Dirty Beaches: Lo-fi exiliado
La historia de Alex Zhang Hungtai, mejor conocido por estar detrás del proyecto lo–fi nostálgico de Dirty Beaches, es una mezcla inusual de nacionalidades que se refleja también en una extravagante mezcla de estilos que sumerge en atmosféricos sonidos.
Nacido en Taiwán pero de nacionalidad canadiense, ha vivido en ciudades tan dispares como Honolulu, San Francisco, Shangai, Montreal y más recientemente Berlín, en donde grabó su nuevo y más ambicioso disco.
Juan Antonio ZertucheLa historia de Alex Zhang Hungtai, mejor conocido por estar detrás del proyecto lo–fi nostálgico de Dirty Beaches, es una mezcla inusual de nacionalidades que se refleja también en una extravagante mezcla de estilos que sumerge en atmosféricos sonidos.
Nacido en Taiwán pero de nacionalidad canadiense, ha vivido en ciudades tan dispares como Honolulu, San Francisco, Shangai, Montreal y más recientemente Berlín, en donde grabó su nuevo y más ambicioso disco.
Para cada uno de sus lanzamientos, Zhang inventa nuevas personalidades de acuerdo a su calidad de desplazado o exiliado, que le sirven para darle una identidad única a sus sencillos y discos.
Dirty Beaches se dio a conocer gracias a “Badlands”, un álbum de 2011 en el que sumergió rockabilly y no wave en una espesa capa de lo-fi. El resultado le valió una nominación al Polaris Music Prize de ese año, el premio a lo mejor de la música canadiense.
“Badlands” fue inspirado en una vieja fotografía de su padre, en donde aparece con un peinado pompadour al estilo rockabilly de la década de los 50. De ahí el look con el que aparece Alex Zhang en muchas de sus imágenes de prensa.
Dirty Beaches llega a 2013 con “Drifters/Love is the devil”, un álbum doble de poco más de 75 minutos de duración que fue grabado en el estudio de Berlín de Anton Newcombe, el fundador de la legendaria banda The Brian Jonestown Massacre.
La voz de Alex Zhang suena a una combinación entre Chris Isaac y un calmado John Maus; su música está bajo la influencia experimental de Suicide y bien podría servir para musicalizar una película de Jim Jarmusch. Esta rara pero atractiva combinación se puede apreciar en “Drifters”, la primera parte del álbum que está más enfocado a tracks con estructuras de canciones pop.
La abridora “Night walk” tiene un toque nocturno industrial que pone a tono el resto de las canciones. “Belgrade” suena descaradamente a Suicide. En “Aurevoir mon visage” escuchamos a Zhang cantar en francés, y en español en “Mirage hall”, el track más experimental del álbum.
Pero es en “Casino Lisboa” donde Dirty Beaches encapsula lo mejor de su sonido. Además, el video le hace justicia a la estética industrial del proyecto.
“Drifters/Love is the devil”
Dirty Beaches
[Zoo Music; 2013]
120 pesos en iTunes