A lo largo de 50 años, Victor y Sally Ganz, una pareja de coleccionistas de bajo perfil de Manhattan, gastaron cerca de dos millones de dólares para conformar su colección con obras de artistas como Picasso y Jasper Johns. Tras su muerte, la colección fue puesta a la venta por sus herederos y ésta alcanzó una cifra que cambiaría el mercado del arte para siempre.
Meses de publicidad de las obras de arte de la mayor calidad demostraron ser un éxito insuperable: en 1997 la casa de subastas Christie’s vendió la colección en 206.5 millones de dólares y el apellido Ganz recibió la bendición del exclusivo mundo del arte para pasar a la memoria como la colección particular más cara de la historia.
La casa de subastas había centrado la venta de la colección en cinco artistas: Pablo Picasso, Jasper Johns, Robert Rauschenberg, Frank Stella y Eva Hesse.
Desde el momento en que Christopher Burge –entonces presidente de Christie’s en Estados Unidos, y subastador de la noche–, abrió la licitación, alrededor de 25 mil personas visitaron la galería para ver la extraordinaria colección.
La del 10 de noviembre de 1997 fue una venta a la que todos querían asistir. Los coleccionistas más importantes del mundo, y los que rara vez van a las subastas, se presentaron. La sala de ventas se convirtió en un mar de cifras millonarias y más del doble de la cantidad promedio de asistentes llenaron cuatro salas de ventas de Christie’s a rebosar.
Cada oficina privada fue alquilada con aparatos de televisión de circuito cerrado para que los clientes más importantes de Christie’s –y que no quisieran ser vistos comprando–, pudieran en la intimidad ofertar en la sala de ventas principal: agentes representando a compradores de todo el mundo estaban deseosos por adquirir una pieza de una de las colecciones de arte moderno más grandes del mundo.
La primera compra que hizo el Sr. Ganz para empezar su colección fue “El sueño” de Picasso, un retrato que hizo el artista de su amante Marie-Thérèse Walter en donde aparece dormida en un sillón. Esta fue la pintura más cara de la noche, vendida en 48.4 millones de dólares a un comprador no identificado.
El Sr. Ganz la había comprado en 1941 por tan solo siete mil.
A diferencia de la mayoría de los coleccionistas de su generación, los Ganz nunca trataron de formar una colección enciclopédica. De hecho, su gusto no siguió una lógica convencional. En lugar de gravitar hacia cuadros bonitos y comerciales, corrieron el riesgo de comprar la obra de artistas que habían pintado durante la Segunda Guerra Mundial y con los años, acumularon la mayor colección de obras de Picasso en Estados Unidos.
El mayor riesgo financiero de los Ganz fue cuando compraron todos los cuadros de la serie de 15 obras de las “Mujeres de Argel” que Picasso había realizado entre 1954 y 1955, por poco más de 200 mil dólares, que después revendieron a distribuidores y museos al darse cuenta que habían gastado más de lo que podían permitirse.
El último y más completo cuadro de esta serie, la “versión O”, se vendió esa noche por 31.9 millones.
Una vez que Picasso empezó a ser demasiado caro para los Ganz, optaron por comprar obras Jasper Johns y Robert Rauschenberg, que también se evaporaron en aquella venta.
Cuando el martillo asignó la última subasta de la noche, el mundo del arte había cambiado para siempre y la subasta de “La colección Ganz” sería considerada desde 1997 como un hito.
¿Porqué fue tan importante? Porque esa noche marcó el momento en que el arte se convirtió en una moneda de cambio.
Las obras de arte pasarían a ser una buena alternativa de inversión para las multimillonarias fortunas que ya habían saturado los mercados inmobiliarios y bursátiles. Pero fue a raíz de la venta de esta colección, que se aceleraría el mercado del arte de una manera que no había ocurrido antes.
Sin embargo, lo que ninguno de los asistentes supo, es que el cuadro más caro de la noche, junto con la gran mayoría de los cuadros de la subasta, ya habían sido adquiridos por alguien más en un acuerdo secreto seis meses antes de la histórica venta.
La historia detrás de la subasta que estableció los estándares del mercado del arte, se puede contar por primera vez gracias a los Panama Papers, los archivos filtrados de la firma panameña Mossack Fonseca, que ponen fin a los rumores de cómo Christie’s arrebató la colección de los Ganz a las casas de subastas rivales.
Venta anticipada
Los archivos de Mossack Fonseca muestran que muchas de las obras de la colección Ganz se vendieron seis meses antes de la subasta de Christie’s a una compañía offshore llamada “Simsbury Internacional Corp”, con sede en una isla en el Pacífico Sur, y administrada por la firma panameña.
La noche de la subasta, la colección recolectó 206.5 millones de dólares, pero las obras habían sido vendidas a Simsbury por un total de 168 millones, según información publicada por el Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación (ICIJ).
La compañía ficticia era controlada por el multimillonario Joe Lewis, que en ese entonces era el hombre más rico de Inglaterra, y quien se había llevado las obras más valiosas de la colección en una reunión privada previa entre los herederos de los Ganz y los agentes de Christie’s.
La publicación de los 11.5 millones de archivos de la firma panameña nos dan una mirada profunda sobra las muchas formas en que las sociedades ficticias se utilizan para ocultar la titularidad de obras de arte.
De hecho, la venta de la colección Ganz es solamente uno de los múltiples casos detrás de la propiedad de obras de arte de alto valor.
Si bien, los Panama Papers no han establecido con claridad el grado en que se están utilizando estas estrategias para manipular los mercados, evadir impuestos o lavar dinero, por el momento, hay tres casos en particular ilustran hasta qué punto las empresas offshore han manipulado este exclusivo mercado.
Vendedores anónimos
Los documentos de Panama Papers revelan que la colección de obras reunidas por Victor y Sally Ganz, se subastó por 206.5 millones de dólares en la venta histórica de 1997, pero que no fue subastada por la familia, sino por un financiero británico que en secreto había comprado el lote.
De acuerdo a los documentos de Mossack Fonseca, Lewis -o más bien, una de sus empresas fantasmas-, era el verdadero vendedor en la subasta, que en “un tipo de asociación con Christie’s” hizo una reventa rápida, antes de que se supiera de la compra secreta, en lo que ahora evidencia la forma en la que el arte está siendo tratado como un producto jugoso.
El evento estableció una cifra para cualquier colección particular. Marcó el comienzo de una nueva era de precios para el arte como trofeo y la pregunta es si las personas que pagaron millones de dólares esa noche, lo habrían hecho si supieran que las obras no venía frescas de la herencia de los coleccionistas que habían pasado medio siglo recorriendo galerías y recolectando joyas de artistas como Picasso, Jasper Johns y Frank Stella.
Como revela el periódico británico The Guardian, las ganancias de la venta de 100 obras, de las 118 que conformaban la colección, serían compartidas con Christie’s si se superaban los 168 millones, se lograron 206.5 millones. El periódico británico no menciona si los herederos de Ganz también obtuvieron beneficio económico de este acuerdo.
Salvar las obras de divorcios millonarios
En 2014, un tribunal suizo otorgó el divorcio más caro de la historia: 4.5 mil millones de dólares que fueron a parar a la cuenta de la mujer del multimillonario ruso Dmitry Rybolovlev, quien había solicitado el divorcio en 2008.
Los documentos dados a conocer por el ICIJ, dicen que Rybolovlev utilizó una sociedad fantasma en las Islas Vírgenes Británicas, creada por Mossack Fonseca en 2002, para mover su colección fuera del alcance de su esposa durante el proceso de divorcio.
El coleccionista ruso ha gastado más de 2 mil millones de dólares en obras de la altura de Leonardo da Vinci y otros maestros del Renacimiento, y la empresa fantasma, era literalmente un ‘mini-Louvre’; con pinturas de Picasso, Modigliani, Van Gogh, Monet, Degas y Rothko, además de muebles estilo Luis XVI, mesas y cajones realizados por algunos de los más importantes fabricantes de muebles de París.
Cuando el matrimonio se dio por terminado, según correos electrónicos recuperados de Mossack Fonseca, Dimitri utilizó “Xitrans Finance Ltd” para mover estas piezas de lujo a Singapur y Londres.
Disputas sobre la propiedad
Los Panama Papers evidencian, una vez más, la manera en que las prácticas fiscales actuales
perpetran la injusticia del mayor saqueo de arte en la historia.
Los tesoros robados durante la Segunda Guerra Mundial son a menudo escondidos con el humo y secretismo que brindan los paraísos fiscales a los propietarios del arte robado por los nazis.
Los documentos señalan que Mossack Fonseca ayudó a una galería de arte de Nueva York a defenderse del reclamo de una obra tomada por los alemanes, después de que el nieto del supuesto dueño iniciara una batalla legal para su devolución.
Durante cuatro años, Philippe Maestracci, ha luchado en los tribunales de Nueva York para que le devuelvan una pintura de Modigliani: “Hombre sentado con un bastón”(1918), que según Maestracci, fue robada en París cuando los alemanes entraron en la ciudad en 1940.
La pintura era propiedad de su abuelo, Oscar Stettiner, un galerista judío que huyó semanas antes de que los nazis entraran a la ciudad, dejando toda su colección de arte en París.
La pintura, valorada en 25 millones de dólares, fue comprada en una subasta en 1996 por el “International Art Center”, una entidad con sede en Panamá, asociada a la familia Nahmad, prominentes comerciantes de arte de origen libanés.
Los Nahmad llevan años negando la propiedad de la obra, y han declarado que sus galerías no tienen nada que ver con la entidad offshore.
Sin embargo, los documentos filtrados revelan otra cosa.
Según los archivos de Mossack Fonseca miembros de la familia Nahmad llevan controlando el “International Art Center” durante los últimos 20 años, e incluso el patriarca de la familia, David Nahmad, ha sido su único propietario desde 2014.
Tras la revelación, la obra fue confiscada en Suiza, donde se encontraba escondida.