Como muchos otros artistas de los 90, Beck está viviendo en su cuarta década.
El músico californiano tiene 41 años y su sencillo “Loser” (1993), ya es considerado un clásico… o por lo menos para una estación de radio que programa eso, “Classics”.
La inmediatez de la era digital ha hecho imperceptible el paso de los últimos 12 años, o al parecer es lo que a mi me ha ocurrido. A partir del año 2000, siento que el tiempo transcurre en un constante presente, o tal vez la entrada a los dos miles amortiguó el paso de los años.
Por eso se me hace increíble escuchar “Loser” en una estación que se dedica a programar los clásicos de los 60, 70, 80 y ahora los 90.
Al entrar esta década en la etiqueta de clásicos, se agrupan tanto las canciones que la abrieron, como las que la cerraron; desde “Black” de Pearl Jam (1991), hasta “Freak On A Leash” de Korn (1999), ahora incluidas en la estación que escuchaban tus papás para recordar los éxitos ochenteros.
Tal vez esto sea un problema musical propio de alguien como yo, que está a dos de entrar a los 30; un buen heredero de la cultura pop de la “Generación X” y un hijo de la “Generación Y”.
A este ritmo, siento que no falta mucho para que incluyan “Clint Eastwood” de Gorillaz (2001) y a toda la década de los dos miles en esa categoría “clásica”.
Pero, qué podía esperar si en pleno 2012, Beck sube al escenario a su hijo de 8 años a bailar a ritmo de “E-Pro”, (2005).