Cuando los años se van
A tres calles de Palacio Nacional se vive otro México fuera de la solemnidad y los grandes vitoreos políticos.
En los alrededores de Plaza Loreto, las vecindades, el comercio informal y el tránsito de millares de peatones que mercadean son la jornada de ese pulso distinto de la ciudad.
De día algunas son amas de casa ordinarias. Preparan la comida, barren la casa y planchan su ropa, pero al despuntar el atardecer, avientan el delantal y la escoba para cambiarse de hábito y tomar el rímel y vestido, para empezar su jornada laboral.
Hidalgo NeiraA tres calles de Palacio Nacional se vive otro México fuera de la solemnidad y los grandes vitoreos políticos.
En los alrededores de Plaza Loreto, las vecindades, el comercio informal y el tránsito de millares de peatones que mercadean son la jornada de ese pulso distinto de la ciudad.
De día algunas son amas de casa ordinarias. Preparan la comida, barren la casa y planchan su ropa, pero al despuntar el atardecer, avientan el delantal y la escoba para cambiarse de hábito y tomar el rímel y vestido, para empezar su jornada laboral.
Y lo hacen, aunque ya sobrepasen los 60 años de edad.
Ángeles se pasea en tacones, minifalda y maquillaje coqueto dispuesta a regalar una sonrisa, mientras es una más del flujo de la zona, solo que ella ofrece su cuerpo como único servicio al cliente.
Tras 20 años de cercanía y familiarizarse con el entorno, la fotógrafa Maya Goded sacó un libro titulado “Plaza de la soledad”, en el que comparte la cotidianidad de las mujeres más allá de su vida galante.
Pero un libro no era suficiente. Después de empezar a grabar en febrero 2012, sin un presupuesto certero y teniendo que dejar de rodar por falta del mismo, la retratista sacó un corte de tres horas después de un año y medio de edición, trabajándolo para quedar en una hora y 25 minutos, decidiendo darle la inscripción homónima de su obra pictográfica.
Ambulante presentará a partir de mañana esta narrativa audiovisual, que además de sus exhibiciones en la Ciudad de México, también estará en Puebla, Coahuila, Veracruz, Baja California, Jalisco, Michoacán y Oaxaca, donde tendrá una proyección especial en el Penal Femenil el viernes 15 de abril con presencia de la directora.
Maya Goded: la emoción en la lente
De ojos vidriosos y claro sentimiento en la voz, la fotógrafa ahora convertida en documentalista con su ópera prima, describe que la pasión siempre estuvo presente durante el rodaje.
“Siempre soy así (risas) tomo fotos y lloro, ya llevo años y sigo siendo así”, confiesa Goded, quien además es esposa del actor Daniel Giménez Cacho.
Al ver el documental, una de las cinco mujeres que salen retratadas le dijo: “‘¡Ay sí salió! Es que de repente tu me pones nerviosa de que no fuera a salir porque te la pasas llorando’ (risas) entonces no me veía capaz”.
Además, explica que fue muy difícil lograr el proceso de edición hasta su corte final, pero las escenas que no lograron llegar a la pantalla las tomará para hacer una video-instalación que estará disponible en 2017, en el Centro de la Imagen, ubicado en el Centro Histórico de la Ciudad de México.
El diálogo: resultado a futuro
Del resultado final, lo que más le interesa a la fotógrafa es poder platicar con el público que presencie “Plaza de la Soledad”, ya que quiere escuchar la voz de los cinéfilos.
Le extasía mucho la función que será en la prisión de Oaxaca, pues pretende fomentar la discusión y que sea “un pretexto para hablar del tema, eso me emociona”.
Así como las reacciones que tuvieron las mujeres al verse en pantalla. “Esther, me habló por teléfono, me escribió un poema y me dijo que ella siempre veía a sus compañeras, pero que hasta que vio el documental se pudo ver a sí misma, y que era un reflejo y se había podio ver por fin como era”.
La violencia: el otro personaje
Dentro del discurso de “Plaza de la soledad” se percibe un testigo silencioso que se encuentra presente durante todo el largometraje: la crueldad con la que han sido tratadas las mujeres de La Merced desde su edad temprana.
“Es una violencia que ellas crecieron desde chiquitas y luego eso se vuelve una atmósfera en donde trabajas, en donde vives, en tus relaciones”, desahoga la realizadora.
Goded busca crear la incomodidad del público con su visión, pero tampoco empuja un prejuicio bajo su perspectiva, invita a que el público saque sus propias conclusiones de la vida que transitan las prostitutas de La Merced.
Dentro del filme algunas de las señoras que ya sobrepasan la mitad del siglo de edad, describen el abuso sexual que vivieron en su infancia, dando fiel retrato a la marginación y el dolor con el que han vivido a costa de ser mujeres.
La agresión inédita: las escenas perdidas
Dentro del recorte que sufrió el montaje del documental, Goded ahondó en que hubo una escena muy particular que tuvo que quedar en la sala de edición.
“Hay una escena de Lety que ella siempre está preocupada por arreglarse el pelo (…) y un día estaba en su casa, llegó su hija, le iba a pintar el pelo (…) y le está contando su hija cómo mataron y apuñalaron a la vecina, pero de algo muy cotidiano, eso me parece tan México”, narra Goded.