Cuentista fuera de órbita
"Tú pareces linda, pero yo leí la novela y sé lo que tienes aquí adentro”, señaló el escritor mexicano Fabrizio Mejía Madrid a la cabeza de Samanta Schweblin después de revelar que leer la primera novela de la autora argentina le había generado un acto perturbador.
A sus 37 años la cuentista argentina, merecedora de galardones como el Premio de Cuento Juan Rulfo en 2012 y el Premio Casa de las Américas en 2008, otorgado por la Casa de las Américas en La Habana, Cuba, presentó en México este año su primera novela “Distancia de rescate” bajo el sello de la editorial Almadía.
Jonathan Ávilahttp://youtu.be/R0lAa0lmtjI
“Tú pareces linda, pero yo leí la novela y sé lo que tienes aquí adentro”, señaló el escritor mexicano Fabrizio Mejía Madrid a la cabeza de Samanta Schweblin después de revelar que leer la primera novela de la autora argentina le había generado un acto perturbador.
A sus 37 años la cuentista argentina, merecedora de galardones como el Premio de Cuento Juan Rulfo en 2012 y el Premio Casa de las Américas en 2008, otorgado por la Casa de las Américas en La Habana, Cuba, presentó en México este año su primera novela “Distancia de rescate” bajo el sello de la editorial Almadía.
La historia comienza en el onírico espacio oscuro en donde una mujer –Amanda– conversa con David, un niño. Amanda es amiga de Carla, la madre de David.
Las historias se entrelazan a partir de una enfermedad que comparten por la intoxicación en un pueblo de la zona rural argentina.
Esa misma historia llevará a estos dos personajes a toparse con un recuento del día para descubrir en qué momento terminaron compartiendo una intoxicación, entre mezclando fantasía y suspenso.
“La novela es la búsqueda, es una búsqueda introspectiva con una especie de dialogo, preguntas y respuestas, tratando de entender qué es lo qué está pasando, por qué pasó lo que pasó y cómo salir de eso. Es como un relato con mucha urgencia. Y también trata sobre los herbicidas en Argentina, que es un gran problema que tenemos en este momento, porque se fumigan los campos de soja con acaricidas y bueno es algo bastante venenoso, la gente se está muriendo”, dijo Schweblin en entrevista para Reporte Indigo.
Para Samanta, el tema de los herbicidas es fundamental. Y además de estos, el planteamiento fundamental de la novela es la relación existente entre la madre y los hijos, la distancia de rescate con la que las madres se ven obligadas a cuidar de sus vástagos ante cualquier problema que pueda surgir.
“Es bien importante la relación madre e hijo, además hay una suerte de espejo, porque hay dos madres y dos hijos, me interesa mucho el tema de las fatalidades en las relaciones y esta idea de que todos creemos que tenemos libre albedrío pero me parece que no, entonces esas dos relaciones juegan un poco como espejo, es decir, lo que a una pareja, madre e hijo, le está pasando es el futuro de lo que le va a pasar a la otra pareja madre e hijo”, relató la cuentista.
¿Qué ocurre si tu hijo se acerca y te dice que no es él? Se preguntó Samanta al escribir una primera historia que desembocó en la novela, y fueron los elementos fantásticos del ruralismo argentino, los que crearon la trama en “Distancia de rescate”.
“Qué hacés, o sea, no hay nada legal, no hay ninguna figura legal con la que puedas resolver ese problema, no puedes llamar a la policía ¿cómo denunciás o cómo enfrentás, cómo luchás para volver a tener tu hijo? Si por un segundo sospechás que lo que hay adentro de tu hijo, ya no es tu hijo. Esa fue la idea germinal de la novela”, explicó Samanta.
¿Cuánto tardaría una madre en correr para salvar a su hijo? Volvió a cuestionarse la autora para tratar de explicar cómo dentro de la trama se habla de un hilo invisible por el cual las madres asumen una distancia de rescate.
“Creo que uno mide constantemente esa distancia, que a mi me interesa también porque para medir esa distancia hay que tener un registro constante de todas las fatalidades que podrían ocurrir, todo el tiempo, es como algo bastante psicótico o neurótico, esa es la ‘distancia de rescate’”, aseveró la autora.
Y aunque la experiencia propia no queda permeada en la narrativa de la argentina, confesó que los elementos autobiográficos que pueden acontecer en la historia, son más de sensaciones que de hechos reales en su vida.
“Yo creo que en este libro en particular lo autobiográfico tiene que ver con determinadas sensaciones, como esa sensación de dependencia, de necesidad, de cuidado de las madres, no hay en esta historia específicamente autobiográfico que me haya disparado a ponerme escribir de esto”, explicó.
Del cuento a la nouvelle
Samanta es autora de libros de cuentos como “El núcleo del disturbio”, “Pájaros en la boca” y “La pesada valija de Benavides”, además participó en antologías del mismo género como “Cuentos argentinos”, editado por Siruela en España en 2004; “La joven guardia” y “Una terraza propia”, editados en Argentina, por Editorial Norma, en 2005 y 2006, respectivamente.
Aunque para la escritora su estilo y ritmo no cambian, pues no lo acepta como una entrada directa al mundo de la novela, sino como una mirada a ese género que había sido desconocido para ella.
“No cambió porque tampoco me parece que sea una novela, propiamente dicha, es decir, es una nouvelle, creo que es un mundo más cercano al cuento largo que a la novela propiamente dicha, siento que todavía no me crucé al otro lado, al de los novelistas”, dijo.
De igual forma explicó que al principio la historia estaba planteada como un cuento, pero al paso que la redactaba, se dio cuenta de que eso no podía ser narrado en algo menor a 10 paginas y fue el momento en que entendió que se trataba de una historia más larga.
“(…) el género me tomó por sorpresa, es decir, no es que yo decidí escribir una novela sino que tenia una historia que no terminaba de funcionar y encontré la solución, justamente, en su distancia, cuando entendí que esa historia no se podía contar en 10 paginas, que era el espacio que era para mi cómodo”, confesó.
En la edición el texto crecía, primero aparecían 10 paginas, después 20, y al momento de reescribir aparecían más de 50, y aunque la escritora no aceptó poder entrar de lleno a la novela, mencionó que está consiente de una lógica que guía a la misma.
“Siento que me asomé a ese mundo, que pude ver, por ejemplo, ciertas posibilidades respecto al registro, como manipular la maquinaria narrativa, que por ahí no existe en el cuento (…) fue una manera de empezar a jugar con todo ese otro mundo, y creo que una vez que uno da un paso tan largo tu cabeza ya sabe que puede volver a dar esa longitud de paso si fuera necesario”, dijo.
La nueva narrativa argentina
Antologías como “La joven guardia”, un texto compilado por Maximiliano Tomas, crítico literario argentino, dio paso a una camada de escritores menores de 40 años que ya habían publicado por lo menos un libro, aunque para Schweblin hoy existen grandes escritores jóvenes que no estaban en esa antología y hoy son referente de la literatura argentina.
“Ya tiene varios años, (‘La joven guardia’) es un libro del 2004, pero que fue representativo para nosotros porque aunó a gran parte de lo que después fue la nueva camada de narradores, pero hay ahora grandes narradores de mi generación que no estaban en esa antología, pero creo que, en ese sentido, me parece que en Argentina estamos pasando algo bastante parecido a México, es decir hay nuevos narradores, son bien interesantes, son bien personales en sus mundos”, mencionó Samanta.
También dijo que estas nuevas generaciones de escritores, desde su punto de vista, no están creando escuelas canónicas, sino que realizan su trabajo motivados por su gusto en la escritura, aunado a una promoción editorial independiente que les permite llegar a los lectores, a nivel nacional e internacional.
“No están aunando ningún tipo de escuela, ninguna voz particular, digamos, ningún registro o ningún mundo que los huna como grupo, pero sí me parece que hay algo con las editoriales independientes, con las nuevas maneras de distribución, de llegar al lector que hace que publiquemos más jóvenes”, agregó.
De la misma forma indicó que la modernidad ha permitido que estos jóvenes escritores puedan ser reconocidos por sus contemporáneos con mayor facilidad y de esa forma tener mayor presencia entre los autores de Argentina.
“Yo creo que a las generaciones anteriores les llevaba más tiempo leerse a ellos mismos, porque tenían que esperar que otros libros funcionaran, primero en su país, después en España, después volvieran al país vecino, me parece que ahora hay más inmediatez, y esa frescura se lee en la obra que se está produciendo ahora en Latinoamérica”, reconoció la porteña.