Desperdicio de alimentos, problema que afecta a todos

El desperdicio y pérdida de alimentos es, además de una preocupación social y humanitaria, un problema ambiental, pues involucra energía y agua que se requieren para cosecharlos y transportarlos. Por ello, en el Día de la Tierra se llama a crear un hábito y consumo responsables
Karina Corona Karina Corona Publicado el
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Si las emisiones de gas de efecto invernadero generadas por el desperdicio de alimentos fueran un país, estas serían el tercero más grande del mundo. A nivel global se desechan mil 300 millones de toneladas de alimento al año; en México, un tercio de lo que se produce se pierde, esto equivale a 38 toneladas por minuto, con ello se podría alimentar a las 25.5 millones de personas que viven en carencia alimentaria.

Los datos, revelados por la Red de Bancos de Alimentos de México (Red BAMX), son cada vez más preocupantes, pues impacta en lo social y también en el medio ambiente, ya que incide en el cambio climático.

Mariana Jiménez, directora nacional de Alianzas Estratégicas e Inversión Social de la Red BAMX, explica a Reporte Índigo la diferencia entre pérdida y desperdicio de alimentos.

“La pérdida de alimentos es cuando se desaprovecha el producto que todavía es apto para el consumo humano, pero que se da en los procesos de cosecha, almacenamiento y distribución de los alimentos; y el desperdicio es aquella pérdida que está hecha para el consumo humano, que son aprovechables, pero que terminan en la basura por el consumidor y que generalmente se dan en ventas a hoteles, restaurantes y en los hogares”, precisa Jiménez.

“Tenemos que ser conscientes de esta problemática que ha sido invisibilizada y hemos normalizado porque no somos conscientes de dónde vienen nuestros alimentos”
Mariana JiménezDirectora nacional de Alianzas Estratégicas e Inversión Social de la Red BAMX

Impacto en el país

De acuerdo con un estudio realizado por la Red BAMX, en 2017, 20.4 millones de toneladas de alimento apto para el consumo humano se desperdició, generando un impacto económico de casi 400 mil millones de pesos.

“Para producir alimentos que terminan en la basura se requiere de grandes cantidades de recursos naturales, por mencionar uno de los más importantes, y que nuestro planeta está sufriendo significativamente, es la escasez de agua. Se destinan más de 40 millones de litros de agua, es decir, lo necesario para abastecer al 100 por ciento de la población mexicana durante 2.4 años”, informa.

También hay que considerar que los residuos orgánicos por alimentos no aprovechados generan gases de efecto invernadero, lo que anualmente asciende a más de 36 millones de toneladas de CO2, equivalente a la cantidad generada por 15.7 millones de automóviles, esto representa el tránsito vehicular de la Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey, juntas, durante un año.

Una sobreproducción de alimentos al desperdicio

Mariana Jiménez indica que la pérdida y el desperdicio de alimentos tienen un triple impacto negativo, pues hay que considerar que todo esto sucede en México, un país donde más de 28 millones de personas no poseen suficiente acceso físico, económico o social a comida que les garantice una calidad alimentaria adecuada a sus necesidades.

“Hay más de 28 millones de personas que sufren inseguridad alimentaria en un país que produce suficientes alimentos para proveer a todos y en el que se están desperdiciando y perdiendo más del 37 por ciento de la producción”, precisa.

De hecho, a nivel mundial, México sigue estando dentro de los 10 países productores de alimentos, que, comenta Jiménez, es más que suficiente para cubrir a toda la población.

Sin embargo, estos alimentos no están llegando a los consumidores finales, porque se están perdiendo a lo largo de toda la cadena de valor, generando un impacto negativo que, en otre otras cosas, ocasiona que se perpetúe la pobreza.

“Cuando se pierden y desperdician los alimentos que quedan disponibles, obviamente, se elevan sus precios, lo que los hace menos accesibles para las personas con menor poder adquisitivo”, detalla.

Incluso, como parte de “El Acuerdo de París”, dentro de la Convención Marco de la ONU, ya está considerado el debate sobre la pérdida de alimentos y búsqueda de estrategias para prevenir el cambio climático.

Gracias a estos datos, y desde la Red de Bancos de Alimentos de México, se puede enlazar con políticas públicas para hacer algo al respecto e intentar frenar la problemática.

“Somos una respuesta y el puente que enlaza la abundancia con la necesidad, los excedentes de la producción, tanto en el campo, como las cadenas de tiendas, industria alimentaria, con las personas que viven en la seguridad alimentaria en nuestro país”, aclara.

Actualmente, la Red recupera más de 135 millones de alimentos para consumo humano, lo que beneficia y mejora las condiciones alimentarias de más de 9.1 millones de mexicanos, esto, a través de 54 bancos de alimentos ubicados en 30 estados de la República.

La problemática de desperdicio de alimentos se puede atacar desde distintos niveles, por ello, la Red BAMX hace, en el Día Mundial de la Tierra, un llamado para que toda la sociedad trabaje para que la crisis alimentaria disminuya con mayor rapidez.

La iniciativa Pacto por la comida busca concientizar y unir a empresas que producen y distribuyen alimentos para que, en 2030, se haya logrado disminuir los desperdicios alimentarios en un 50 por ciento

Para Mariana Jíménez, una primera acción es reconocer los eslabones en la cadena de valores y las razones por las que se da la pérdida y desperdicio de alimentos.

Por ejemplo, en México, a diferencia de países de primer mundo, se falla en el pronóstico y anticipación de demanda de los alimentos, en la volatilidad de los precios, normas de etiquetado, los sesgos entre fechas de caducidad o de consumo preferente, subsidios, pero, sobre todo, por la falta de apoyo y tecnología en el campo.

“El desperdicio que se da en el campo tiene que ver con los hábitos y patrones que tenemos los individuos. Una causa de la pérdida son los juicios estéticos que se le pone a los alimentos, si una zanahoria no es perfecta yo no la compro en el supermercado y eso hace que ese juicio lo tengan en las tiendas, los supermercados y los agricultores o los exportadores”, detalla.

No obstante, la especialista invita a las y los consumidores a incidir de manera significativa en el cambio y a ser conscientes de la responsabilidad al momento de elegir los productos.

“Lo que no nos comemos nos está afectando a todos, ya hemos visto cómo la Tierra y el medio ambiente nos cobra las facturas, todos podemos hacer algo desde sus trincheras, si todos optamos por mejores hábitos de consumo y cada uno empezamos con un hábito responsable de consumo el cambio sería significativo”, concluye.

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