Arte para la curiosidad

En el 2011 se inauguró el Crystal Bridges Museum of American Art en Bentonville, Arkansas. Su fundadora fue Alice Walton, hija del creador de Walmart, Sam Walton.

Su apertura fue, por sí sola, un evento importante, pues se convirtió en el primer museo de esa magnitud –casi 5 mil metros cuadrados y una inversión de más de 800 millones de dólares– en abrir en la zona. Pero este comienzo se aprovechó para algo más.

Ana Paulina Valencia Ana Paulina Valencia Publicado el
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En el 2011 se inauguró el Crystal Bridges Museum of American Art en Bentonville, Arkansas. Su fundadora fue Alice Walton, hija del creador de Walmart, Sam Walton.

Su apertura fue, por sí sola, un evento importante, pues se convirtió en el primer museo de esa magnitud –casi 5 mil metros cuadrados y una inversión de más de 800 millones de dólares– en abrir en la zona. Pero este comienzo se aprovechó para algo más.

Contactados por el departamento de educación del museo,  Brian Kisida, Jay P. Greene y Daniel H. Bowen vieron una oportunidad para comprobar, de una vez por todas, si existe una relación causal entre la educación artística y efectos deseables en los niños, como la creatividad o tolerancia.

Gracias a una donación privada, el museo comenzó un programa de visitas escolares en el que ni los niños, ni las escuelas, tenían que aportar dinero.

El área no presentaba muchas oportunidades para exponer a los niños al arte, así que durante su primer año habían recibido aplicaciones de 525 instituciones educativas pidiendo visitas para casi 38 mil estudiantes.

Los científicos decidieron elegir a los afortunados al azar, para asegurar la imparcialidad del estudio. Casi 11 mil alumnos y 500 profesores participaron en él, de los que la mitad asistieron al museo, y los demás se consideraron un grupo control.

Semanas después de sus visitas, todos los grupos recibieron una encuesta en la que se les hacían preguntas sobre su conocimiento sobre arte, medidas de tolerancia, empatía histórica e interés en visitar museos y otras instituciones culturales. También se les pidió hacer un ensayo sobre una obra de arte que se les presentó en el momento.

Los estudiantes que, gracias a la “lotería”, visitaron el museo, demostraron mayor capacidad de pensamiento crítico, más tolerancia social y un deseo más fuerte de asistir a eventos culturales.

Además, gracias a la emisión de cupones con códigos únicos, se encontró que los alumnos que habían asistido con la escuela eran 18 por ciento más propensos a regresar al museo por su cuenta, en comparación con los alumnos del grupo control.

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