Las letras de Carlos Fuentes son indispensables para los mexicanos, incluso, en el terreno educativo, porque hay quienes descubren al autor nacido en Panamá en la adolescencia, leyendo Aura en la preparatoria, y así, al menos se dan una vaga idea de quien era este grande de las letras hispanoamericanas.
El 15 de mayo se cumplen 10 años de su fallecimiento, que tal vez sólo es recordado con profundidad por una generación que ya seguía sus libros, que creció leyéndolos, o fue cercano a él a nivel personal, pero quienes apenas iban creciendo en 2012 la imagen del autor puede estar desdibujada.
“Imagínense a un autor que quería contar en una novela todos los secretos de la historia de México. Imagínense a un narrador que se propuso explorar de cuántas capas estaba construido el mexicano, y cuántas variedades era posible encontrar, entre 1950 y principios del siglo XXI. Imagínense a un cuentista que creía en lo asombroso casi en la misma medida en que creía en los poderes de la literatura para inventar historias inolvidables.
“Imaginen, por último, a un escritor que publicaba ensayos y artículos sobre los problemas actuales del mundo, apoyado en un amplio conocimiento de la historia y los actores políticos y culturales de cada país, lo cual nos permitía comprender cualquier situación, por extraña que fuera, desde un punto de vista literario irrepetible. Ese era Carlos Fuentes”, así lo describe su colega Martín Solares.
Al igual que Solares, Mayra González Olvera, Florence Olivier y Eduardo Mejía, personas que conocieron de alguna manera personalmente a Fuentes, platican con Reporte Índigo, acerca de su vigencia en la actualidad y el impacto que podría tener en el presente.
“Es una obra que no ha envejecido, completamente actual, donde los personajes se pueden entender y pueden dialogar con nosotros, con las problemáticas que tenemos en este momento, en donde la ciudad es un personaje fundamental en su obra también; por ejemplo, sí era distinta, ahora podemos dialogar con esta ciudad diferente y confrontarla con la que es ahora”, suma González Olvera, quien es directora literaria de Alfaguara, casa editorial que publica los libros de Fuentes.
Florence Olivier, quien es profesora en Sorbonne Nouvelle y escribió Carlos Fuentes o la imaginación del otro (2007) considera que la manera más práctica de acercarse al escritor es a través de sus cuentos, lo que puede atrapar a nuevos lectores, para después pasar a otros de sus volúmenes.
“Es difícil acercarse en un primer momento a una obra como Terra nostra, que es una especie de monumento, que a todos puede infundir algo de respeto o temor, pero se puede empezar por cuentos, los de horror y lo fantástico poético en Carlos Fuentes creo que está muy vigente, Aura sigue viviendo por encima de los designios que han transcurrido, es una obra atemporal”, comenta la investigadora.
Durante años, Eduardo Mejía indagó a fondo la vida del astrónomo Guillermo Haro, por eso se acercó a Carlos Fuentes, con quien tuvo charlas en lo público y lo privado; de él, recuerda que siempre fue alguien que se mantuvo vigente y cercano a la juventud.
“Carlos Fuentes estaba al día en todo, incluida la música, siempre estaba al día. ¿Cómo diablos le hacía para tener el último disco de los Rolling Stones antes de que se pusiera a la venta? Quien sabe. Él los oía mientras escribía frenéticamente. ¿Cómo le hacía para entender a Jethro Tull? Pues quién sabe, pero ¡ahí estaba! Es increíble”, revela el editor y escritor.
De manera póstuma se han publicado las novelas Federico en su balcón (2012), Aquiles o el guerrillero y el asesino (2016); los ensayos Personas (2012) y Pantallas de plata (2014), publicados por Alfaguara y Luis Buñuel o la mirada de la Medusa (2017), ensayo inconcluso por la Fundación Banco Santander.
En total, son 22 novelas, más de 60 relatos cortos, más de 40 ensayos y cuatro obras de teatro, lo publicado por Fuentes, legado que merece descubrirse a una década de su aniversario luctuoso.