Para un guitarrista los dedos son llaves que abren puertas hacia otros planos de la conciencia, accesibles e inteligibles sólo para aquellos que experimentan las notas adecuadas. Por eso cuando el futuro fundador de Black Sabbath perdió las puntas de la mano derecha en un oscura fábrica acerera de Reino Unido, creyó que su carrera había terminado mucho antes de comenzar. Esta es la historia de Tony Iommi y el accidente que creó el sonido del heavy metal.
La ciudad de Birmingham, Inglaterra, ofrecía uno de los ambientes más hostiles y deprimentes para vivir en la Europa de mitad del siglo XX. Una zona golpeada con fuerza durante la Segunda Guerra Mundial y amenazada por los repentinos bombardeos del Ejército Republicano Irlandés.
Birmingham era la locomotora de la revolución industrial inglesa; también conocida entre sus habitantes como “taller del mundo” o “país negro”, por su intensa producción de metal, carbón y humo… mucho humo.
El accidente que cambió el rumbo del rock
Al graduarse del colegio, Tony de 17 años se topó con la inminente realidad de la ciudad, pues para ganar algo de dinero debía conseguir trabajo en una de esas fábricas.
Sin embargo, el británico contemplaba en la música una escotilla de salida para no pasarse toda la vida como un obrero más. Por lo que dedicaba día y noche a perfeccionar su técnica como guitarrista zurdo; influenciado por artistas como Hank Marvin, The Shadows, Eric Clapton, Joe Pass, Wes Montgomery y Chuck Berry.
Con el paso del tiempo, Iommi consiguió un contrato para salir de gira con una banda local, por lo que comunicó a su capataz que dejaría el empleo en la fábrica para probar suerte con el rock.
Tony no tenía intenciones de presentarse a su última jornada de trabajo, pero su madre le insistió hasta convencerlo para que cerrara profesionalmente el compromiso. El jefe de Iommi le pidió cubrir al sujeto encargado de la cortadora de metal, una máquina que desconocía del todo, ya que nunca la había operado.
Así que se colocó en posición y comenzó a pasar las placas de metal por debajo de la enorme y pesada prensa, mientras contaba los minutos para terminar con aquel tormento laboral.
De pronto… el intenso y sistemático ruido de la máquina dejó de sonar en la cabeza del guitarrista, sintió los dedos de la mano derecha extremadamente calientes, mientras el color rojo brotaba por todas partes.
La inspiración en Django Reinhardt
Luego que los médicos le señalaron que nunca más podría tocar la guitarra de nuevo, Tony cayó en una profunda y letárgica depresión.
El capataz de Iommi acudió a visitarlo para saber cómo iba su recuperación, pero lo que encontró fue a un joven deprimido y enojado con la vida.
El hombre le llevó un vinyl de un guitarrista de origen gitano que había reconfigurado la manera de interpretar el jazz durante la primera mitad del siglo XX.
Lo último que Tony quería en aquel momento era escuchar el virtuosismo de un músico que había logrado conquistar al mundo con una guitarra en las manos.
Sin embargo, su antiguo jefe era demasiado insistente como para irse del lugar con un “no” como respuesta. Así que colocaron el material en el tocadisco y las notas comenzaron a fluir.
Era una música elegante, atrevida y dulce, aunque veloz en los momentos indicados. Inmediatamente transportaba a los oyentes a un romántico bar parisino de los años 30 o 40.
Pese a su estado depresivo, Iommi quedó fascinado con la impecable técnica del artista europeo. El capataz detuvo el tocadiscos, lo volteó a ver y le dijo: ese guitarrista toca sólo con dos dedos en la mano izquierda.
Al igual que a Iommi, los médicos le recomendaron olvidarse de la guitarra y buscar otra forma de ganarse la vida. Pero Reinhardt los ignoró por completo y trabajó en un nuevo sistema que le permitiera tocar sólo con dos dedos en el diapasón, pero con la suficiente velocidad en la mano derecha.
Basta con decir que Reinhardt se convirtió en el primer guitarrista europeo en influir en el mundo del jazz al nivel de los grandes artistas norteamericanos, como Charlie Parker o Louis Armstrong.
Tras conocer la hazaña de Django Reinhardt, Iommi salió del letargo en que se encontraba y comenzó a trabajar en su propio sistema de cuerdas para poder regresar a la guitarra.
Crear un nuevo sistema trae un nuevo sonido
Fue así que Tony creó sus primer juego de prótesis. Primero fundió unas tapas de botellas de jabón y las colocó sobre los dedos dañados, para luego sujetarlas fuertemente con una capa de cuero.
El experimento fue todo un éxito, pero aún había un problema; las cuerdas de guitarra eran demasiado duras y le provocaban un intenso dolor al pulsarlas.
Iommi se encontró con que las compañías no producían cuerdas más delgadas, por lo que probó con unas de banjo, las cuales eran mucho más ligeras.
Paso siguiente, redujo la afinación de su guitarra a Do Mayor. Al bajar el tono del instrumento, el músico consiguió un estilo más profundo, oscuro y agresivo.
Sin pensarlo, estaba creando el sonido de ese interminable árbol genealógico conocido como metal.
El nacimiento de Black Sabbath
Luego de un fugaz paso por Jethro Tull, el cual quedó registrado en el especial televisivo The Rolling Stones Rock And Roll Circus, Iommi regresó a Earth la banda integrada por Geezer Butler en el bajo, Bill Ward en la batería y la peculiar voz de un joven llamado Ozzy Osbourne.
Los músicos tuvieron que cambiar el nombre del grupo, pues una banda mucho más popular se llamaba de la misma manera. Frente al local donde ensayaban, había un viejo cine que exhibía en cartelera la cinta de terror italiana I Tre volti della paura, cuyo título fue traducido al inglés como Black Sabbath.
Días antes de entrar al estudio para grabar su primer disco, Iommi escuchó The Planets, la obra máxima del compositor Gustav Holst. Tony se obsesionó con la secuencia inicial del segmento Mars, The Bringer of War, por lo que trató de imitar el sonido con su guitarra Gibson SG.
La obra de Gustav Holst sonaba así:
Mientras que el experimento de Iommi generaba este sonido:
Sin saberlo, Tony estaba imitando una técnica musical conocida como el tritono o el acorde del diablo. La cual era mal visto en la Edad Media.
Algunas leyendas mencionan que la Iglesia condenaba a muerte a las personas que tocaran la cuarta aumentada o quinta disminuida. Aunque los expertos señalan que el tritono no estaba realmente prohibido, sino que los músicos preferían evitarlo para no disgustar al público.
En aquella época, cualquier sonido que no encajara con los estándares artísticos era considerado imperfecto y, por lo tanto, alejado de Dios. De ahí que el sonido fue catalogado en latín como Diabolus in musica.
A la par de este descubrimiento, una noche el bajista Geezer Butler leía un libro sobre magia negra hasta que sintió que el sueño lo vencía.
El músico se fue a dormir, pero durante la madrugada un intenso miedo lo despertó de golpe. Al abrir los ojos vio una enorme figura negra con ojos rojos parada al pie de su cama.
Al día siguiente, corrió a contarle lo sucedido a Ozzy Osbourne, quien rápidamente convirtió la historia en la letra para una canción.
La obscura afinación de Iommi, sumada al uso del tritono y la espeluznante letra de Ozzy, crearon un tema sin precedente en la historia del rock.
Habían nacido el sonido del heavy metal
El disco Black Sabbath y la canción homónima salieron a la venta el viernes 13 de febrero de 1970, fecha que es considerada por varios especialistas como el nacimiento oficial del heavy metal.
La canción Black Sabbath comienza con una ominosa campana de iglesia y el sonido de la lluvia. Para luego presentar a una oscura figura que amenaza con arrasarlo todo a su paso.
La pieza sube de intensidad gradualmente, hasta que la persona que describe las acciones revela que tiene enfrente a Satanás y entonces se entrega a la locura.
Además de esa pieza, el disco incluye clásicos de la banda como The Wizard, N.I.B y Evil Woman, las cuales reflejan claramente el rumbo que había tomado la banda.
Ese mismo año, Sabbath sacó al mercado el disco Paranoid, con el cual consolidaron su estilo musical y alcanzaron el éxito comercial.
El legado del guitarrista
Pero Iommi no se conformó con haber creado un sonido único para el mundo del rock. También es responsable de la construcción de algunos de los riffs y fraseos más influyentes de las últimas décadas, homenajeados hasta el cansancio por todo aquel que se precie de ser fanático del metal.
Aunque la distorsión de The Kinks y The Who, así como las técnicas de Jimi Hendrix y el trabajo de Led Zeppelin y Deep Purple, contribuyeron al nacimiento del género, Tony Iommi es considerado por sus colegas como el verdadero padre del heavy metal.
Con la formación original de Sabbath, Iommi grabó siete discos de estudio. Una vez que Ozzy fue despedido de la banda por su enfermizo consumo de drogas y alcohol, Iommi continuó el proyecto con la voz de Ronnie James Dio y luego con Ian Gillan, famoso por ser el vocalista de Deep Purple.
La influencia del sonido creado por Tommy se percibe en bandas tan diversas como como Metallica, Soundgarden, Monster Magnet, Sepultura, Anthrax, Kyus, Faith No More, Megadeth, System of a Down, Alice in Chains, Pantera, Queen of the Stone Age y Slayer.
Estos últimos también explotaron el poder del tritono para sus creaciones. Incluso titularon uno de sus álbumes Diabulus in Musica, como la técnica que Iommi adoptó para forjar su legado.
El final de Sabbath
Aunque los miembros originales de Black Sabbath tuvieron reuniones esporádicas durante los 80 y 90, así como en la primera década del nuevo milenio, los fanáticos más acérrimos exigían un nuevo disco.
Fue hasta junio de 2013 que Tony, Ozzy y Geezer lanzaron el álbum 13, el cual muestra la evolución musical y personal de cada uno de los músicos.
En la actualidad, Iommi está sujeto a un tratamiento vitalicio contra el cáncer, razón por la que la banda decidió emprender una última gira mundial de 2014 a 2017.
Para el último concierto de The End Tour, Iommi y compañía regresaron a su natal Birmingham para cerrar de manera redonda el ciclo de vida de la banda.
El 4 de febrero de 2017 en la Genting Arena, Black Sabbath y su poderoso sonido hipnotizaron al público por última ocasión. La gente cantó todas y cada una de sus canciones.
Sin embargo, lo más emotivo fue escuchar cómo personas de todas las edades coreaban los riffs de Anthony Frank Iommi… el padre del heavy metal.