Una ciudad bien hecha
Ese es el título del Congreso Regional de Urbanismo que realiza este viernes la Sociedad de Urbanismo AC de la localidad.
Me ha llamado la atención que en la mesa de debate en la que participo la denominaron “Urbanismo Ciudadano o de Guerrilla”.
Es curioso, porque nunca me he sentido como una guerrillera urbanista o ciudadana urbanista, o lo que se le parezca. La técnica o el arte de hacer la ciudad, lejos de estar separado de la agenda ciudadana, debería estar en sí misma relacionada con la ciudadanía o los usuarios de la ciudad.
Indira KempisEse es el título del Congreso Regional de Urbanismo que realiza este viernes la Sociedad de Urbanismo AC de la localidad.
Me ha llamado la atención que en la mesa de debate en la que participo la denominaron “Urbanismo Ciudadano o de Guerrilla”.
Es curioso, porque nunca me he sentido como una guerrillera urbanista o ciudadana urbanista, o lo que se le parezca. La técnica o el arte de hacer la ciudad, lejos de estar separado de la agenda ciudadana, debería estar en sí misma relacionada con la ciudadanía o los usuarios de la ciudad.
No obstante, lo que sí me causa alegría, es que el tema por el que por muchos años urbanistas reconocidos a nivel internacional como Gabriel Todd, Rubén Pesci o Enrique Peñalosa, se vuelvan un foco relevante en la agenda pública para crear entornos urbanos de escala humana y sustentables, pero sobre todo para ver al urbanismo como una herramienta interdisciplinaria en la que se pueden resolver problemas de las sociedades.
Esto no es fácil ni sencillo porque realmente requiere de conocimientos técnicos específicos.
En la última clase ante los alumnos de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Autónoma de Nuevo León, Gabriel Todd –quien también dirige el Instituto Municipal de Planeación Urbana y Convivencia de Monterrey- reconoce abiertamente que más tarde que temprano, llegó el debate de la ciudad a nuestras mesas, pero que es testigo de ver consumado mucho del trabajo que se ha hecho para demostrar que es posible, al menos, alcanzar una visión humana de Monterrey.
Esto, con otro tipo de conocimientos técnicos y una apertura a la planeación participativa, la inclusión de innovación social, las nuevas tecnologías de comunicación, como la incursión de una planeación basada en prototipos.
Se lee sencillo, pero como dirían en mi rancho “no son enchiladas”.
No es fortuito tampoco. Una de las aproximaciones al futuro que más preocupan y ocupan a los tomadores de decisiones públicas de las ciudades en el mundo es la cantidad de habitantes que estaremos concentrados en ellas.
Los expertos insinúan una población de casi el 80 por cierto que vivirán en las zonas urbanas.
El escenario se vuelve más crítico cuando algunas de éstas no cuentan con la infraestructura necesaria o las voluntades políticas acertadas para buscar alternativas que además de permitir la sustentabilidad ambiental, también permitan la gubernamental, la social o de la economía del lugar.
Ahí caben otros tópicos tan trascendentales como la transparencia y la rendición de cuentas, por ejemplo.
La crisis urbana es en sí misma un replanteamiento, a la vez, del “modelo” de sociedades que somos para entender, quizá por primera ocasión, que el tema de la ciudad es un conjunto de factores que integralmente sumados, o restados, impactarán en nuestra calidad de vida y, por tanto, en nuestra dignidad.
Si pensábamos que esto es asunto exclusivo del gobierno, las condiciones actuales nos demuestran que si ahora es así, no será por mucho tiempo.
Pero por eso mismo habrá que privilegiar el conocimiento técnico o la ciencia del urbanismo sobre la politiquería que es, precisamente, lo que han utilizado tanto expertos como políticos o funcionarios para diseñar, planear o construir la ciudad.
Un espacio como Monterrey, siendo una de las ciudades con mayor nivel educativo en el país y que aporta tanto al Producto Interno Bruto, con uno de los diseños de ciudad más inhumanos como propensos a la violencia y la delincuencia, tiene una oportunidad histórica, que como bien dice el maestro Todd: “la generación de nuevos usuarios como técnicos de la ciudad tienen que valorar para hacer mínimo el ejercicio de autoeducarnos para aprender juntos la ardua tarea de crear una ciudad humana”.
A lo que agrego, una ciudad en donde esas polis sean algo más que “una ciudad bien hecha”, sino la expresión de nuestra civilización y en esa civilización estamos todos.