Vela, Ochoa y la cultura del merito
Es verdad que al ser un deporte de conjunto el futbol no se hace con la suma de las partes y el éxito no se garantiza con la aglomeración de individualidades. De ahí que uno pueda entender que ciertos jugadores sean escogidos en base al funcionamiento colectivo y no en base al rendimiento individual. Lo inaceptable es la convocatoria de jugadores cuya presencia es injustificable en alguno de estos dos sentidos y, por el otro lado, el maltrato y menosprecio hacia los jugadores importantes que hacen diferencia.
Emilio LezamaEs verdad que al ser un deporte de conjunto el futbol no se hace con la suma de las partes y el éxito no se garantiza con la aglomeración de individualidades. De ahí que uno pueda entender que ciertos jugadores sean escogidos en base al funcionamiento colectivo y no en base al rendimiento individual. Lo inaceptable es la convocatoria de jugadores cuya presencia es injustificable en alguno de estos dos sentidos y, por el otro lado, el maltrato y menosprecio hacia los jugadores importantes que hacen diferencia.
Ejemplos del primer caso hay muchos. El “Chiquis” García con La Volpe, el “Conejo” Pérez y el “Bofo” Bautista con Aguirre, Talavera con José Manuel de la Torre. Todos ellos llegaron a la selección gracias a un sistema laxo y falto de ética profesional. Si un entrenador no puede justificar la convocatoria de un jugador futbolísticamente entonces destruye el principio mismo de una selección. En la política, el compadrazgo y el tráfico de influencia debilitan a nuestras instituciones y a nuestra democracia, en la Selección destruyen el ambiente meritocrático que es la base de un equipo nacional.
En sentido opuesto están los casos de Carlos Vela, Memo Ochoa Y Rafa Márquez. Vela es el mejor jugador mexicano de los últimos años y aunque es verdad que su actitud no ha sido ejemplar, es también cierto que su situación no es tan maniquea como la prensa la pinta. A Vela se le dio un trato injusto durante mucho tiempo. Se le exhibió y castigó cuando a sus compañeros se les protegió. Después, se le dejó de convocar por falta de actividad en su club. Era entendible que Vela no estuviera en la Selección si no estaba jugando en su equipo, pero ¿por qué a otros jugadores que tampoco estaban jugando si se les llamó?
Guillermo Ochoa lo tenía todo en México. Desde muy joven Televisa lo convirtió en una figura mediática. Aún así, fue relegado a la banca en el mundial del 2010 porque le faltaba madurez. Su frustración fue bien canalizada, entendió que tenía que alejarse de la zona de confort y crecer como futbolista y se fue a un equipo chico de una liga más competitiva. Recientemente, Memo tomó la decisión inapropiada al declinar a su convocatoria, pero es entendible su inconformidad ante una cultura futbolística que no reconoce los esfuerzos.
El último caso es menos obvio pero igual de importante. Desde hace meses la selección busca a un líder. Después del desastre neoyorkino Rafa Márquez ha retomado su mejor forma desde su salida del Barcelona. Hoy lidera la mejor defensa del torneo. Si lo que se busca es un líder, allí está el mexicano más exitoso en la historia de nuestro futbol.
México ha sido un desastre en el último año. Pero el problema de México no es solamente un entrenador, es un sistema que no fomenta el desarrollo sino la corrupción en todos sus instancias. A nivel selecciones, directivos y fuerzas básicas el sistema de futbol en México no está hecho para los mejores sino para los corruptos. Hasta que eso no se cambie será difícil pensar en grandes cosas. Si la Selección no se vuelve una institución regida por la cultura de la meritocracia, entonces estaremos condenados a la mediocridad.