¿Y dónde quedó el príncipe?

La realeza... 

Alfredo Domínguez Muro Alfredo Domínguez Muro Publicado el
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La realeza… 

Como manda el muy riguroso protocolo de Wimbledon, todos deben ceñirse a normas estrictas que van desde la prohibición a los jugadores de utilizar cualquier indumentaria de un color que no sea blanco, así sean los vistosos adornos de los zapatos tenis hasta la etiqueta rigurosa en el área VIP, que pasa por el traje y corbata, los elegantes vestidos, las caravanas a la realeza en el palco principal en donde el Duque de Kent, miembro de la Casa Real, preside el torneo, hasta la presencia de alguno de los miembros de la propia familia directa de la Reina. Esta vez no llegó el príncipe Carlos, heredero del trono, ni su poco popular Camila, tampoco el popular príncipe William, aunque su esposa, la guapísima Kate, acompañada de su no menos guapa hermana Pipa, con los príncipes ausentes…

Llegaron los reyes…

ROGER FEDERER Y SERENA WILLIAMS, así, en mayúsculas, imponen su jerarquía en el preciso momento en que tenían que hacerlo, justo cuando para una avasalladora mayoría (no para mí, aquí lo señalé) los destinos en el tenis de ambos estaban irremediablemnte en el tobogán sin retorno.

Serena recuperándose de aquella enfermedad en los pulmones y aquella cortada en el pié que casi la marginan no sólo del tenis sino de la vida misma, y Roger cayendo y rebotando hatsa el cuarto puesto de la ATP desplazado por Novak Djokovic y Rafa Nadal desde hace un par de años. Solo que hoy, este triunfo combinado con la salida temprana de Rafa lo ponen de regreso en su sitio, lo más alto del ranking, mientras que para Serena es no una revancha, es un triunfo de vida.   

El número uno, Roger el grande

Cuando haya que evocar en unos años más al retiro natural de este jugadorazo, no habrá forma de describirlo que no sea SU MAJESTAD ROGER EL GRANDE, y no solo son los números, es el dominio, el estilo de juego elegante, sobrio y contundente, el hambre de ser y seguir siendo, la clase que no se compra, con ella se nace dentro y fuera de la cancha.

Para este Wimbledon 2012 Roger enfrenta la parte más complicada del draw que lo ponía  de frente con el hasta ayer número uno Novak Djokovic en semifinales,  al que fulmina el viernes a base de tiros precisos, primeros servicios sólidos, una concentración a prueba de todo que le permite solo nueve errores no forzados, para darnos una idea de esta impresionante cifra en la final de este domingo ante Murray, comete 38 por 25 del británico, Federer gana además  151 puntos por 137 de Murray y el 40 por ciento de los puntos recibiendo el saque de Murray. 

Su primer servicio fue sólido, entró en un 70 por ciento y aunque no es el más veloz, sí es sólido y colocado, Murray metió solo el 55 por ciento, su saque es más rápido, Roger supo manejarlo presionando también el segundo saque de Murray y por ahí comenzó a escribirse la historia de este su séptimo título en 13 Wimbledons 

La gran serenidad de Serena

Para la menor de las Williams los dos triunfos, singles y dobles son una recompensa de la vida misma, su reacción al tenderse sobre la sagrada hierba de la cancha central de Wimbledon al dar ese último raquetazo con el que rubrica su triunfo en tres sets sobre la jovencita Agnieszka Radwanska a la que por cierto, con esta derrota le impide llegar a ser la número uno del ranking, Serena  arranca sólida dominando con lujo el primer set, en el segundo es Agnieszka quien domina al conjuntarse dos factores, la joven polaca suelta la presión y se pone a jugar disfrutando “su” final en Wimbledon con toda la vida por delante, mientras que a Serena le regresan los fantasmas y pierde seguridad que recupera hacia el arranque del tercer set.

Así las cosas pues, la ausencia  del Príncipe William, aunque muy bien representado por su esposa Kate en la final de caballeros en Wimbledon,  el heredero al  trono británico en segunda generación se pierde de estrechar y hacerle reverencia obligada, aunque para esto tuviera que romper ese rígido protocolo, la mano del Emperador, Su Majestad, El Número Uno, Roger Federer.

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