Crítica Frozen 2; lesbianismo y agenda LGTB+ en las películas de Disney

Cuando se estrenó Frozen (Chris Buck, Jennifer Lee, 2013) el personaje de Elsa hizo eco en el público al constituirse como un rayo que brillaba muy diferente al de los demás, un destello que no era convencional al de las princesas típicas de Disney.

A diferencia de ellas, y de su hermana Anna, Elsa se erigía como una mujer empoderada y libre, quien no necesitaba de un príncipe para liderar un reino, ni de un amor sin imperfecciones para sentirse satisfecha.

Ahora, con Frozen 2, y con Chris Buck y Jennifer Lee de regreso en la dirección, las peticiones del público de hacer de Elsa el primer personaje lésbico en la historia de Disney se ignoran para dejarse, como en la primera parte, a la interpretación abierta con un mensaje sutil.

¿DE QUÉ VA?

Elsa, Anna, Kristoff, Olaf y el reino de Arandelle viven prósperamente. Pero cuando Elsa comienza a escuchar que un canto de sirena en su mente la llama, el pasado volverá a cobrar vida al recordar un viejo cuento de su padre sobre un bosque mágico que permanece dormido.

LO BUENO: EL DISCURSO Y LA PALETA DE COLORES

Es claro que Disney está mostrando sus primeros pestañeos a la agenda LGTB+. Algunos acusan que se trata de marketing; sin embargo, Bob Iger, presidente y CEO de la compañía, ha manifestado el interés que se tiene por abrirse a la inclusión.

En Frozen 2 se descarta el lesbianismo de Elsa, pero no se le cierra las puertas para tratarse este tema en una tercera parte. De una manera más obvia la película de Buck (Tarzan, 1999) y Lee (Moana, 2016) recalca el respeto hacia quienes son diferentes y condena el odio.

La cinta animada enfoca, de nuevo, su reflexión en Elsa, quien es diferente al resto de los humanos por tener poderes de hielo. Pese a que los habitantes de Arandelle la han aceptado, ella lucha por encontrarse en un mundo distinto a ella.

Como una alusión a las personas LGTB+, Frozen 2 enseña a sus espectadores que el respeto y la aceptación son las claves de la convivencia. De hecho, se presenta la historia de dos pueblos diferentes que luchan entre sí mismos por sus diferencias.

Esta trama cada vez se va repitiendo y es muy parecida a la del reciente estreno de Maléfica 2. Sin embargo, la insistencia de Disney por el respeto y la sana convivencia en los niños parece ir para largo con cintas como Frozen.

En esta ocasión, sin promover una idea en específico, la película sí señala que aquellos que viven con miedo y odio, a quienes son diferentes, son los más débiles, y hasta violentos. Por lo que el largometraje apuesta por el respeto.

Además, con el desarrollo de la historia de Elsa, Frozen 2 también deja en segundo plano el amor romántico y encauza su rumbo a la búsqueda de identidad, esa que nace a partir de las preguntas introspectivas que se responden con el paso de los años.

La otra bondad del filme reside en su paleta de colores, la cual en esta ocasión está integrada por colores contrastantes al azul que predominaba en la primera parte. Naranja, rojo y un violeta, que se degrada en ocasiones en verde, son los tres colores que abundan a lo largo de la obra.

LO MALO: LO CONVENCIONAL Y PREDECIBLE

Mientras que para el público infantil la película logra cumplir, para el adulto resultará sumamente predecible y un poco cansada en su repertorio de canciones. Sin superar a Let it go, traducida por Carmen Sarahí, y do you want to build a snowman?, doblada por Robert López, los sencillos se quedan para el olvido.

La destacada Into the unknow, de Panic! At The Disco, es la única que pretende competir para la siguiente entrega de los premios Oscar de la Academia.

A pesar de esto, Frozen 2 se establece como una secuela convencional y nada diferente al resto del catálogo de Disney. Aunque navega sobre una historia más oscura y madura, no alcanza para terminar en su final predecible y similar a otras cintas de conflictos entre dos pueblos distintos.

RECOMENDACIÓN 2.5 ESTRELLAS DE 5 (CASI REGULAR)

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