No hay nada más difícil para una estrella pop que crecer frente a los ojos del público.
Hay historias de éxito y de fracaso. Éxito como el de Justin Timberlake, quien pudo dejar atrás el aura y los atuendos ridículos de ‘N Sync para convertirse en un gran artista en solitario –respetado en todos niveles– gracias al impresionante disco “FutureSex/Lovesounds”. Timberlake tiene a todo mundo en espera de un siguiente álbum desde hace cuatro años. O fracaso como Diego Schoening, quien nunca pudo dejar a Timbiriche atrás y acabó anunciando detergente. El siguiente que intentará crecer frente a todos es el pop idol que está justo antes de Timberlake en mi iPod: Justin Bieber. Su nuevo disco “Believe” lo sacará de la pulcritud de la esfera adolescente para tratar de convertirse en un hombre, al ritmo de 12 tracks. Parte de ese crecimiento público es verlo junto a Lil’ Wayne y 50 Cent acompañando a Floyd Mayweather en su pelea en Las Vegas, o escucharlo semi rapear en su más reciente sencillo “Boyfriend”, que pese al título juvenil, es más parecido al sugerente “Wait” de The Ying Yang Twins. Su destino aún está en el aire, pero parece estar distanciándose de su pasado. Ojalá tenga su propio “FutureSex/Lovesounds”, la música pop se beneficiaría si lo logra.