Pensemos por un instante en la primavera árabe. Las causas de la movilización social en aquellos países fueron complejas y variadas y sin embargo, un común denominador unió las demandas: el descontento con el régimen. Acabar con éste no soluciona los problemas intrínsecos de las naciones árabes pero permite abrir la posibilidad de la reestructuración. Dentro de las muchas demandas de los manifestantes solo la desaparición del régimen pareció crear consenso.
Si se tira el régimen hay posibilidades de cambio, aunque ciertamente también después del primer triunfo suele venir la decepción, sin embargo la otra alternativa es peor: perderse en las diferencias del movimiento en búsqueda de un cambio más profundo, desaprovechando el momentum y olvidándose que bajo el régimen actual ningún cambio es posible.
Las movilizaciones sociales suelen surgir casi espontáneamente. Cuando se crean consensos en torno a ciertos símbolos crecen de manera rápida, en sentido contrario, si las demandas aumentan y se vuelven más complejas, la movilización se debilita. Esto no significa que las movilizaciones y posteriormente los movimientos sociales deben banalizarse en torno a un solo eje, pero las batallas deben pelearse una a la vez. Los jóvenes en México tienen mucho de que estar inconformes; el sistema educativo está en condiciones lamentables, no hay oportunidades de trabajo y hay también poca apertura informativa. Sin embargo, a pesar de la indiscutible complejidad en los problemas que aquejan a la juventud, el miércoles pasado miles de ellos salieron a las calles del DF yalgunas ciudades del interior del país, y su reclamo tuvo como común denominador el rechazo al regreso del PRI a la presidencia. Los movimientosbuscan símbolos, puntos de encuentro y Peña Nieto le permite al movimiento juvenil en México encontrarlo; bastó darse una vuelta por la marcha del pasado miércoles para entenderlo así.
Por su parte, un grupo de jóvenes ha declarado no estar de acuerdo con que el movimiento se vuelva exclusivamente Anti-Peña. En cierta medida tienen razón, si se hiciera un análisis profundo se encontraría que lo que nos disgusta de Peña Nieto tiene su origen en problemas que van mucho más allá de una simple candidatura, pero la realidad no permite tantos lujos. Si el movimiento ha de tener repercusiones debe encontrar una causa en común y no perderse en discusiones internas que lo debiliten, la gran fuerza del movimiento en este momento es su capacidad demovilización; en esta etapa, su fuerza está en las calles. En una segunda etapa seguramente su fuerza se trasladará a su capacidad de organización interna y de consolidación en el México post-electoral, al menos eso es lo deseable. Pero por lo pronto buscar esa complejidad es perder tiempo valioso y negarle al movimiento un primer triunfo que, aunque superficial, le permitiría plantearse nuevos objetivos. La batalla electoral del primero de Julio tendría que ser el primer paso del movimiento, tendría que allí fijarse el primer objetivo y a partir de ese, buscar en un segundo momento complejizar sus demandas. No hay que soslayar la importancia de las elecciones, mucho está en juego este primero de Julio e ignorarlo sería un error.
Los estudiantes que no quieren que Peña sea el eje de la movilización, proponen algo legítimo eincluso deseable pero por el momento poco pragmático. Habremos muchos de acuerdo en que la apertura de los medios es esencial, pero resulta una demanda que parece vaga para el imaginario colectivo, no es esa la bandera por la cual los estudiantes se van a unir de aquí al primero de Julio. Por ello un eje único plausible debe establecerse con cara a las elecciones, la mayoría de los estudiantes lo tienen claro, habrá que cerrar filas en torno a ellos.