Quienes se consideran expertos en la seducción afirman que esta es un arte pero, por suerte, la ciencia se ha tomado mucho tiempo para estudiarla y así lograr determinar qué funciona y qué no sirve para atraer a otra persona.
Comencemos por los básicos: contacto visual y toques estratégicos. Indagar en la naturaleza de la atracción no es nada nuevo, de hecho, un estudio publicado en Journal of research in personality en 1989 reveló que mirar a otra persona a los ojos por dos minutos incrementa el sentimiento de pasión mutuo.
Esta “táctica” no solo puede usarse para coquetear, sino que puede ser útil también cuando se está en una relación de largo plazo. ¿Sienten que la pasión ha desaparecido? Véanse a los ojos.
Tocar a la otra persona es una señal poderosa y distintos estudios a lo largo de las últimas dos décadas han clasificado los diferentes tipos de contacto físico como amistosos, potencialmente románticos o descarados y pasionales.
Tocar los hombros o un apretón de manos caen en la primera categoría; un abrazo alrededor de la cintura o un toque en el antebrazo se clasifican como potencialmente románticos, y tocar la cara se considera indiscutiblemente apasionado.
Para seducir a alguien, los expertos recomiendan mantenerse dentro de la clase intermedia (potencialmente románticos), que también incluye toques en la parte baja de la espalda y en el cabello.
De hecho, una investigación llevada a cabo en el 2007, publicada en Social Influence, sugiere que si una persona hace contacto físico por unos segundos con alguien a quien pide algo (como su teléfono o ir a bailar), incrementaba la posibilidad de que la petición fuera concedida. Pero el elemento más importante para conseguir que la seducción funcione es otro.
La doctora Monica Moore, psicóloga de la Universidad Webster en St. Louis, descubrió tras varios estudios que las personas atractivas no son las que obtienen mejores respuestas, sino aquellas que actúan con confianza y dejan claro –a través de sonrisas y contacto visual– su interés en la otra persona.