismo: evadir a la autoridad al grado del ridículo.
Por las cárceles del País pasan los síntomas de México. Sobrepoblación, carencias estructurales y déficit de autoridad son algunos de los rasgos de la República, y sus penales son uno de los foros que en mayor medida proyectan este conjunto de padecimientos.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos ha reconocido que en los penales impera la ingobernabilidad y las condiciones de hacinamientos.
Hace unas semanas, conocí el Centro de Rehabilitación Social de Cadereyta, Nuevo León. Es un penal con capacidad para más de mil 800 presos. Y es la cárcel de mayor orden y cuidado –pero sin quedar exenta de los padecimientos señalados– de los tres penales que existen en Nuevo León: Topo Chico, con más de 3 mil 300 reos; y Apodaca, con más de mil 500 reclusos. En Cadereyta inauguramos dos salas de lectura y conocí los dormitorios y los talleres de trabajo; conversé con reos con deseos de aprender técnicas de escritura para darle forma a la memoria y la experiencia.
Advertí que, en efecto, hay que invertirle a los penales, invertir ahí con más y mejores custodios, condiciones adecuadas y programas integrales para superar la simulación de la autoridad y la teatralidad de “chapotúneles”. Asistí invitado por la organización Promoción de Paz, dirigida por Consuelo Bañuelos, mujer extraordinaria con más de veinte años de una labor altruista a favor del desarrollo y los derechos humanos; recientemente constituyó la organización para formalizar sus gestiones.
Particularmente su desempeño por la rehabilitación y la reintegración a la sociedad de personas que están privadas de su libertad es sumamente notable. Consuelo forma parte del equipo de transición del gobernador electo por Nuevo León, Jaime Rodríguez; está llamada a ocupar un lugar en el gabinete de “El Bronco” y con eso –dada su genuina honorabilidad y su probada experiencia– otorgar certeza y alta expectativa a la primera administración a cargo de un candidato independiente; otorgar seriedad y rectitud y esquivar la teatralidad de la simulación.*