Nadie toca el claxón. Está prohibido el uso del celular en el metro. Nadie grita. No hay grafiti ni basura en las calles. Todo funciona como reloj.
Ahora entiendo por que de aquí salieron las metodologías empresariales de ‘just in time’. O los dichos de precisión japonesa. Todo es milimétricamente puntual. Todos hacen su trabajo a la perfección, lo cual es valorado como gran cualidad.
Nos cuenta nuestra guía que, aunque se ven centros budistas o hinduistas, o una mezcla curiosa de un poco de varias cosas, estas fueron importadas de otros lugares. Solo el Shinto tiene su origen en Japón, y más que una religión es una filosofía que los japoneses aplican todos los días de su vida: el respeto a la naturaleza y la admiración a lo pequeño.
Y sí, esto puede ser la razón por la que esta cultura ha logrado salir de los peores momentos históricos de la humanidad como cuando dos bombas atómicas fueron lanzadas en Hiroshima y Nagasaki, el 6 y 9 de agosto de 1945.
Vueltos a una cultura de paz, con gran humildad, la perfección japonesa logra verse en cada milímetro, en cada calle, en cada tienda.
Pude constatar que un melón se llega a vender en mil 800 pesos, no es un problema de escasez como alguna vez pensé. El japonés paga por la perfección. ¿Cómo fue cultivado y cuidado ese melón, con que agua se regó, que nutrientes tiene ese suelo?
Porque lo más importante es el sabor de un solo bocado, y se pagará lo que sea por esa experiencia.
El precio, no es problema. Su cultura de post guerra les dejó una costumbre: aprovechar todo (hasta las semillas) y comer poco –lo que les permite estar delgados y sanos- por eso en su dieta a veces comerán menos de 100 grs. de carne -que por supuesto es la mejor del mundo- un par de piezas de sushi, con el pez recién sacado del agua. Y si de comer melón se trata, entonces solo un pedazo de una rebanada, cuando mucho. Todo esto sumado a un gran poder económico.
Japón ha cambiado y Tokio más. Algunos dicen que hace algunos años no había letreros en alfabeto y muy pocos hablaban alguna segunda lengua. Ahora es fácil moverse en Japón. La mayoría te endiente, por lo menos en inglés.
Japón se abre al mundo. Así quedó claro cuando peleó por ser sede de las olimpiadas de verano del 2020 y ganó. Para entonces no dudo que esté listo para maravillar al mundo con su cultura, su sencillez, su natural hospitalidad y amabilidad. Eso sí, hay que ahorrar, porque barato, no es.