Creer en el tiempo

Hay películas que fueron creadas para arrasar en premios, existen filmes hechos para ser olvidados desde el primer momento que salen a la cartelera y otras son cintas que están producidas para trascender a través del paso de los años.

Darren Aronofsky rompió todas las barreras, sólo hizo cine sin importar las consecuencias y en 2006, tras años de tropiezos, logró llevar a las marquesinas “La fuente de la vida”.

Pero el camino fue sinuoso para llegar a su realización.

Después del éxito de “Réquiem por un sueño” (2000), el realizador obtuvo 70 millones de dólares (mdd) para hacer su tercer filme, logrando convencer a Brad Pitt y Cate Blanchett para estar en los roles principales, sin embargo la producción se vino abajo y Warner Bros. –quien financiaba el proyecto– dio carpetazo a todo.

Aunque Aronofsky siguió creyendo en “El último hombre”, (título tentativo de su película) y se negó a dejar morir su propuesta audiovisual.

El realizador sabía que sacaría adelante su idea, él venía de la escuela independiente de cine, y podía volver a ella, así que con la mitad del presupuesto resucitó a “La fuente”.

Explicar “The Fountain” es complicado, es de esas cintas que sólo tienen que verse y cada quien armar sus conclusiones, pero en palabras del cineasta, la idea era “explorar la búsqueda de Dios, la búsqueda del sentido”, a través de la ciencia ficción.

Mientras se producía el largometraje se publicó una novela gráfica inspirada en el primer borrador del guión, Kent Williams fue el artista detrás de los pinceles y Vertigo Comics la casa editorial que le dio vida en ilustraciones a la historia de Aronofsky y Ari Andel.

Bajo el título “The fountain” (remix) se encuentra en YouTube un corte alternativo del largometraje que en teoría respeta la línea argumental trazada por Williams. El experimento funciona para quienes sean seguidores del filme.

A pesar de que Aronofsky tuvo el talento de Hugh Jackman y Rachel Weisz a cuadro, utilizó macrofotografía de microorganismos para los efectos visuales, acompañó sus escenas con la música de Clint Mansell interpretada por Kronos Quartet y reflejó parte de la cultura maya en “La Fuente”, en taquilla nunca pudo despegar, ni siquiera cubriendo su costo de producción.

Cuando se estrenó mundialmente en el Festival de Cine de Venecia, algunos medios la abuchearon en funciones de prensa, pero al ser exhibida públicamente recibió una ovación de pie durante 10 minutos. 

El estudio le negó al realizador agregar un comentario del director en el DVD y hacer una versión especial del mismo, por lo que Aronofsky hizo su propia voz en off y la subió a su sitio web para quienes quisieran sincronizarla con la película.

Crear en la paciencia. Creer en el tiempo. La fe de Aronofsky es lo que nos deja de mensaje su larga odisea que a la fecha no ha sido del todo compensada, pero es un ejemplo de cómo el silencio, el perdurar, el seguir adelante trae frutos a largo plazo.

Tal vez “La fuente de la vida” no sea una producción audiovisual para las masas, pero explorarla, o al menos observarla una vez, pueda dejar una marca en el recuerdo futuro.