Sabes que estás frente a un presuntuoso cuando utiliza el argumento de que el cine mexicano atraviesa una crisis. Que la Época de Oro es pasado. Sin embargo, eso de que las producciones nacionales son malas es, en por lo menos la última década, una leyenda cada vez más palpable. Cómprame un revólver (2018), Sueño en otro idioma (2017), El infierno (2012), Club sándwich (2013), Tempestad (2016) y Los insólitos peces gato (2013) lo prueban.
Por ejemplo, Cómprame un revólver, de Julio Hernández Cordón, sale de la convención de emplear al narcotráfico como un recurso para replantearlo en una época post-apocalíptica estilo Mad Max y teñida de elementos new age al estilo Danger Days de My Chemical Romance. En pocas palabras, una película que es una rosa entre espinas en el catálogo de Blim y Cinépolis Klic.
¿DE QUÉ VA?:
En un México atemporal, las mujeres están desapareciendo y una niña que se llama Huck usa una máscara de crepé para ocultar su sexo mientras ayuda a su padre adicto a cuidar un campo de béisbol abandonado.
LO BUENO: ESTILO, FICCIÓN, DIRECCIÓN
Todo lo que se cuenta en esta película puede ser real. Los narcos, las armas, el béisbol, los niños. Cuando termina, la historia no se avista tan distante sino terroríficamente tan cercana. Aunque Cómprame un revólver podría ser una cinta más sobre el sufrimiento que provoca el crimen organizado, no lo es. Ya que se vale de un estilo nunca antes visto en esta temática.
Se trata de una estilo que plantea futuro neo apocalíptico en un México asolado y sin mujeres. Con ello también están presentes una serie de elementos que caracterizan a este género cinematográfico, como la presencia continua de desiertos fantasmas y largas carreteras.
Con una fuerte influencia de filmes como Mad Max o Vanishing Point, incluso del álbum Danger Days de la banda estadounidense My Chemical Romance, Cómprame un revólver es atípica en la forma de narrar su ficción sobre el narcotráfico y ello la hace brillar por sobre muchos largometrajes mexicanos.
Julio Hernández Cordón escapa de los lugares comunes y dirige su obra apocalíptica con una estética similar a los ejemplos antes mencionados. Aunque se diferencia por destinar los elementos distintivos de México, como la pasión del norte por el béisbol, a través de referencias claramente visuales en el filme.
Sin ser innovador, pero sí inteligente, el cineasta dedica una banda sonora con bases eléctricas que adorna de forma preciosa las secuencias de acción y contemplación en la cinta. Lo fotografía polvorosa se eleva, precisamente, por la música que a veces es un vals intergaláctico y otras una composición experimental.
La dirección, por su parte, luce pulcra y elegante por medio de planos bellos y con una iluminación prodigiosa que va acorde al sentido poético y neo apocalíptico de Cómprame un revólver.
Mientras que lo que convierte a la obra de Julio Hernández Cordón en una película con sentido es su tono poético y literario intercalado en la voz de la niña protagonista, Huck. Ello le otorga el tono artístico que el largometraje busca en todo momento.
LO MALO: REPARTO
Lo único que podría reprocharse a Julio Hernández Cordón es el reparto que utiliza. Las actuaciones dejan mucho que desear en varios actores y la credibilidad de sus expresiones se pierde por esta razón.
RECOMENDACIÓN: 5 ESTRELLAS DE 5 (EXCELENTE CINE MEXICANO)
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? La aclamada cinta de Julio Hernández, ‘Cómprame un revólver’, se presentó en Hermosillo, Sonora, dentro del ciclo Cine Vecino del programa #JuntosPorLaPaz, en el Parque Copacabana. ? ? #CulturaComunitaria #TerritoriosDePaz #CineClubLaCopechi pic.twitter.com/0rdOK6ZRNH
— Cine Club La Copechi (@CineLaCopechi) November 29, 2019