A todos nos ha pasado no poder recordar la palabra que queremos decir aunque esté casi lista para salir de nuestra boca. Cuando no conseguimos recordar un término comúnmente lo sustituimos con una palabra inventada o con ‘el ese’, ‘la esta’, ‘deste’, ‘cosa’ o ‘coso’. Cada idioma tiene sus propios términos que cumplen la misma función, y que se adaptan para funcionar como sustituto de cualquier palabra.
Este fenómeno de tener algo “en la punta de la lengua” fue estudiado por la lingüista computacional, Chi Luu, quien explica que normalmente pensamos en las palabras como unidades, por lo tanto o sabemos o no sabemos una palabra. Sin embargo, también hay veces en que la recordamos vagamente, que es lo que ocurre en este fenómeno.
El individuo produce de dos a cuatro palabras por segundo al hablar, en su texto, la lingüista explica: “Antes de articular palabra, ya tenemos que tener acceso y haber reunido nuestros pensamientos con las palabras correctas y la semántica adecuada.” Todo esto en apenas unos segundos.
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El fenómeno de en la punta de la lengua le ocurre a todas las personas y comienza a aumentar su frecuencia a medida que se envejece. Según lo que sugieren algunas investigaciones una vez que ocurre con una palabra es probable que vuelva a pasar con ese mismo término a menos que se logre pronunciarla.
Chi Liu explica que las palabras no son unidades atómicas, como a veces se asume. “La recuperación léxica se compone de capas a las que se accede en secuencia, para que al formar nuestros pensamientos escojamos la semántica correcta y codifiquemos la sintaxis de lo que queremos decir antes de hacerlo. La última capa es articular la fonología de la palabra, pero en el estado de en la punta de la lengua la codificación se rompe”. Es decir, tenemos toda la información de la palabra excepto el sonido que necesitamos producir para comunicarla.
A través de un estudio realizado por el psicólogo Lise Abrams de la universidad de Florida, se descubrió que para que las personas logren recuerden una palabra es más eficaz ofrecer pistas que suenen parecido a la que está buscando, en vez de decirle cosas relacionadas semánticamente.
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La técnica para reducir la frecuencia de este fenómeno es pedirle a la persona con la que te encuentras que te diga pistas relacionadas fonéticamente a la palabra en cuestión pero que no dé la respuesta, ya que al recordarlo por nosotros mismos, es más probable que en la próxima ocasión la palabra no sea olvidada.