De filo en los recuerdos

La lectura como placer, el sumergirse en ella para dejar de pensar en una novela y sólo vivirla en la mente, ese es el propósito de Santiago Roncagliolo, al menos es lo que explica el autor que reside en España desde hace más de 15 años.

Con su libro “La noche de los alfileres” el peruano transporta a sus lectores a un estado sudamericano todavía regido por la dictadura Fujimori, pero el trasfondo político pasa a otro plano en la ficción.

Hidalgo Neira Hidalgo Neira Publicado el
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“Ésta es la primera novela que jala de mis memorias, que toma de mi propia experiencia, hasta ahora había sido un escritor más pudoroso” 
Santiago RocanglioloEscritor
https://youtu.be/MzfSz0N1oXg

La lectura como placer, el sumergirse en ella para dejar de pensar en una novela y sólo vivirla en la mente, ese es el propósito de Santiago Roncagliolo, al menos es lo que explica el autor que reside en España desde hace más de 15 años.

Con su libro “La noche de los alfileres” el peruano transporta a sus lectores a un estado sudamericano todavía regido por la dictadura Fujimori, pero el trasfondo político pasa a otro plano en la ficción.

Lo que importa es la adolescencia, el vivir de cuatro jóvenes que están descubriendo lo que significa pertenecer a una nación donde no existen los tenis Nike, McDonald’s o juguetes de Star Wars, sino que ahí, en ese “infierno”, todo es una copia del primer mundo estadounidense.

“Esta es, supongo, la novela que les debía a mis hijos. Mis hijos son dos catalanes felices que viven en una sociedad tolerante, muy liberal… y de repente me di cuenta que yo había crecido en el infierno y que habían tenido suerte, que te podía tocar mala suerte y crecer en un lugar con bombas y apagones y en un colegio de hombres reprimidos, con una olla a presión de hormonas”, explicó el literato.

Manu, Beto, Moco y Carlos son los rostros de la adolescencia curtida en esta atmósfera de incertidumbre peruana, en los que Roncagliolo depositó parte de su psique juvenil y ahora es transformada en obra literaria.

El inicio de la noche

Considerado en parte chilango por haber vivido un lapso de su infancia en el Distrito Federal, en la colonia Florida, a Roncagliolo se le ve con soltura al hablar de lugares comunes de la ciudad de México, aunque “La noche de los alfileres” sea una oda a los momentos de su juventud en Lima, Perú.

“Ésta es la primera novela que jala de mis memorias, que toma de mi propia experiencia, hasta ahora había sido un escritor más pudoroso”, confiesa el escritor.

El tiempo preciso de escritura para Roncagliolo es difuso, ya que para él tal vez es sentarse dos años de lleno a vaciar los recuerdos, pero el germinar la idea le cuesta alrededor de una década.

“De hecho yo llevo 16 años viviendo en España y debería empezar a escribir algo  ambientado en España, pero es que recién voy por el año 1992 (risas) organizar las memorias, las historias y lo que quieres decir tarda muchísimo tiempo”, se sinceró.

El libro nació originalmente como una obra de teatro, que de hecho escribió cercano a las edades de los protagonistas, “encontré la obra entre mis papeles, la empecé a mirar y pensé que era un horror, que yo no escribo así pero que el argumento básico podía usarse y desarrollarse de otra manera”.

El cuarteto de Roncagliolo

Divide su novela en cuatro, siendo voces distintas que hablan como una sola, pero al hilvanar los personajes el peruano se descubre a sí mismo como el rostro que se esconde del pasado en Carlos, Moco, Beto y Manu.

“Todos estos personajes están hechos de partes de mi pasado. Carlos sale de todas esas expediciones infructuosas en búsqueda de chicas que nunca conseguíamos, todos con el pelo parado arriba, largo atrás, apestando a una colonia que aún no puedo creer que nos hayamos puesto”, describe.

En Beto plasmó un reconocimiento a todos aquellos niños de biblioteca, que se escondían de ser víctimas del Bullying. A Moco le heredó su gusto intrínseco por el cine de todo tipo, aunque el adolescente se dedique en la ficción a ser un distribuidor clandestino de pornografía en la escuela.

“A través de Moco, quise homenajear a todas esas películas, inclusive al porno que formaba parte de todo esto y que igual que Moco yo también vendí una época en el colegio porque el padre de un amigo tenía montañas de porno, una biblioteca pública del porno en su casa, así que robábamos revistas y video y los vendíamos en el colegio”.

Manu: el veterano perdido

De los cuatro personajes que están hechos de fragmentos de Roncagliolo, admite que el único que se aleja de él es Manu, un chico conflictivo que busca ser expulsado del colegio a toda costa, inclusive amedrentando verbalmente a la maestra Pringlin y poniéndola en situaciones incómodas de connotación sexual.

“Todos tienen modelos masculinos rotos o ausentes, pero Manu fue al revés, para Manu concebí primero al padre. En realidad no lo concebí, lo conocí. Conocí a un veterano de guerra que había peleado en la lucha interna del Perú”, reveló.

El militar que estuvo en zonas de emergencia, de enfrentamientos armados, fue un reflejo para crear al padre de Manu, quien en el libro es un héroe de guerra, que después de pasar un periodo radical en la lucha, vuelve trastornado sin vivir en el presente.

“Los terroristas mandaban a niños de 8 o 10 años con cubetas de combustible para que las tiren sobre las trincheras, y así podían incendiarlas a distancia y obligar a los soldados a salir para acribillarlos. Los terroristas entregaban los fusiles de los muertos a los niños, por eso este veterano, niño que veía corriendo, niño al que le disparaba”, expuso Roncagliolo de la realidad.

Keiko Fujimori:  ‘me preocupa su presente’

Al entrar en detalle de la vida política de su país el autor se pronunció preocupado por las próximas elecciones presidenciales, donde contiende por segunda ocasión Keiko Fujimori, hija del controversial expresidente peruano.

“La gente se preocupa mucho porque Keiko sea la hija de un dictador, pero a mí no me preocupa mucho su pasado, me preocupa mucho más su presente. Keiko está aliada con la agenda moral ultraconservadora de grupos religiosos que consideran a la homosexualidad una enfermedad, a mí me parece una enfermedad creer eso”, comentó.

“Keiko es la candidata de todos los resentidos contra la democracia, de todos los que no les conviene la transparencia, los derechos civiles, pagar impuestos, y esto era malo en los noventas, es malo ahora y seguirá siendo malo dentro de 50 años, es un peligro muy grande”, puntualizó.

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