Segundas versiones –sobre todo hechas por uno mismo– nunca fueron buenas.
No tengo más que respeto para Miguel Bosé, es lo más cercano que la música en español ha tenido a David Bowie.
Aunque les pueda costar trabajo creerlo, ningún otro artista en Hispanoamérica cuenta con la capacidad de Bosé para cambiar –y muchas veces sorprender– con cada disco.
Pero el límite está en “Papitwo”. Simplemente no hay necesidad de escuchar de nuevo grandes canciones con el añadido de invitados. “Papito” de 2007 fue una buena ocurrencia, “Papitwo” es más un atraco al bolsillo de los fans del cantante.
Aunque hay que reconocer que debe ser extremadamente difícil decirle que no a un proyecto que te pondrá a colaborar con amigos, y cuyo precedente vendió más de un millón de copias.
Por más que se haya integrado a Ximena Sariñana, ¿realmente hay una mejora a la versión original de “Aire Soy” de 1986? La respuesta es: obviamente no.
La peligrosidad y misterio de la versión original –la cual salió a la venta cuando
Ximena tenía menos de un año de edad– están totalmente diluidas en la versión de 2012, cuyo único agregado es la necesidad de Sariñana de agregarle “shonidos ashi” a su interpretación de la canción.
El momento más fresco del disco es por eliminación “Decirnos adiós”, un tema inédito grabado a dueto con Penélope Cruz.
Pese a la inclusión de Joaquín Sabina en “Sol Forastero” y de Alejandro Sanz en “Te Comería El Corazón”, ambas versiones quedan lejos de la fuerza de las originales incluidas en “Bajo El Signo de Caín”, fácilmente uno de los mejores tres discos pop en español de los últimos 20 años.
Está claro que las nuevas versiones están hechas con cariño y ganas. Sin embargo, el resultado no se compara a la calidad de las originales. “Autocoverearse” no está a la altura de alguien con la carrera de Bosé.
El sonido de la originalidad es imposible de recrear.
Y el “Papitwo” de Miguel Bosé es el ejemplo.