Coyoacán, un barrio pluricultural en riesgo constante
Esta zona es más que su Centro Histórico, San Mateo Churubusco, San Diego y San Lucas Churubusco son tres barrios que, desde la Conquista, han luchado por preservar sus tradiciones y cultura; sin embargo, sus habitantes se han enfrentado a retos como la delincuencia, la gentrificación y la pandemia, los cuales han puesto en peligro sus rituales y dinámicas sociales
Karina CoronaLa historia del barrio de Coyoacán se remonta al año 1332, cuando se estableció ahí un grupo proveniente de Chalco, el cual, en 1410, fue sometido por Tezozomoc, rey tepaneca de Azcapotzalco, quien dio a Coyohuacan el rango de señorío e impuso a su hijo Maxtla como su cacique. Fue hasta 1428 cuando se llevó a cabo la Triple Alianza entre Texcoco, Tlacopan y Tenochtitlán, provocando el dominio mexica sobre el pueblo de coyohuacas.
El territorio que ocupó el Coyoacán prehispánico estaba ubicado en lo que se conoce hoy como Churubusco-Chimalistac, Mixcoac y Tenochtitlán y, con la llegada de Hernán Cortes, la Colonia española lo gobernó entre 1525 y 1569.
Incluso, Salvador Novo escribió que la historia de Coyoacán comenzó cuando finalizó la de Tenochtitlán, pues Cortés fundó el primer Ayuntamiento del Valle de México, en el cual dictó disposiciones para el reparto de las tierras en torno a la Plaza Mayor de la nueva ciudad colonial, así, esta se fue dividiendo en barrios, los cuales fusionaron costumbres, tradiciones y culturas de gobierno indígenas y españolas.
“Los barrios tradicionales San Mateo Churubusco, San Diego y San Lucas Churubusco tienen orígenes prehispánicos, en particular la palabra Churubusco que viene del náhuatl ‘Huitzilopochco’. Era una zona importante, con su propio líder y organizaciones políticas; durante la época de la Conquista fue habitada por poblaciones rurales, campesinos que fueron evangelizados por los franciscanos”, aclara Blanca Cárdenas Carrión, antropóloga y licenciada en Etnología (ENAH-INAH).
Durante la Colonia, y parte del siglo XIX, se caracterizó por su religiosidad, poblándose con monasterios de diversas órdenes religiosas. En particular, en el Barrio de San Diego se construyó el Templo de Nuestra Señora de los Ángeles, inmueble histórico que data del siglo XVI, el cual tuvo diversos usos, pues además de convento, fue hospital, cuartel de guerra en 1847. Actualmente, alberga el Museo Nacional de las Intervenciones y la Coordinación Nacional de Conservación de Patrimonio Cultural del INAH.
Los tres barrios de Coyoacán en la actualidad
“Estos tres barrios pertenecen al Barrio del Carmen, que es la parte más turística y famosa, pero alrededor hay templos, regiones que se mantienen muy tradicionales, como La Conchita o el Barrio del Niño Jesús; ahora ya es casi impensable esta idea del barrio originario, pues ya se siente ajeno a nuestra realidad cotidiana, ahora que tenemos todo súper comunicado”, opina Cárdenas.
Alrededor de esto, las poblaciones de San Diego, San Mateo y San Lucas han hecho sus propios cambios. Para la antropóloga, San Diego es el lugar más atractivo y mejor organizado porque está alrededor del Convento de Churubusco; además, se mantiene hasta el día de hoy bajo un sistema de mayordomías.
Se trata de tres barrios que están en la lucha constante por mantener sus propias fiestas patronales, y que, a pesar de estar a un par de minutos del Centro de Coyoacán, han quedado lejos de la popularidad de éste, viviendo una realidad alterna.
“San Mateo también se rige por un conjunto de mayordomos de la tercera edad, lo difícil es que se ha hecho poco por recuperar sus memorias, por la gentrificación de la zona y construcción de nuevos edificios, zonas departamentales, condominios, se venden a altos costos y la población que habita estas calles no son los originarios, son nuevos habitantes que no tienen más de 10 años, lo que provoca que la apropiación de las costumbres, la forma de vida y tradiciones se pierda, ya es escasa”, relata.
Una tradición en peligro
Las tradiciones, costumbres y fiestas se han reducido a su mínima expresión, son pocas las calles y callejones que aún conservan la idea de “pueblo” y, lamentablemente, padecen de violencia e inseguridad.
Ha sido un cambio enorme en poco tiempo, aunado a la pandemia, las comunidades de los tres barrios las han resentido, como el hecho de no poder realizar las fiestas patronales de cada una de las iglesias. Por ejemplo, en San Diego el 15 de agosto es la Fiesta de la Virgen, y el 20 se conmemora la Batalla de Churubusco (1847).
“Tradicionalmente se hace un recorrido por las calles de la zona y un toque de silencio para recordar a los caídos de esa batalla. Hace 10 años, aproximadamente, el Museo de las Intervenciones reactivó la tradición comunitaria de hacer la cabalgata por las calles de San Diego. También se invitan a grupos de gaitas, recordando a la tradición irlandesa de quienes participaron en aquella batalla, es un evento interesante, la gente sale de sus casas, pero ya van dos años que esto no ocurre por la pandemia”, lamenta.
Es un proceso donde la situación sanitaria cambió todo, pero a pesar de las adversidades, aclara, aún se mantiene un sentido de comunidad, como las caminatas con mascotas, una actividad que, a pesar de que no pertenece a la ritualidad ni a la historia, es un ejemplo de cómo la sociedad aún mantiene su necesidad de contacto e intercambio.
“Una de las mayordomas de San Mateo perdió a su esposo, es una persona que lleva muchos años viviendo en este barrio y se ganó el respeto; con motivo de su viudez, el velorio fue masivo en plena pandemia, mariachis, comida, fueron días de música y llantos. Eso nos habla que, a veces, estas tradiciones no se detienen, la vida sigue y que estos discursos entre pandemia, encierro y sobre los 500 años de la Conquista son un poco ajenos a la población, pues tienen sus propias dinámicas”, indica.
De acuerdo con Blanca Cárdenas, muchos de estos discursos de conquistas y derrotas son oficialistas, y sirven para satisfacer a la historia nacional; sin embargo, hay que entender que no siempre son legibles en todas las localidades, pues existe una heterogeneidad de puntos de vista y formas de entender la historia.
“A partir de mi experiencia, en Coyoacán, y en cualquier comunidad indígena de México, la gente reconoce su propia línea del tiempo. En los barrios de Coyoacán se sienten parte de la historia de Huitzilopochco, el virreinato, los frailes, la Batalla de Churubusco, de los irlandeses, algunas familias viven aquí hasta el día de hoy. Hay más cosas alrededor y de visiones plurales de este país y de nuestra historia, para muestra, los propios barrios de la Ciudad de México”, concluye.