#Yamecansé
Este hashtag lleva un poco más de cinco días circulando entre las redes sociales virtuales.
Probablemente, pocos identificaban al procurador hasta que se le ocurrió admitir un “ya me cansé”, frente a las cámaras.
Y bastaba que él lo hiciera para que los usuarios de estas redes sacaran a “tender” todos sus cansancios. Aprovechando el desahogo, aquí va mi lista.
Empezaré por “estoy cansada de los que están cansados”.
Indira KempisEste hashtag lleva un poco más de cinco días circulando entre las redes sociales virtuales.
Probablemente, pocos identificaban al procurador hasta que se le ocurrió admitir un “ya me cansé”, frente a las cámaras.
Y bastaba que él lo hiciera para que los usuarios de estas redes sacaran a “tender” todos sus cansancios. Aprovechando el desahogo, aquí va mi lista.
Empezaré por “estoy cansada de los que están cansados”.
Y, ¿sabes por qué?… Porque concuerdo totalmente en hacer una denuncia franca del narco-Estado que hoy impera en este país.
Porque coincido en que ninguno de nosotros es responsable de las obligaciones legales incumplidas, comprobadas que tiene el ex Alcalde de Iguala y sus cómplices.
Porque entiendo que la corrupción es el cáncer mexicano que se transforma en violencias…
Pero lo que me tiene cansada es que pocos tomen la iniciativa de involucrarse para solucionarlo, que la lista de cansancios no pase de un desahogo hasta casi mediático, en donde las empatías duran lo que la noticia dura y que pocos (que, además, son los menos) sean los que estén yendo a donde está el problema para generar soluciones de fondo.
Me cansa despertar todos los días sin que la mayoría haga los mínimos intentos por cambiar la situación de este país.
Que todos señalen “a punta de pistola” a quienes los rodean, pero que no exista la más mínima evidencia que nosotros, si bien no tenemos una obligación legal, deberíamos apelar a nuestra moral y ética.
Pero no, en la realidad es mucho más cómodo ir pensando que los otros, y no nosotros, somos parte del problema.
También en mi lista de cansancios agregaría a todas aquellas personas que por estar al pendiente de los cansancios de los demás, se olvidan de quienes sí están transformando al país.
Esta semana, viajando por La Laguna en Coahuila, y Zapopan, en Jalisco, encontré un sinfín de intenciones hechas proyectos de jóvenes emprendedores que le han encontrado sentido a la vida en medio de la muerte y la guerra.
Pero me cansa escuchar como parte de sus historias, que no tienen presupuestos ni públicos ni privados; que carecen del apoyo familiar; que los hacen pasar como “ingenuos” que no hacen nada productivo más que “ayudar a la gente”; que no cuentan con espacios mediáticos para exponer sus ideas porque “eso no vende”.
Peor aún: en algunos de esos casos incluso han recibido amenazas y acosos por sus emprendimientos. Sí, me cansa.
Me cansa ver cómo muchos se cruzan de brazos creyendo que lo único que tienen que hacer, es únicamente tuitear una noticia, pelearse con alguien en algún debate cibernético, subir videos de gatitos y volver a la realidad como si nada pasara.
Porque en tiempos como éste también me cansa que en lugar de estar poniendo toda la energía para la resiliencia, tal parece que es deporte nacional repetirnos hasta el cansancio, valga la redundancia, que no podemos porque esos “demás” que tienen “la culpa de todo” porque “nadie hace nada”.
Tanto así que nos hemos autoconvencido que para cambiar las cosas, hay que estirar la mano para pedir un salvador o salvadora a domicilio, o huir porque el país no tiene remedio.
Es cansado entender que hay quienes no se atreven a ceder de sus comodidades para incidir en la transformación que, actualmente, significa algo más que un acto de “fe ciega”.
En tiempos de crisis como la que atravesamos, deberíamos nosotros –así en plural- estar construyendo la esperanza que es la que más está en agonía.
Si es que es la hora de los cansancios en donde todos vamos a sacar nuestra lista para colgarlos en el “muro de los lamentos”, siento escribir que el tiempo no está para agotarnos, aunque tal parece que en este momento no sólo el Procurador está cansado, sino esta ciudadanía cuyo déficit estriba en “hacer algo”.
Y si existe el #yamecansé, sólo respondería con un “yo tampoco” sin hashtag.