#Yosoy132 o el fin de la Tele
Poco sospechaba el joven alemán Johann Carolus que al crear el primer periódico de la historia echaba andar una revolución en las comunicaciones que de paso sentenciaba a generaciones de futuros trovadores a practicar un oficio obsoleto.
Con ello, en 1605 se fraguaba en Estrasburgo el medio de comunicación que reemplazaría al antiguo oficio del chisme itinerante; los trovadores perdían ante la modernidad su lugar como emisores.
Emilio LezamaPoco sospechaba el joven alemán Johann Carolus que al crear el primer periódico de la historia echaba andar una revolución en las comunicaciones que de paso sentenciaba a generaciones de futuros trovadores a practicar un oficio obsoleto.
Con ello, en 1605 se fraguaba en Estrasburgo el medio de comunicación que reemplazaría al antiguo oficio del chisme itinerante; los trovadores perdían ante la modernidad su lugar como emisores.
Siglos más tarde los candidatos John F. Kennedy y Richard Nixon se enfrentaron en el primer debate televisado de la historia. Se confrontaban allí también dos maneras de comunicarse con el mundo: la reciente televisión y la radio. Aquellos que escucharon el debate en radio creyeron que Nixon lo había ganado, aquellos que lo vieron en la Tele declararon triunfador a Kennedy quién finalmente ganaría las elecciones. Acaso allí quedaba ejemplificado como metáfora el triunfo simbólico de la Tele sobre la radio.
Nos encontramos nuevamente inmersos en uno de esos momentos de transformación en los medios de la comunicación y se abre la posibilidad de que la televisión, como la conocemos, comparta el destino de los trovadores medievales. Hasta hace poco el tema era ignorado en México por su poca trascendencia, ahora, anonadados con los movimientos sociales surgidos en las últimas semanas los analistas no han podido reparar en el verdadero trasfondo de lo que está ocurriendo: La revolución en los medios de comunicación ha llegado a nuestro país.
La verdadera revolución se gesta en el terreno de la sustitución de los viejos medios de información por otros nuevos. Por primera vez en México queda claro el impacto que puede tener la comunicación digital. Un estudio reciente revela que los cerebros de las generaciones nacidas en la era digital están interconectados de manera distinta. Por ejemplo, el estudio indica que los nativos digitales cambian su atención entre plataformas mediáticas 27 veces por hora. Esto significa que un nativo digital cambiará de la televisión, a la computadora, al celular, a la revista cada otro minuto. Como consecuencia, estos nuevos usuarios sostienen relaciones emocionales muy restringidas con los medios de comunicación. De tal forma que la televisión, incapaz de retener la atención del usuario por tiempos prolongados, pierde capacidad de impacto.
Las televisoras en México tendrían que centrar en este fenómeno sus preocupaciones. A los nuevos usuarios les resulta poco práctico obtener información y entretenimiento de ellas cuando pueden hacerlo de manera instantánea por nuevos medios. El problema se agrava si además la información es de baja calidad. El movimiento #yosoy132 ha planteado hacer frente al cerco informativo, hacen bien, pero de todos modos, ellos mismos representan una generación que ya no busca en la televisión esa información que piden sea más incluyente. De hecho la existencia del movimiento solo es posible gracias a que sus integrantes no usan a la televisión como fuente de información.
Ciertamente hoy en día en México el acceso a los nuevos medios de comunicación es restringido, pero no siempre será así y los viejos medios de comunicación tendrán que adaptarse a estos cambios o perecer. Los jóvenes de #yosoy132 hacen un favor a las televisoras con sus exigencias, si ellas no logran adaptarse y transformarse de acuerdo a las necesidades de los nativos digitales será difícil que mantengan su poder e influencia. El movimiento #yosoy123 es el primer aviso a la televisión de que las nuevas tecnologías hacen que la generación digital prescinda de ella. Como con el primer periódico y la primera tele, estamos ante una revolución mediática. ¿Podrá la tele en México sobrevivirla?