Un grupo internacional de científicos, liderados por la investigadora mexicana Violeta Gámez Rosas, hallaron un agujero negro el cual se hallaba oculto en una rosca de polvo cósmico.
Tras el descubrimiento de “objetos extraños” donde la masa estaba tan concentrada que ni siquiera la luz escaparía a su influjo, por Karl Schwarzschild en 1915, este nuevo estudio demuestra que estos puntos del cosmos, que devoran todo, existen y se encuentran en el interior de los objetos más brillantes del universo.
Los núcleos galácticos activos, como se conocen ahora a esos objetos, son regiones del centro de una galaxia que no brillan por tener muchas estrellas.
Estos son acumulaciones de polvo cósmico y gas en torno a un agujero negro supermasivo que no es capaz de devorar tal cantidad de materia.
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Las fuerzas gravitatorias y la fricción a las que el agujero somete a esa inmensa nube de gas y polvo hacen que se eleve la temperatura y se genere una intensa radiación electromagnética.
La observación desde la Tierra de dicha radiación ha fascinado a astrónomos, debido a los comportamientos de estos procesos del cosmos, que aunque son distintos, hay modelos teóricos que intentan unificarlos a todos.
A pesar de que todos poseen sus propias características, también poseen una estructura básica, con un agujero negro inmenso en el centro rodeado por una nube de polvo cósmico y gas que lo alimenta, pero que también lo oculta.
La investigación
El grupo comandado por Violeta Gámez Rosas, investigadora mexicana de la Universidad de Leiden, Países Bajos, decidió, para poner a prueba las hipótesis en torno a estos objetos, estudiar el centro de la galaxia Messier 77, situada a 47 millones de años luz de la Tierra, en la constelación Cetus.
Para hacer el análisis, el equipo de Gámez utilizó un instrumento llamado MATISSE, capaz de combinar varias unidades del Telescopio Muy Grande (VLT, de sus siglas en inglés) que el Observatorio Europeo Austral (ESO) tiene en el desierto de Atacama, en Chile.
Con dicho instrumento, el cual es capaz de observar el polvo y medir su temperatura a través de la radiación infrarroja, y un laborioso trabajo de análisis que incluyó nuevas imágenes en frecuencias de radio.
A través de estas observaciones y mediciones, fueron capaces de hallar lo que ocultaba la rosca de polvo cósmico y gas que rodea el centro de la galaxia, a la vez que localizaron el agujero negro en su interior.
1/ En el corazón de la galaxia Messier 77, el Interferómetro de nuestro Very Large Telescope ha revelado un grueso anillo de polvo cósmico que esconde un agujero negro.
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Créditos: @ESO /Jaffe, Gámez-Rosas et al. pic.twitter.com/72sYdnjNQI— ESO Chile (@ESO_Chile) February 16, 2022
Los resultados de esta investigación apoyan la teoría unificada de los núcleos activos galácticos y sugiere que las diferencias de apariencia de estos núcleos, que había llevado a clasificarlos en dos tipos, depende de la posición desde la que los observamos.
“Aún es pronto para sacar conclusiones definitivas, porque es el primer estudio de este tipo que se ha llevado a cabo, pero es un paso importante para entender cómo funcionan estos núcleos galácticos activos”, advirtió Gámez Rosas.
Debido a u posición central en las galaxias y su poderío gravitatorio, comprender la naturaleza de los agujeros negros supermasivos y sus entornos es crítico para entender la evolución galáctica y también la del mismo universo.