Madero no podía negarlo, sus encuentros espiritistas con el fallecido Benito Juárez eran una realidad que se habían vuelto una costumbre heredada por su conocimiento del mundo invisible de las manifestaciones de los espíritus.
A la par, pero sin espiritismo ni sesiones de contacto con los muertos, el presidente Andrés Manuel López Obrador había hecho, desde hace tiempo, de Juárez su principal estandarte en la política mexicana, así como su maestro moral para un discípulo que había luchado contra todas las resistencias interpuestas en las elecciones de 2006 y 2012.
Y no sólo esto, el propio López Obrador rendiría honor al perfil político y social de Madero al revivirlo como el “Apostól de la democracia” y ensalzar su valentía que, junto a Paco Ignacio Taibo II, hace unos días recordaría, en Palacio Nacional, por su lid política así como su muerte cual mártir.
Lucha contra el mal
Ángeles contra demonios, cielo e infierno, Dios contra el diablo, la mitología cristiana tendría su calca no solamente en la política mexicana del siglo XX sino también en la actual.
Al igual que Francisco I. Madero, AMLO se envestiría de un aura del bien que lucharía contra las fuerzas del mal imperantes, a la cual calificaría como “la mafia del poder” y a la que contrastaría con presidentes que, de acuerdo con el tabasqueño, fueron paradigmas.
Benito Juárez, Francisco I. Madero y Lázaro Cárdenas se convertirían, entonces, en los apóstoles a seguir para combatir a los demonios de la política mexicana.
Esta lucha y descalificación también venía de la resistencia que Madero había demostrado al abrirse paso en las casi seguras reelecciones del presidente Porfirio Díaz, con su lema “Sufragio efectivo, no reelección” que sería memorado a la postre.
El propio Enrique Krauze, en su libro “Místico de la libertad. Francisco I. Madero”, ha dicho que pese a confundirse a Madero como un hombre sin malicia y ambición, no hay nada más lejos que eso.
La Biblia en la política
AMLO no es el primero que ofrece un “Sermón del Monte” en sus discursos, o parafrasea versículos de la Biblia para afianzar su ideología, fue el propio Madero quien hizo una de sus máximas los dos mandamientos establecidos por Jesucristo en el Nuevo Testamento: “Ama a Dios sobre todas las cosas y a tu prójimo como a ti mismo”.
Más espiritista que cristiano, Madero mezclaba ambas morales para aplicarlas a la política, así como a los problemas sociales de la época.
Manuel Guerra de Luna recoge las propias declaraciones de Francisco I. Madero, quien desdeñó su educación en el Saint Mary´s College de Baltimore, Estados Unidos, para abrazar los Evangelios y el espiritismo.
“Cuando me percaté de lo racional y la lógica que era la doctrina espírita, concurrí en París a varios círculos espíritas, en los cuales presencié algunos fenómenos interesantes. Los médiums, cuyos trabajos fui a presenciar, me manifestaron que yo también era médium”, declaró Madero.
Juárez, el ídolo
Finalmente, Madero no sólo estaba canalizando regularmente mensajes de su hermano Raúl, quien había muerto en 1887 cuando la ropa se le prendió en llamas, sino también con el fallecido liberal presidente de México Benito Juárez.
En su libro, “Odisea metafísica hacia la Revolución Mexicana. Francisco I. Madero y su libro secreto, manual espírita”, la periodista estadounidense C.M. Mayo detalla que el político mexicano se había convertido en un médium que comenzaba a recibir mensajes de nuevos espíritus.
Para 1908, Madero había conseguido comunicarse con un espíritu que firmaba como B.J., del cual Mayo explica que el abuelo del político mexicano confirmó que se trataba de Juárez en una carta a Limantour, e historiadores como Krauze y Rosales coincidían en esta idea.
Juárez le había escrito el siguiente mensaje a Madero en un encuentro espíritista: “Queridísimo hermano…principiaré por felicitarlo muy cordialmente por los triunfos que ha obtenido usted sobre sí mismo, los cuales lo ponen en condiciones de emprender con éxito la obra colosal de restablecer la Libertad en México…el triunfo de usted va a ser brillantísimo y de consecuencias incalculables para nuestro querido México…B.J.”
AMLO también rescataría la figura del presidente Juárez, aunque sin sesiones espiritistas, pero similarmente con la devoción que el “Apóstol de la democracia” profesó durante sus años en la política mexicana.