Vivir en el centro
La invitación de la semana la hizo el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, quien simbólicamente no sólo dio por “clausurada” la actual Casa de Gobierno, sino ha reiterado su intención de comprar un departamento en el centro de la ciudad para poder trasladarse con facilidad a las oficinas que se encuentran en el Palacio de Gobierno.
Las críticas han girado en torno si esto es una estrategia de marketing para promover los desarrollos que no han logrado despegar en el mercado inmobiliario.
Indira KempisLa invitación de la semana la hizo el gobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez, quien simbólicamente no sólo dio por “clausurada” la actual Casa de Gobierno, sino ha reiterado su intención de comprar un departamento en el centro de la ciudad para poder trasladarse con facilidad a las oficinas que se encuentran en el Palacio de Gobierno.
Las críticas han girado en torno si esto es una estrategia de marketing para promover los desarrollos que no han logrado despegar en el mercado inmobiliario.
Que no logran auge como el que tienen otras áreas en la Zona Metropolitana de Monterrey, como es el caso del caos polémico que se está generando en Valle Oriente, dentro de San Pedro Garza García, simulando un Santa Fe de la Ciudad de México.
No hay duda de que todavía resulta impensable habitar el centro –cualquier centro de cualquier ciudad-, sobre todo, después de la crisis de inseguridad que convirtió a este territorio en una pequeña, pero gran “Afganistán” de conflictos añejos y nuevos no resueltos.
De hecho, sigue siendo un territorio de nadie y de todos cuando nos conviene.
Por tanto, la administración de Adrián de la Garza y la de Jaime Rodríguez tendrán la corresponsabilidad de comenzar a resolver esto para poder dar paso a lo que hoy representan los centros en la agenda urbana: pieza muestra de lo que se puede hacer en el resto de los territorios.
Más allá de la crítica, porque por supuesto que no es lo mismo vivir en un departamento nuevo que en un edificio, está claro que se deben mantener los incentivos que ya se comenzaron a gestar para que habitar el centro realmente sea posible.
Las problemáticas públicas a las que nos enfrentamos como vecinos del centro –y aquí hago una pausa para definir que vecino no sólo es el que duerme sino el que hace su vida en un territorio- son muy graves.
Desde propiedades sin regulación legal, terrenos baldíos, delincuencia, servicios públicos deficientes, déficit en espacios públicos, comercios ilícitos, estacionamientos a la medida de las mafias que controlan la calle, entre otros.
Si realmente se quiere que la gente vea como opción regresar al centro se tienen que lograr las condiciones para que sea atractivo con la diversidad de servicios que puede ofrecer, tanto para quienes lo habitan como para quienes lo visitan.
De otra forma es altamente imposible que así suceda, y la infraestructura, aunque es importante, no resuelve tales problemas públicos.
Un buen camino se ha comenzado desde diferentes iniciativas para revitalizar de forma equilibrada su uso desde la sociedad civil como desde los gobiernos.
Pero requiere de continuidad para que esto no se quede en esfuerzos que reciben premios, como es el caso de la calle Morelos en el Barrio Antiguo, pero que necesitan ser “abrazados” por una comunidad dispuesta a la transformación, como de políticos que estén convencidos de la visión de ciudad compacta que requerimos ante nuestro propio rezago urbano.
Debemos buscar la continuidad del Plan para el centro que se ha generado desde el Instituto Municipal de Planeación Urbana y Convivencia de Monterrey.
Implementar las políticas públicas necesarias. Concretar proyectos, buscar la inversión que necesitan no sólo las propiedades sino las calles, y gestar una nueva forma de relación con sus comunidades de residentes como de visitantes, o incluso, su periferia.
No tenemos que inventar el “hilo negro”, sólo darle continuidad a la visión de ciudad compacta y humana.
Y, sí, habitar en el centro. Si el Gobernador está dispuesto, entonces que se traduzca algo personal en un impacto mayor, en una resolución de los problemas públicos de la agenda urbana regiomontana.