Cabelleras, fragmentos y obsesiones

La casa de Margo Glantz en el centro de Coyoacán corresponde a la de una artista consumada. Acogedora y llena de recuerdos, evidenciados por múltiples objetos que decoran las habitaciones y fueron coleccionados a lo largo de su vida y sus viajes. 

Al preguntarle cómo le han beneficiado o afectado los diversos premios y el reconocimiento público, ella interrumpe y cita otros galardones que ha recibido durante su carrera. 

Sergio Almazán Sergio Almazán Publicado el
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"La gente se seguirá rebelando y buscando su identidad a través de la moda y del cabello”
Margo GlantzEscritora
https://youtu.be/CuJ546lOf68

La casa de Margo Glantz en el centro de Coyoacán corresponde a la de una artista consumada. Acogedora y llena de recuerdos, evidenciados por múltiples objetos que decoran las habitaciones y fueron coleccionados a lo largo de su vida y sus viajes. 

Al preguntarle cómo le han beneficiado o afectado los diversos premios y el reconocimiento público, ella interrumpe y cita otros galardones que ha recibido durante su carrera. 

Se nota orgullosa de lo que ha logrado y dice que la fama y su actual lugar en la literatura mexicana le gusta, pero tampoco la cohíbe para poder seguir escribiendo.

“Soy narcisa pero autocrítica”, asegura. 

Pero más allá de la decoración ecléctica y placentera de la sala donde Glantz recibió a Reporte Indigo, en el ambiente se percibe la rebeldía y el  desparpajo de una de las literatas más sui generis de su generación. 

Al entrar en la casa, la misma Margo avisa: “tengan cuidado con ese escalón, no se vayan a caer”. 

En el apacible hogar de la escritora mexicana aún hay espacio para estar al borde del peligro, aunque sea en ese pequeño peldaño, que de alguna forma resume su carrera y su obra:

Siempre ha experimentado con diferentes géneros, innovando y aferrándose a sus dos temas favoritos, las obsesiones y fragmentación. La obsesión como el hilo conductor y la fragmentación como la aproximación que ella prefiere para sus temas. 

“Ahora quiero escribir un libro sobre los dientes, pero me ha costado definir la estructura”, comenta. 

La escritora asegura que su posición como catedrática en la UNAM le ayuda muchísimo a permanecer vigente y seguir innovando.

“Exhorto a mis estudiantes a compartir conmigo una mirada particular respecto a la literatura y ésta se vincula a estos temas, aparentemente banales pero que tienen una importancia infinita”, dice.

La obsesión con el cabello

Glantz cree firmemente que el pelo tiene una importancia fundamental en la vida social. Según ella, éste ha determinado la vitalidad y la personalidad de casi todos los personajes de la historia y de la ficción universales.

Además, Margo asegura que el cabello está intrínsecamente ligado con la sexualidad. 

“En la novela ‘María’, de Jorge Isaacs, el pelo era fundamental, hay una escena hermosa donde María le está cortando el pelo al padre de Efraín, su novio, y aunque puede ser de lo más anodino, el momento tiene una sexualidad impresionante”.

La nueva edición de “La Cabellera Andante” no corresponde a un texto inédito. La autora lo publicó en los años ‘70, en una serie de artículos que se imprimieron en el extinto periódico Unomásuno.

“Esos fragmentos fueron bien recibidos, pero después cuando se publicó completo no lo comprendieron”, señala la autora. 

El libro que ahora edita Alfaguara está dividido en varios capítulos. Pero el primero y el cuarto son los principales. 

El primero se llama “De la erótica inclinación a enredarse los cabellos”, un ensayo poco convencional en donde Margo Glantz toma una de sus obsesiones –el cabello– para trascenderla más allá de su aparente superficialidad. 

El otro es el capítulo que lleva el nombre del libro y donde el texto está escrito en fragmentos casi aleatorios, que evocan recuerdos, ideas e incluso olores y texturas con respecto al cabello. 

Crece, se corta, crece y vuelve a cortarse

La autora coincide en que la forma de llevar el cabello define épocas y por lo tanto evoluciona constantemente.

En los primeros momentos de su libro habla de la obsesión con la virilidad del vello corporal, en los hombres representados por King Kong y Ernest Hemingway. Machos alfa de una generación que ha ido desapareciendo. 

El vello sigue siendo un símbolo de la virilidad y la fuerza masculina, pero con las mujeres sucede algo diferente. 

En la actualidad, los cánones de belleza obligan a muchas a depilarse, incluso completamente, las axilas, las piernas y las zonas genitales para ser más atractivas. 

“Me parece muy extraño. El pelo púbico no es solo un elemento anatómico de resguardo, sino también una vellosidad que despierta el erotismo”, opina Glantz. 

Sin embargo, la escritora no se aventura a criticar esta práctica como algo negativo y lo considera una evolución inevitable del uso del cabello, del pelo y de qué es deseable para las nuevas generaciones. 

“Son modalidades culturales. Largo, corto, rizado, con gel, suelto. El cabello moviliza, señala y nos ubica en un momento histórico”, indica.

La evolución no para, hacia la mitad del siglo 20, usar el pelo largo se volvió un símbolo de rebeldía e incluso un recurso que abrió la puerta a la androginia y a la diversidad sexual. Y para eso menciona al recién fallecido David Bowie y a otros artistas: 

“Jean Harlow, Jimmy Hendrix, Greta Garbo, Janis Joplin: los peinados contra los despeinados. 

“Es increíble que un simple fenómeno capilar provoque tantas posibilidades de cambio y tantas conversaciones”.  

La autora considera que las modas cambian conforme a los tiempos y sirven para que, sobre todo los jóvenes, se identifiquen con otros que tengan intereses afines. 

Del copete de Peña Nieto y las trencitas de Acapulco

En una sociedad tan clasista como la mexicana, el cabello también es una forma de diferenciar a los unos de los otros. A los de arriba y a los de abajo. 

Los peinados perfectamente engominados de los políticos mexicanos emulan al actual presidente como aspiración y contrastan con las trencitas multicolores de los visitantes en Acapulco.

Un ejemplo de dos grupos que no se unen y donde el estilo que eligen para peinar sus cabellos los diferencia. 

“El copete de (Enrique) Peña Nieto es un signo ominoso del que los mexicanos se han apropiado para ridiculizarlo y eso en sí mismo es grave. 

“Las trencitas de Acapulco no lo conozco tanto. Pero las rastas están relacionados con la negritud y es una forma de liberación y llevar con orgullo tu negritud”, dice.

Sobre la rebeldía y el cabello, cree que “la gente se seguirá rebelando y buscando su identidad a través de la moda y del cabello”.

Además, considera que la moda es pasajera y que en cada época se adopta una simbología específica para cada forma de llevar el cabello.  Lo que antes era despreciable ahora o en el futuro puede ser deseable y viceversa. 

“Ahora los jóvenes ya no se dejan el pelo largo para ser rebeldes (…) En la época nazi raparse era un signo de humillación y con los griegos era un signo de esclavitud, ahora raparse está de moda y resulta viril”, comenta.

Margo Glantz se rebeló en los ‘70 escribiendo de una forma que no fue entendida en su momento. Pero 32 años después, considera que México y el mundo están listos para leer sobre el cabello a partir de su estilo: Absolutamente obsesivo y fragmentado.

“Esa soy yo como escritora”, remata Glantz. 

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