Aguas residuales, un hábitat para el coronavirus

Especialistas de la UNAM aseguran que se encontraron fragmentos de SARS-CoV-2 en las aguas residuales de dos plantas en Juriquilla, Querétaro. A pesar de los resultados, la posibilidad de que el virus se integre al sistema de agua potable y mantos acuíferos del país aún es baja, pero la falta de estudios y datos que demuestren lo contrario, podrían encender las alarmas
Viviana Bran Viviana Bran Publicado el
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Países como China, Francia, Holanda, Suiza, Brasil y Estados Unidos detectaron fragmentos del SARS-CoV-2 en algunos de sus sistemas de aguas residuales y en México este patrón no es la excepción.

Adalberto Noyola Robles, investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM, comenta que debido a los resultados que arrojaron las investigaciones de otros países, el Tecnológico de Monterrey, la Universidad Estatal de Arizona (ASU) y el Sistema de Aguas de la Ciudad de México (Sacmex) optaron por realizar un monitoreo de las aguas residuales de Monterrey y dos de las plantas de tratamiento que se encuentran en Juriquilla, Querétaro

“En estos sistemas se está aplicando la técnica de detección del SARS-CoV-2 similar a la que se aplicó en otros países y se encontró que hay fragmentos del virus en la entrada de las dos plantas de tratamiento residual de Juriquilla”. 

“Debido a esta situación, por parte del Instituto de Ingeniería ya estamos en pláticas con Sacmex y la Secretaria de Educación, Ciencia, Tecnología e Innovación de la Ciudad de México para que nos apoyen con los reactivos y podamos buscar el virus en las aguas de la CDMX”, detalla Noyola Robles.

Las aguas residuales son aquellas cuya calidad ha sido afectada de manera negativa por la actividad humana. Proceden de viviendas, poblaciones y áreas industriales, por lo que arrastran contaminantes y detritos.

El tratamiento de este tipo de aguas es un proceso que limpia y permite su reincorporación a los mantos acuíferos o a los sistemas de agua potable. La falta de tratamiento tiene importantes implicaciones ambientales, económicas y sociales, pero las que resaltan en medio de la pandemia por Covid-19 es que se pueden convertir en focos para la transmisión de enfermedades.

El estudio Aguas Residuales publicado por la Oficina de Información Científica y Tecnológica para el Congreso de la Unión (INCyTU) reporta que 57 por ciento de las aguas residuales colectadas en México son tratadas y más de la mitad de las plantas de tratamiento municipales presentan deficiencias en su funcionamiento.

De acuerdo con los especialistas de la Máxima Casa de Estudios, la importancia de contar con un sistema de vigilancia, revisión y monitoreo de aguas residuales radica en que se cuente con información temprana que pueda alertar al sistema de salud y a la población sobre la presencia de patógenos como el coronavirus.

El investigador del Instituto de Ingeniería de la UNAM Adalberto Noyola explica que los fragmentos de SARS-CoV-2 se detectaron luego de aplicar la técnica de reacción en cadena de la polimerasa, también llamada PCR, con la que se comprobó que las heces fecales de personas contagiadas y asintomáticas se encontraban presentes en las aguas residuales.

“Es importante remarcar que se detectaron fragmentos, es decir, el virus no necesariamente está completo, por lo que el impacto de riesgo sigue siendo bajo. El problema surge cuando hay un mal manejo en el tratamiento de estas aguas, ya que puede albergar otro tipo de virus o bacterias que causen enfermedades como la cólera, diarreas, salmonelosis y otras enfermedades gastrointestinales”.

“Hay que resaltar que si el coronavirus llegara a estar en las aguas residuales es cuestión de uno o dos días para que pierda su efectividad”, detalla el investigador.

Aguas Residuales, Problema de años

En la actualidad, los costos por la contaminación del agua en México se estiman en 57 mil millones de pesos, cifra que equivale a un 0.3 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB), mientras que los daños ambientales ascienden a 900 mil millones de pesos, los cuales representa un 5 por ciento del PIB anual, revelan datos del INCyTU.

El mal funcionamiento de las plantas de tratamiento de aguas residuales se relaciona con tres factores: las grandes cantidades de energía eléctrica necesarias para su operación, los costos asociados a la adquisición de lodos activados y materiales especiales, así como a los costos por funcionar con un volumen de aguas residuales que excede su capacidad.

Ana Cecilia Espinosa Garcia, doctora en ciencias biomédicas del Instituto de Ecología de la UNAM, asegura que el mayor reto para las plantas de tratamiento en el país es que se destinen recursos económicos para la inversión en infraestructura, ya que los sistemas actuales no están trabajando de manera óptima.

“Para garantizar un sistema de aguas residuales se requiere de recursos económicos y personal competente, esos son los principales obstáculos a los cuales se debe enfrentar el gobierno, pues en este momento las políticas públicas no están favoreciendo al agua residual.

Las normas en este contexto se deben revisar cada cinco años y tiene 20 que no se actualizan. En el futuro vamos a necesitar de un cambio que garantice la calidad de estas plantas y debemos insistir en ello”, explica la también especialista en salud ambiental.

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