Crítica Parasite; adiós a Guasón y hola a la mejor película de este año

Querido, lector: esta reseña de la mejor película de 2019, Parasite, no contiene ninguna clase de spoiler por lo que puedes leerla con todo gusto
Carlos Ramírez Carlos Ramírez Publicado el
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Cuando a Bong Joon-ho (Okja, 2017) se le preguntó en qué género se encontraba su nueva película Parasite, ganadora de la Palma de Oro en el Festival de Cannes, él simplemente respondió que le gustaba romper con los géneros. Sí, su obra no tiene clasificación.

¿DE QUÉ VA?

Una familia tiene su hogar por debajo de las calles de Corea. Su casa es peculiar. Recibe los orines de los borrachines por las noches, se inunda de agua residual negra y con heces y cuando la colonia se fumiga, la familia aspira todo el humo blanco para plagas.

Cuando uno de los integrantes de esa familia pobre, Ki-woo, se hace pasar por maestro profesional de inglés conseguirá ingresar como tutor a un hogar sumamente adinerado, donde poco a poco, y como parásitos, la familia de clase baja chupará los recursos de la de clase alta.

LO BUENO, NO TIENE NADA MALO

Aunque la trama parece conducir a cierto escenario termina en uno completamente distinto al que se pudiera predecir. Se trata de un platillo que sabe diferente a lo que aparenta.

No es un chiste que Joon-ho declare que le gusta romper con los géneros.

Comenzando por la comedia, atravesando el drama, jugueteando con el suspenso, acariciando el terror, con una pizca de humor negro y un chispazo de documental, todo ello bañado por la crítica social, Parasite es una mezcla peligrosamente impredecible.

Esto es la principal virtud del largometraje mientras se consume, pues sobre ello descansa su delicia, misma que se adereza a tiempo por otros elementos que no hacen más que incrementar el placer visual e intelectual.

Por ejemplo, el guion que serpentea y va de un lado a otro no es molesto sino consigue sostener un ritmo firme que espanta a los bostezos y desintereses del espectador, para enfocarlo totalmente a la película.

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De esa manera, la posible lucha de clases sociales, ricos contra pobres o al revés, no se queda en el drama y la crítica sino que escala a la comedia y el terror.

Es difícil describir ese olor pero a veces lo hueles en el metro. La gente que viaja en el metro tiene un olor especial

Y es que a pesar de la distancia cultural entre México y Corea, Parasite acorta de una manera bestial ese distanciamiento y lo logra por medio de símbolos como una piedra que aparece a lo largo del filme, la cual simboliza la prosperidad material.

Asimismo, Joon-ho nos demuestra que los ricos siempre serán ricos y los pobres siempre serán pobres, no por sus bienes materiales sino por la mentalidad que los caracteriza a cada uno de ellos.

Por ello, en Parasite, los ricos son ingenuos y tontos, y los pobres son astutos. Tan avivados que incluso hay una familia de ellos viviendo bajo el hogar de los adinerados.

Nada de lo anterior se alcanzaría si no fuese por las actuaciones de todos los que participan en la cinta, ya que se inmergen en un estado que realmente los identifica con su clase social hasta en su manera de caminar.

De igual forma, la fotografía y el sonido son elegantes, aunque discretos, por lo que la cinta puede disfrutarse de una manera que nos exhibe la Corea del sur moderna.

Al finalizar, la película de Joon-ho pareciera indicarnos una suerte de un continuo ciclo que nos permea de igual manera a todos y que sin duda produce reflexión en torno a lo que acabamos de ver.

RECOMENDACIÓN: 5 DE 5 (EXCELENTE)

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