Una épica de vida
Por donde quiera que se le vea, la vida de don Roberto González Barrera es una épica de las que ya no se dan en México.
Venir de la cultura del esfuerzo, desde el modesto poblado nuevoleonés de Cerralvo, para heredar ese emporio internacional del maíz llamado Gruma y el único banco en manos de mexicanos, Banorte, es una historia difícil de replicar.
Quienes lo conocieron siempre destacaron su espíritu de estratega, la lealtad a sus amigos, su silenciosa filantropía no sólo en las causas educativas y sociales sino también políticas.
Redes de PoderPor donde quiera que se le vea, la vida de don Roberto González Barrera es una épica de las que ya no se dan en México.
Venir de la cultura del esfuerzo, desde el modesto poblado nuevoleonés de Cerralvo, para heredar ese emporio internacional del maíz llamado Gruma y el único banco en manos de mexicanos, Banorte, es una historia difícil de replicar.
Quienes lo conocieron siempre destacaron su espíritu de estratega, la lealtad a sus amigos, su silenciosa filantropía no sólo en las causas educativas y sociales sino también políticas.
Sobrarán los que le quieran recordar sus relaciones con los priistas Raúl Salinas Lozano, Carlos Hank González o Manlio Fabio Beltrones; pero habría que recordar que la misma cercanía manifestaba con panistas como Vicente y Marta Fox o con Felipe Calderón. Era un priista nacionalista e institucional.
Ahora habrá que ver en dónde para el legado del legendario “Maseco”. Porque ni Gruma ni Banorte deben ser consideradas dos empresas mexicanas más.
La primera es el epicentro de la alimentación nacional que garantiza la sobrevivencia de la tortilla.
Y el banco es una institución altamente apreciada por ser el único sobreviviente mexicano de entre los grandes grupos financieros que terminaron en manos extranjeras.
Nada despreciable para un mexicano que apenas terminó el tercer año de primaria y que todavía semanas antes de su muerte decidía sobre fusiones y adquisiciones dentro de sus corporaciones.
Dos papas calientes
El presidente Felipe Calderón arranca la semana con dos expedientes calientes. El de las revelaciones de MVS y la banda de 2.5 Ghz y el de la emboscada de los Federales a los marinos y diplomáticos norteamericanos.
En el caso de la confrontación con Joaquín Vargas se verá si Alejandra Sota puede sobrevivir como la directora de Comunicación Social de la Presidencia. El precio es alto a la luz de las revelaciones que exhibieron la intimidación que hasta ahora oficialmente solo es imputable a ella. Pero que si se sostiene se ratificará que la orden venía con la firma de Los Pinos.
Y en la emboscada de Morelos, la desaparición de la escena de Genaro García Luna vuelve a poner los reflectores de todas las dudas sobre el llamado consentido de Los Pinos. Una más en el largo expediente de un secretario de Seguridad que en otros sexenios hacía años ya lo habrían “renunciado”.
Coordinadora presidencial
Y ya que andamos en Los Pinos, el presidente Felipe Calderón está operando la posibilidad de que se quede en familia la designación de quien será la primera presidencia del nuevo Senado.
Con eso de que Manlio Fabio Beltrones será el presidente en la Cámara de Diputados, para la de senadores va un panista.
Y será Ernesto Cordero el próximo presidente de la Mesa Directiva del Senado.
Se dice que en las cúpulas panistas hubo resistencias, pero no pierden el sueño porque saben que una es la historia que se contará el primero de septiembre y otra muy distinta la que se escribirá a partir del primero de diciembre, cuando Calderón ya no despache como presidente.
Cuestión de recordar que al cierre de su sexenio Vicente Fox logró colar a Santiago Creel como su puntero en el Senado, para luego desconocerlo como líder una vez que Felipe Calderón se hizo cargo de Los Pinos.