Cacería en la mira
Hasta ahora, no han funcionado las estrategias que ha tomado el ser humano para evitar que animales salvajes se acerquen a los suburbios. Por un lado está la controversial (y cruel) actividad que muchos gozan y otros repudian, la cacería.
Y por otro, tácticas como “asustar a los animales con ruidos molestos e intensos, perros, luces estroboscópicas o disparos con perdigones de goma”, escribe David Von Drehle en la revista TIME.
María Alesandra Pámaneshttps://www.youtube.com/watch?v=3QS79k6WHvk
Hasta ahora, no han funcionado las estrategias que ha tomado el ser humano para evitar que animales salvajes se acerquen a los suburbios. Por un lado está la controversial (y cruel) actividad que muchos gozan y otros repudian, la cacería.
Y por otro, tácticas como “asustar a los animales con ruidos molestos e intensos, perros, luces estroboscópicas o disparos con perdigones de goma”, escribe David Von Drehle en la revista TIME.
También se ha intentado la contracepción en algunas especies, pero además de poco efectiva y costosa, esta solución solamente ha sido eficaz con venados –o ciervos– en cautiverio. Se utilizaron dardos con los medicamentos anticonceptivos.
Los animales deben permanecer libres, en la vida salvaje. Pero así como el ser humano no debe invadir o perjudicar sus hábitats, las criaturas tampoco deben irrumpir en la vida suburbana.
Y es que en países como Estados Unidos (EU), algunas especies salvajes han “rebotado desde el borde de la extinción”, agrega Drehle, “y están estableciendo sus territorios en los suburbios”.
Entre esos animales están el mapache, oso negro, castor, ganso canadiense, lobo gris, venado, cerdo salvaje y puma.
De hecho, de acuerdo al Insurance Information Institute de EU, el encuentro con venados (esquivarlos, por ejemplo) causa alrededor de 1.2 millones de accidentes de coche, en los que pierden la vida 200 norteamericanos, cada año. Y provoca daños que se traducen en 4 mil millones de dólares en reparaciones.
En el caso de los cerdos salvajes, que husmean la basura en la ciudad, el Departamento de Agricultura de EU (USDA, por sus siglas en inglés) estima que al año, 5 millones de estos ejemplares provocan daños cuya reparación alcanza un valor de 1.5 mil millones de dólares.
Sin contar el peligro que suponen, al transportar enfermedades que pueden transmitirle a los cerdos domésticos (y a los humanos). Por ello, el USDA pretende incentivar la cacería de esta especie, a nivel nacional.
Esto a pesar de las peticiones de activistas y de un factor elemental que menciona David Von Drehle: es muy difícil dispararle a este animal.
La mano (y el arma) del hombre
Pero cazar especies salvajes no es la solución. A finales del 2013, Doris Lin, quien es abogada de los derechos de los animales y directora de Asuntos Legales de la Liga Protectora de Animales de Nueva Jersey, señaló que matar especies no es una alternativa viable, pese a que “los conflictos con la vida salvaje son un problema real en algunas comunidades (…)”.
Pues “ya sea que el problema se trate de un venado comiendo flores o chocando con automóviles, la enfermedad de Lyme, u osos husmeando la basura, siempre habrá una manera efectiva, no letal, para manejarlo”, dijo Lin.
Drehle indica que el hombre es el depredador número uno de todos, por lo que también se necesita un cambio de hábitos y de cultura, a nivel internacional.
“El primer paso es que las agencias estatales de vida silvestre detengan el aumento de la población de algunas especies, sobre todo de los ciervos”, subrayó Doris en noviembre del año pasado.
Pero, actualmente, estas agencias están total o parcialmente financiadas por las ventas de la cacería y las licencias de pesca, y operan con la excusa de que son para el beneficio y la recreación de las personas.
Y es que la transmisión de enfermedades sí es un riesgo para las personas, y tampoco se han puesto en marcha alternativas viables para eludirlas. Por ejemplo, se matan venados para evitar que se propague la enfermedad de Lyme, sin embargo no ha sido efectivo, pues se necesitaría reducir la cantidad de garrapatas de extremidades negras, pues estas se alimentan de venados, mapaches, ratones y otras especies. Hasta ahora, se cazan ciervos para reducir los casos de Lyme. Pero en el 2011, un estudio publicado en Public Health Reports reportó que un dispositivo que mataba garrapatas demostró ser eficaz para reducir la incidencia de Lyme en seres humanos, mientras que la caza de venado “no mostró claramente una tendencia a la baja”.
Caza dentro y fuera de la temporada
A principios de este año terminó la temporada de caza de venados, pero esta semana dio inicio la época en la que los pequeños (niños menores a los 16 años), toman sus armas.
De acuerdo a Brad Clark, del Texas Parks and Wildlife, estos días destacó un descenso en la cantidad de “pequeños cazadores”, por lo que “debemos traer a los niños de cacería (…) son la próxima generación”. Además, “ver la TV y la tecnología no son hobbies”.
Brad añade que “los niños deben dejar esos teléfonos y salir a los exteriores”.
Sin embargo, alrededor del mundo ya se han firmado miles de peticiones para que se suspenda la temporada de caza y que no se lleve a cabo una similar, en la primavera.
Las alternativas deben centrarse en evitar que crezcan las poblaciones de algunas especies de la vida salvaje, no en la aniquilación de las mismas… mucho menos si la cacería se da en áreas en las que esta práctica es ilegal o si se exterminan animales en peligro de extinción, con fines de lucro y por motivos de tráfico en el mercado negro.
Cazadores imperdonables
Esta semana, la revista TVNotas publicó imágenes en las que aparecía la cantante y actriz mexicana Lucero, junto a su novio, posando con una cabra montés macho que había cazado.
En las fotografías también aparece la llamada “La novia de América” manchada de sangre.
Minutos después de que se dieran a conocer las imágenes en el sitio Web (y en la versión impresa de la revista que se publica cada martes), las redes sociales se inundaron con memes y posts de furia, odio y desaprobación.
Situación similar a la que vivió el rey Juan Carlos de Borbón, quien en el 2012 causó la indignación de miles alrededor del mundo, luego de posar con su rifle y el cadáver de un elefante africano.
Y en el 2013 Melissa Bachman, presentadora de TV, se convirtió en una de las mujeres más odiadas del planeta por publicar fotos de su “hobby” preferido en Sudáfrica: cacería. En ellas se mostraban animales abatidos como un león y un oso.
Pero quienes fueron repudiados, pero no atacados por medios y el público fueron Kate Middleton y su esposo, el príncipe Guillermo, pues en el 2007 (antes de que las redes sociales se convirtieran en un medio masivo), fueron captados de cacería.
Fiebre ilegal por los cuernos y colmillos
La caza furtiva de rinocerontes genera alta demanda en el comercio ilegal de cuernos. Y el mercado negro del marfil de los colmillos de elefantes ha provocado niveles récord de muertes de este animal.