50 años de Woodstock: el festival que inmortalizó al movimiento hippie
El Festival de Woodstock, encargado de enviar un mensaje de amor y paz a la humanidad, cumple cinco décadas este 2019 con un legado que permanece hasta la actualidad
Roberto TrejoHan pasado 50 años desde que el legendario Festival de Música y Arte de Woodstock congregó a medio millón de almas en una apartada granja lechera de Nueva York para enaltecer los dos más altos valores de la cultura hippie: amor y paz.
Woodstock no fue ni de cerca el primer festival de rock. Dos años atrás habían celebrado en California el Monterey Pop Festival con un gran cartel. Sin embargo, los conciertos realizados del 15 al 18 de agosto de 1969 se transformaron en la mayor expresión contracultural de la década.
Si bien Woodstock es recordado por las grandes interpretaciones de Santana, Grateful Dead, Creedence Clearwater Revival, Janis Joplin, The Who, Joe Cocker y Jimi Hendrix, el festival fue inmortalizado por la forma en que la juventud vivió aquella experiencia.
Las condiciones estaban servidas para la tragedia. Nadie esperaba tanta gente. No había suficiente comida, baños, medicamentos y hospedaje. La lluvia arreciaba y la única carretera estaba bloqueada por cientos de jóvenes que buscaban llegar. Además de la gran cantidad de marihuana y LSD.
Al poco tiempo de haber iniciado el festival, los organizadores Michael Lang y Artie Kornfeld notaron que no podrían controlar con boletos el acceso; así que decidieron asumir las pérdidas financieras y transformarlo en algo gratuito. Aun así, la celebración fue pacífica.
“Mire cómo están unidos. Sin policías, sin armas y sin problemas. Todos unidos, ayudándonos los unos a los otros. Está funcionando. No importa lo que pase después. Este acontecimiento es prueba de nuestra unidad”, señala Lang en el documental Woodstock: 3 Days of Peace & Music.
Los hippies fueron congruentes con sus ideales. La poca comida la compartían, al igual que las drogas y el improvisado hospedaje. Si llovía, saltaban y bailaban sobre el fango. Pero sobre todo fueron respetuosos con los habitantes del pequeño pueblo de Bethel acostumbrado al silencio y la calma.
Para Iván Nieblas Leyte, periodista musical, el festival es recordado por el aspecto social, al grado de denominarlo como Nación Woodstock, pues mostró que la juventud podía vivir en paz, alejada de la guerra y el conservadurismo de la clase dominante.
“Esto consolidó el espíritu hippie que los jóvenes de la época tenían. Esta necesidad de escapar y encontrarse a sí mismos en una nación de iguales”, señala el locutor del programa El Oráculo del Rawk.
Fue un festival donde la gente se paseaba desnuda, meditaba con la salida del Sol, practicaba yoga y hacía el amor al aire libre. Incluso se tiene registro de algunos partos ocurridos durante las largas jornadas de viajes psicodélicos y música en vivo hasta altas horas de la madrugada.
Esto no implica que Woodstock no contara con grandes artistas. De hecho, fue escenario de algunas de las mejores presentaciones en la historia del rock; por ejemplo, las de Santana, Janis Joplin y Joe Cocker con su propia versión de With a Little Help from My Friends.
Pero fue Hendrix quien se llevó el festival al interpretar con su guitarra distorsionada el himno nacional de los Estados Unidos en protesta contra la Guerra de Vietnam.
“Lo que ha sido demostrado aquí es que medio millón de jóvenes se reunieron por tres días para oír música y divertirse y eso es lo que hicieron. ¡Qué Dios los bendiga por ello!”, declaraba el granjero Max Yasgur, dueño del terreno, durante el cierre del festival; en señal de aceptación de la vieja generación hacia la nueva.
El Estado al rescate
Aunque algunos de los organizadores han presumido que la comunidad hippie mostró que se podía vivir sin apoyo del ejército y la policía, la ayuda del Estado fue clave para llevar el Festival de Woodstock a buen puerto.
Por la gran cantidad de personas, las lluvias, los embotellamientos y la falta de alimentos, el gobierno declaró el área como zona de desastre.
Desde el primer día, helicópteros del ejército estadounidense sobrevolaron la zona para arrojar algo de comida, ropa seca y alimentos. De hecho, los militares llevaron hasta el lugar a un equipo de médicos voluntarios para dar atención a decenas de personas.
“Todos deben de haber notado un helicóptero militar. El ejército nos ha prestado equipos médicos para apoyarnos. Vinieron a ayudar, no están buscando líos. Se merecen un aplauso”, señalaba uno de los coordinadores desde el escenario.
El festival terminó con dos muertos: uno por sobredosis de heroína y otro por atropellamiento.
El fin de la era hippie
Aunque Woodstock dejó ver que los jóvenes eran capaces de vivir en paz y armonía, la cultura hippie comenzó a perder fuerza con el cambio de década. Algo que Nieblas Leyte califica como la resaca de la psicodelia.
“Si bien los ideales hippies tenían una buena intención, quizá no lo consolidaron bien por el hecho que sus cabezas estaban llenas de estos humos y sustancias que no les permitían tener una agenda mucho más consolidada”, señala el especialista en música rock.
Días antes del Festival de Woodstock, la Familia Manson aprovechó la fachada de la cultura hippie para cometer algunos de los asesinatos más sangrientos de la historia moderna.
La transición de los 60 a los 70 fue la que más víctimas cobró del llamado Club de los 27. Figuras clave de la época, como Brian Jones, Jimi Hendrix, Janis Joplin y Jim Morrison, perdieron la vida entre 1969 y 1971.
Por su parte, The Rolling Stones intentaron hacer su propio Woodstock en 1969, el cual terminó con un chico negro apuñalado al pie del escenario.
Mientras que en México el Festival de Avándaro, celebrado en 1971, provocó que las “buenas conciencias” prohibieran el rock durante varios años.
Incluso el sonido del género cambió hacia terrenos más pesados con bandas como Black Sabbath y Led Zeppelin.
En pocas palabras, la era hippie había llegado a su fin.
El legado
Si bien los ideales de los 60 perdieron fuerza en los años venideros, parte de estos aún se mantiene en las demandas de las nuevas generaciones; la exigencia de un cese a la violencia, la convivencia como hermanos y el cuidado del planeta Tierra.
“Quizá un movimiento de esas dimensiones, como tal, no se pueda reproducir, pero hay intentos. Toda esta cuestión de los derechos humanos, de las comunidades que escojan amar libremente, el movimiento de los ecologistas, los veganos, los animalistas… hay muchos que retoma los ideales del hipismo, que finalmente son valores universales”, concluye Nieblas Leyte.