Para muchos, la película “Perdidos en Tokio” (2003) marcó el momento en el que se enteraron de la existencia del whisky japonés. En una de las escenas más memorables de la cinta, el personaje de Bill Murray graba un comercial para Suntory, la primera marca en producir whisky de malta en el país. Su primera variedad salió a la venta en 1924.
Este destilado suele relacionarse con Escocia, donde se encuentran las productoras más importantes de la bebida, pero en los últimos años el whisky elaborado en Japón ha ganado prominencia, con medallas de oro en competencias internacionales, y un significativo crecimiento de su exportación.
De hecho, en el 2012, el Yamazaki de 25 años, elaborado por Santory, venció a 300 otros whiskys en el World Whiskies Award, un concurso internacional con cata ciega. Además, según Bloomberg, seis marcas han entrado al mercado estadounidense en los últimos años, y los precios de las botellas han incrementado significativamente.
Todas las variedades de whisky japonés comparten materia prima con las escocesas, pues la cebada malteada más barata y de mejor calidad proviene del país europeo, pero cada una de las siete destilerías de Japón crea su propios sabores, utilizando barriles de diversas maderas y alambiques de cobre.
La principal competencia de Suntory se llama Nikka, destilería creada por el químico Masataka Taketsuru, que comenzó su trabajo como productor de bebidas alcohólicas en la empresa que ahora es su rival. De hecho, Taketsuru jugó un papel importante en el lanzamiento de la primera bebida de Suntory.
Con solo siete destilerías activas, Japón ha conseguido convertirse en un líder en el mundo del whisky, y expertos afirman que esto se debe a su gran variedad de sabores, que van desde los ligeros y florales hasta los ahumados.