Violencia electoral
Hasta que no estás en los zapatos del otro entiendes lo que realmente sucede. Antes de meterme a la política se me hacía sencillo, fácil y justificable que la gente, puesto que estamos muy enojados con los que sucede mal gracias a los políticos del país, que se dieran agresiones durante las campañas electorales. Sin […]
Indira KempisHasta que no estás en los zapatos del otro entiendes lo que realmente sucede. Antes de meterme a la política se me hacía sencillo, fácil y justificable que la gente, puesto que estamos muy enojados con los que sucede mal gracias a los políticos del país, que se dieran agresiones durante las campañas electorales. Sin embargo, una vez estando del otro lado, entiendes la vital importancia de mantener el respeto como premisa máxima. Lo entiendes a partir de recibir ese enojo con motivos que siendo la primera vez en la política percibes no sólo eso sino emociones tan difíciles de comprender como el odio, él resentimiento o los comportamientos violentos.
¿Violencia? Sí. Lamentablemente, esto se presta a situaciones altamente incómodas o hasta riesgosas entre las personas, sea por pensar diferente, por querer obstaculizar o “ganar a la fuerza”, o simplemente, porque hay personas a sueldo con este juego interminable de agresiones que parece que entre más avanza la jornada electoral más hace que los ánimos se “calienten” y “exacerben”.
Como constructora de paz y años trabajando en el tema de seguridad y urbanismo, uno de mis campos de estudio riguroso es el comportamiento humano. Me hago valer de conocimientos como la psicología, antropología, sociología, etnografía, semiótica y otros derivados. Del ejercicio profesional y la observación, considero que como sociedad en democracia (lo que significa pluralidad y diversidad) todavía nos falta mucho por aprender y madurar.
La prueba más contundente es que más de cien candidatos y candidatas a puestos de elección popular han sido asesinados durante esta contienda electoral. Es terrible ver en esta cifra, la más alta de los últimos años en el país, las condiciones en las se ejerce la práctica de la política.
Pero no todo está ahí, también hay otra alarmante, la cantidad de periodistas asesinados durante esta época también preocupa. Ambas incrementan y a diario descubrimos casos de violencia que tienen que ver con limitar derechos básicos relacionados con la libertad de expresión y de ser votado.
Dos de los derechos fundamentales no sólo para hacer la democracia, sino para convivir sanamente en sociedad. Sin embargo, tal parece que esto se complica cuando hay circunstancias de tanta violencia.
Es importante que no dejemos pasar por alta la indignación que debería causarnos ante la jornada que nos espera el 1o de julio cuando decidamos por quién votar. Que en la democracia el voto debe ser libre y no ejercido por coerción, es decir, nadie debe obligarnos por amenazas o conductas violentas a participar o votar por quienes no queremos.
Por otra parte, se debe garantizar el trabajo de los profesionales del periodismo que están cubriendo estas elecciones y que para esa fecha vendrán más de otras partes del mundo.
No tenemos que echar en sacos rotos la oportunidad de seguir defendiendo la vida que es sagrada, los derechos que son básicos para la armonía social y el respeto a quienes piensan y opinan diferente sin que esto represente un riesgo para todos los mexicanos.
Frenar la violencia electoral y colaborar para que tengamos un proceso que culmine es paz es corresponsabilidad y obligación moral de todos para no exponernos y, sobre todo, para hacer en las que siguen jornadas electorales más vigiladas en donde fomentemos el compromiso cívico de hacerlo en paz. Necesitamos tomar alta conciencia de lo que implica llevar una contienda en donde si pensamos diferente o si el adversario va ganando, se puede jugar limpio.
Podemos