El que está acumulando millas aéreas es el exalcalde de Santa Catarina, el panista Víctor Pérez, a quien se le ha visto muy seguido en la Ciudad de México.
Pérez está operando algunos temas de comunicación para el dirigente nacional del PAN, Ricardo Anaya.
No hay que olvidar que Pérez es integrante del CEN albiazul y desde ahí está afianzando su proyecto político.
El exedil panista tiene dos cargos en la mira: el primero es buscar la candidatura del PAN a la Alcaldía de Monterrey en el 2018.
El otro es la senaduría que dejará vacante Raúl Gracia en dos años.
Son varios panistas entre diputados federales y locales que buscan convencer a Pérez para que intente recuperar para el PAN la capital de Nuevo León.
Pero el panista está indeciso entre Monterrey y la senaduría, donde en caso que opte por esta última seguramente se topará con algunos panistas como Felipe Cantú, excandidato a la gubernatura del PAN, y el diputado federal Baltazar Martínez.
Salinas sigue ardido con Marco
Donde no se ve que haya pronta reconciliación es entre los coordinadores del PAN y PRI en el Congreso, Arturo Salinas y Marco González, respectivamente.
Salinas no olvida la exhibida que le dieron la semana pasada en la sesión extraordinaria los diputados tricolores encabezados por González.
El PRI, con las alianzas que tiene en el Congreso, le aprobó la Ley de Transparencia pese a la negativa albiazul. Los hizo ver tan mal que hasta la tribuna tomaron.
Tan ardido sigue Salinas que ayer se lanzó a Santiago a encabezar una brigada social precisamente en el distrito electoral que le corresponde al coordinador tricolor.
Hasta el territorio de Marco se llevó Salinas a algunos diputados panistas para volantear con la excusa de presentar un supuesto informe legislativo.
Por cierto, entre los diputados panistas que acompañaron a Salinas se encontraba el legislador Hernán Salinas.
¿Habrá tenido tiempo el legislador de pasar a ver el hospital de trauma que estuvo detenido porque su padre vendió un terreno sin servicios al Estado?
De Roel a Torres
La creación de una super dependencia que concentre las adquisiciones y compras de todo el Gobierno del Estado no es nada nuevo.
Durante el gobierno de Sócrates Rizzo se creó la Coordinación de Administración, que estuvo a cargo de Santiago Roel, y que era la única dependencia que en el papel contaba con facultades para realizar compras para el Estado.
Según Roel, con esta dependencia se terminaría con todo el desorden que existía en el área de adquisiciones.
La idea resultó ser todo un fracaso porque Roel nunca fue capaz de conseguir que todas las dependencias como organismos y fideicomisos se alinearan y cooperaran.
Enrique Torres, el nuevo secretario de Administración del Estado, enfrenta los mismos riesgos que hace 25 años con un gabinete fragmentado como el de Jaime Rodríguez.
¿Será que el Procurador del Estado, Roberto Flores, se disciplinará y acatará las decisiones de Torres?
