El grupo de la División del Norte está cocinando en Monterrey una alianza con una corriente que representa al panismo tradicional.
Sí, así es, por increíble que parezca.
En las últimas semanas a los operadores de este grupo rebelde se les ha visto en pláticas con el exregidor de Monterrey Armando Amaral.
Este panista siempre ha sido identificado como gente de confianza del exgobernador albiazul Fernando Elizondo, uno de los líderes de la llamada vieja cúpula.
Esta alianza entre la División del Norte y el grupo de Amaral, en caso de que se concrete, seguramente les moverá la ecuación a los líderes de la neocúpula panista, durante la Asamblea Estatal del 5 de mayo.
En el 2011, Amaral disputó la dirigencia municipal del PAN a Enrique Pérez Villa, incondicional del senador Raúl Gracia, quien se impuso apenas por 200 votos en la contienda interna.
Esto, pese a tener la nómina municipal de Monterrey operando a su favor.
Hoy las cosas no pintan muy bien para la neocúpula por una cuestión de aritmética, porque ahora hay que sumar en Monterrey los votos de Amaral y los mil que presume tener la División del Norte en el padrón.
La posible alianza entre la División del Norte y Amaral también exhibe el pragmatismo que hoy mueve al panismo tradicional, principalmente el que representa los intereses del grupo del exgobernador Fernando Elizondo.
Si en algo sobresalieron los impulsores de la División del Norte fue en sus habilidades para inflar el padrón panista, algo que tanto criticó y denunció el mismo Amaral junto con Elizondo, no hace mucho tiempo.
Directiva vs. afición
El día de ayer los directivos de Rayados mostraron su soberbia y su intolerancia.
Y los elementos de Fuerza Civil su capacidad de reacción inmediata, pero contra hinchas que se manifestaban pacíficamente.
La corporación de Felipe de Jesús Gallo recibió una llamada de la directiva para denunciar a sus propios aficionados, solamente porque éstos les exigieron que cumplan en la cancha a través de mantas.
Entonces los efectivos de Fuerza Civil decomisaron las mantas y algunas piñatas en forma de grillos que traían consignas contra los jugadores.
Pero eso no fue todo.
Debido a que había una cobarde llamada telefónica de la directiva, los muchachos de Fuerza Civil implementaron un operativo para dar con los hinchas que, haciendo valer su derecho de libre expresión, se manifestaban para exigir el compromiso de los jugadores.
No sabemos quiénes fueron más cobardes: los directivos por llamar a la Policía en medio de su intolerancia, incluso contra sus propios aficionados.
O los policías, que nunca implementan un operativo para saber quién colgó narcomantas en las calles de la ciudad, pero sí lo hacen con los aficionados.
