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Crítica ‘Ya no estoy aquí’: Netflix, narcos Zetas, cumbias y Felipe Calderón

Querido, cinéfilo: las opiniones vertidas en La Cinemágora no representan la perspectiva del medio. Esta crítica de ‘Ya no estoy aquí’ de Netflix NO CONTIENE SPOILERS

Verga es la palabra que más se repite en la película Ya no estoy aquí, del cineasta mexicano Fernando Frías, que se estrenó este 27 de mayo en la plataforma de entretenimiento streaming Netflix.

Verga, verga, verga. La película de Frías ganó el Premio del Público en el pasado Festival de Morelia. Pero, el director de cine confesó, en entrevista, que aún se muestra reacio a apreciar su obra en un formato distinto a la pantalla grande.

Estoy nervioso porque sin duda, siendo enteramente franco, yo crecí yendo al cine, en la pantalla grande y así es como concibes tu película. El planteamiento de la fotografía todo eso está pensado así

¿DE QUÉ TRATA?:

Ulises es un joven que se ve obligado a emigrar tras un malentendido con el cartel de los Zetas, dejando atrás a su familia, sus amigos y las fiestas que ama.

LO BUENO: CONTRACULTURA Y ARISTAS

La historia de Ya no estoy aquí no tiene embrollos. Todo lo contrario. Es la narración de un joven llamado Ulises quien está identificado con la expresión de la contracultura y la devoción a la cumbia colombiana rebajada.

Sin ser colombiano, sino regio, Ulises tiene una pandilla que se autodenomina Los Terkos. Su gusto por las cumbias está entretejido con el estilo cercano al de los cholos de Los Ángeles.

Esta expresión de la contracultura está ilustrado convenientemente a lo largo del filme de Frías, quien eligió actores no profesionales para su obra. Con ello estampó verosimilitud a esta parte de México que no es popular.

Sumado a lo anterior, el director nacido en la Ciudad de México envuelve su largometraje con una banda sonora atiborrada de cumbias rebajadas.

En efecto, el cineasta manifiesta esta virtud en su película al contrastar esta contracultura con la desesperanza que existía durante la Guerra contra el Narcotráfico declarada por el ahora expresidente Felipe Calderón.

De hecho, Fernando Frías emplea referencias sutiles, pero certeras, hacia Felipe Calderón y sus discursos en contra del crimen organizado. Con esas menciones, el cineasta cosecha un ambiente propicio para la presentación de los narcotraficantes.

Es cierto, a la contracultura plasmada en el filme también se suma esta arista del crimen organizado y la narcocultura que ello acarreó en las personas.

Los Terkos, sus cumbias colombianas y estilo casi cholo pronto se ven desplazados por los Zetas y sus narcocorridos reproducidos en camionetas pick up.

Las aristas, más tarde, aumentan con la salida de Ulises de México por temor a los Zetas. Ahora, en Nueva York, el apasionado por la cumbia encara una cultura amalgamada por migrantes de distintas partes del mundo.

El talento de Frías para articular estas aristas es evidente en la cinta, misma que no emite juicios de valor sino expone la realidad paupérrima de México que se acomoda a un sincero amor por la cumbia rebajad.

LO MALO: ACTUACIONES

Por el contrario, lo único reprochable de Ya no estoy aquí son sus actuaciones, mismas que en muchas veces restan suficiente calidad a la cinta mexicana.

Y es que si bien Fernando Frías decidió no utilizar actores profesionales, esto también le jugó en contra al momento de requerir credibilidad en escenas primordiales.

RECOMENDACIÓN: 4 ESTRELLAS DE 5 (BUEN CINE MEXICANO)

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