‘Seguro la acosaron por cómo vestía’… ¿Qué dice la ciencia al respecto?

Aunque el deseo sexual puede ser muy poderoso, el cerebro es lo suficientemente capaz de tomar una decisión, señalá el neuropsicólogo Dean Burnett

“Seguro le pasó por cómo iba vestida”, esa es la frase que han escuchado millones de víctimas de violencia sexual en el mundo; un argumento que absuelve los pecados del agresor y condena a la mujer violentada… ¿Pero qué dice la ciencia al respecto?

Este argumento implica que la mujer iba vestida de una manera tan atractiva para los varones, que uno de ellos no pudo controlar sus impulsos sexuales, tal y como pasa con algunos animales en temporada reproductiva; es decir, la culpa es del sexo femenino por haberse vestido así.

Dean Burnett, neuropsicólogo de la Universidad de Cardiff, publicó un artículo en ‘The Guardian’ en el que explica por qué, sin duda, es más fácil que el deseo sexual se desate en los hombres a través de estímulos visuales, por ejemplo el ver a una mujer vestida atractivamente.

Burnett publicó el texto luego que dos reporteras del diario Financial Times se infiltraron como camareras a una exclusiva cena para altos ejecutivos financieros, quienes acosaron a las más de 100 jóvenes que vestían faldas cortas, blusas ajustadas y tacones altos; todo en color negro.

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El neuropsicólogo señala que aunque es más fácil que el deseo sexual de los hombres se libere, esto no es pretexto para perder el control, pues el cerebro tiene muchos procesos para regular la toma de decisiones, por más atractivas que éstas parezcan.

“La corteza orbifrontal, está implicada en la regulación y supresión de la conducta sexual. Una de las regiones neurológicas más sofisticadas es la responsable de decir ‘esto no es una buena idea, no lo haga’ cuando se está excitado ante una oportunidad”, señala Burnett.

Mientras que la amígdala, la parte del cerebro que regula las emociones, también entra en acción al ver a alguna mujer vestida atractivamente.

“¿Persona hermosa desnuda delante de ti en su dormitorio? Por su puesto, excitación. ¿Persona hermosa desnuda de pie delante de ti en el supermercado con un gran cuchillo en la mano?, tiempo de diversión sería una respuesta equivocada”, platea Burnett como ejemplo.

El investigador señala que el alcohol podría inhibir algunas funciones de la corteza orbifrontal, dejando que los impulsos más primitivos que gobiernan la excitación se desaten.

Ante el alcohol, la amígdala hace lo que puede, sin embargo, si la situación es ambigua, esta parte del cerebro podría tomar la decisión equivocada.

¿Esto quiere decir que los hombres que acosan bajo los efectos del alcohol son víctimas de las vestimentas de las mujeres? La respuesta es un rotundo no.

“Una mujer puede optar por usar un traje atractivo, pero sigue siendo elección del hombre insinuarse o tocarla sin su consentimiento. Si está demasiado borracho para contenerse fue su elecciones emborracharse”, por lo tanto, la culpa sigue siendo del acosador, señala Burnett.

Para el neuropsicólogo el hecho de decir “soy responsable de mis actos, salvo en esta situación”, le parece un argumento débil y absurdo.

Burnett señala que las personas que usan este argumento para justificar la agresión de otros, dan la impresión de estar defendiendo a otros por llevar a cabo conductas similares.

Finalmente, el investigador señala que se necesita una lógica retorcida para decir que todas las víctimas de violencia sexual fueron atacadas por la manera en que iban vestidas.

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