El show de Felipe Calderón llega a su fin. Pese a que el sonido de su sexenio fue un constante beat a ritmo de balas, el otrora presidente del empleo tuvo sus destellos de cantante a lo largo de su mandato. Ninguno fue tan entonado como los de su contraparte estadounidense, pero no importa porque eso sería pedir demasiado.
Su mejor show fue en una reunión panista en Querétaro, en la que, acompañado de David Filio en la guitarra, interpretó “Historia de las Sillas” de Silvio Rodríguez.
Tengo que reconocer el estoicismo de los panistas para no carcajearse durante la pobre interpretación del señor presidente. Lo mejor de este bootleg es que antes de que corten la grabación se escucha a alguien diciendo “necesitamos dejar de grabar”.
Demasiado tarde.
En su más reciente golpe de inspiración, mientras inauguraba el libramiento Norte-La Piedad en su tierra, el presidente se aventó un palomazo de “El Perro Negro” de José Alfredo Jiménez. Pese a su limitado rango vocal, el corrido acompañado de banda fue la parte sobresaliente de su última gira por Michoacán, pero Juanga y “El Buki” pueden estar tranquilos, su coterráneo no les va a quitar el trabajo.
Calderón no va a tener (afortunadamente) oportunidad de un encore como presidente, aunque sospecho que ganas no le faltarían con esas menciones sobre Margarita 2018. Ahora en el repertorio solo le queda cantar en solitario “Las Golondrinas”.
Con la llegada de Enrique Peña Nieto, los días de la trova y los corridos en Los Pinos parecen haber llegado a su fin.
A ver con qué nos sorprende el próximo presidente –adolescente en los 80– en los próximos seis años.