El escritor Enrique Ortiz te lleva a vivir la cotidianidad de la gran Tenochtitlán, a través de su nuevo libro

El escritor Enrique Ortiz presenta El mundo prehispánico para gente con prisa, libro que logra ofrecer a los lectores una radiografía de la cotidianidad de los mexicas; desde su alimentación, como la preparación del pozole, el pulque y los tamales; hasta sus prácticas sexuales, insultos, rituales y augurios
José Pablo Espíndola José Pablo Espíndola Publicado el
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A 500 años de la caída de Tenochtitlán, es bien conocida la historia de lo que pasó después, de cómo cambió la vida de las sociedades mesoamericanas, de la evangelización, el surgimiento de la Nueva España, el mestizaje y el nacimiento de un nuevo pueblo que se entrelazó entre varias culturas.

Pero, ¿y antes de eso? ¿Cómo era la vida de las sociedades prehispánicas antes de la Conquista? Para adentrarse en ese mundo poco conocido, el escritor Enrique Ortiz se dio a la tarea de investigar para poder publicar El mundo prehispánico para gente con prisa (Editorial Planeta, 2021), obra que se adentra en el día y la noche de los mexicas.

Desde los saludos, insultos, la alimentación, el trabajo y el comercio, hasta las creencias, la prostitución, las transgresiones sexuales, las disputas, la muerte y los rituales, entre otros tópicos, Enrique Ortiz logra hacer una radiografía de la cotidianidad de la ciudad de Tenochtitlán.

“Lo relevante de este libro es que no sólo nos concentramos en un tema histórico-cronológico, sino en los aspectos de la vida cotidiana, es otra forma de dar una lectura sobre una sociedad que muchas veces es tachada de salvaje, tanto por mexicanos, como por europeos, principalmente, por los españoles”
Enrique OrtizEscritor

El autor asegura que los mexicas están identificados principalmente con dos características; la primera tiene que ver con el sacrificio humano, el sacar corazones; y la segunda con la guerra, la expansión militar que llevaron a cabo.

“Eso es, como mexicanos, en gran medida lo que sabemos de esa cultura que fue dominada y que resistió hasta el final la invasión europea, pero con este libro te das cuenta que no es así, que no era una sociedad salvaje, que no sólo estaba basada en la sangre y en la violencia, en decapitar”, afirma el autor.

El mundo prehispánico para gente con prisa le habla a un mexicano cualquiera, a aquel que no es un erudito, que no es un historiador, le abre una ventana a esta compleja sociedad, la cual era más que violencia, ya que tenía mercados, leyes, normas y roles, incluso, fantasmas, a los que les tenía miedo; también contaban con calendarios, alimentos muy preparados; así, este nuevo libro busca mostrar otra cara de los mexicas.

Enrique Ortiz con ayuda de los grandes

Enrique Ortiz explica que El mundo prehispánico para gente con prisa nace de leer obras de grandes autores, como Historia general de las cosas de la Nueva España, de Fray Bernardino de Sahagún, libro que se escribió en el siglo XVI; las ediciones actuales cuentan con más de 800 páginas

“Este Fraile se dio a la tarea de registrar toda la vida cotidiana, la guerra, la Conquista, los templos, la comida, pero como tú bien sabes es una obra muy voluminosa; hay pocas personas que tienen el interés y el tiempo de poder digerir, comprender de forma completa, este tipo de obras, porque también el lenguaje viene desde el siglo XVI”, asegura el autor.

Ante el reto de leer más de 800 páginas y enfrentarse a un lenguaje complejo, El mundo prehispánico para gente con prisa tiene el objetivo de ofrecer un escrito de divulgación histórica que sea atractivo para gran parte de los mexicanos, sin perder los datos muy importantes de los que pocas veces se hablan.

Para lograrlo el autor ofrece una lectura amable y digerible, con capítulos cortos acompañados de ilustraciones, pero que buscan sembrar la curiosidad y el interés sobre las culturas mesoamericanas, que al final son parte de la historia de México.

“Estamos hablando de al menos un año y medio, de lo que fue empaparme de estas fuentes, de estas obras literarias, por ejemplo, está la de Fray Bernardino de Sahagún, la de Fray Diego Durán, está también la de Bernal Díaz del Castillo y la de Hernán Cortés, estas, por ejemplo, en temas del mercado de Tlatelolco, de cómo hacían la guerra, el armamento que usaban, entonces, fueron varias obras y también leí arqueólogos, historiadores y antropólogos actuales”, comparte Ortiz.

Conforme Enrique iba obtenido la información, se dio a la tarea de seleccionar, haciendo una curaduría, de qué temas serían los más relevantes para un público moderno, cuáles han sido poco compartidos, poco tratados para el público general, por ejemplo, el tema de los augurios, para saber cómo interpretaban ellos estos fenómenos, desde el cantar de una lechuza, hasta que se metiera un zorrillo a su casa; o el tema de la prostitución y de la trasgresión sexual.

“A través de las redes sociales he tenido una fuerte retroalimentación de qué temas son relevantes, ya sea por curiosidad, como el pozole, que siempre es un tema polémico, ya que llama la atención en gran medida de los mexicanos al saber que originalmente se hacía de carne humana”, explica Tlatoani Cuauhtémoc, como es conocido Enrique Ortiz en redes sociales.

Al final, para armar el libro, los criterios fueron que tuviera retroalimentación en redes sociales, que hubieran tenido poca divulgación y que también fueran relevantes, que fueran interesantes para el mexicano moderno.

El libro cuenta con capítulos cortos acompañados de ilustraciones que buscan sembrar la curiosidad y el interés sobre las culturas mesoamericanas

La sorpresa estuvo presente

Si bien desde hace tiempo Enrique Ortiz ha trabajado y conoce estos temas, ya sea por la divulgación que hace a través de sus redes sociales (@Cuauhtemoc_1521) o para la publicación de su primer libro Las Águilas de Tenochtitlán (2020), existen aspectos que siguen asombrando al autor.

“Me sorprendió durante la investigación el tema de cómo se castigaba la ebriedad, me sorprendió que los mexicas tuvieran menos tolerancia con aquellos que violaban las leyes y pertenecían a un estrato alto o de la nobleza”, platica Ortiz.

En el tema de la ebriedad, indica, inmediatamente eran ejecutados, ya fuera un embajador, un diplomático, burócrata, un militar, un sacerdote o un miembro de la familia gobernante; sin embargo,  llama la atención que a los plebeyos, a la gente del pueblo, se les tenía muchísima más tolerancia, incluso, antes de ejecutarlos, le daban otros castigos, como destruirles sus casas, correrlos de su trabajo o quitarles sus tierras y si seguían incidiendo de una forma problemática ya podían proceder con una ejecución.

“Eso es muy interesante, porque te habla de cómo la responsabilidad que tenían los dirigentes sociales dentro de los mexicas o los nahuas era un ejemplo social de comportamiento para toda la sociedad, y eso te lleva a lo que actualmente son nuestras clases gobernantes, donde parece que todo está volteado de cabeza, con los temas de corrupción, tráfico de influencias o desvío de recursos”, considera Enrique.

Otro tema que llamó la atención del autor fu el saber que las mujeres, desde aquellos años, en las sociedades mesoamericanas, se maquillaban y se pudieran teñir o pintar el cabello; eso le pareció impactante, porque, de alguna manera, demuestra el grado de sofisticación que llegaron a alcanzar.

Las mujeres solían ponerse arcilla para blanquearse la cara o conseguir tonos más amarillos, se colocaban color en las mejillas usando la grana cochinilla o utilizaban añil, este pigmento azul, para que su pelo tuviera un color negro azulado.

Además, las prostitutas en Tenochtitlan eran famosas por mascar el chicle en la calle para hacer ruido y llamar la atención de los hombres, algo que explica costumbres que se desarrollaron después donde era mal visto, incluso, después de la Conquista, que las mujeres mascaran chicle en la calle. Así como ese ejemplo, Ortiz encontró muchos más.

“El mismo refrán que dice ‘cundo el tecolote canta, el indio muere, también ese lo usamos mucho y más en provincia y tiene su origen en Mesoamérica, porque en el capítulo de los augurios menciono que el cantar o el ulular de un tecolote en la noche era un mal presagio, de hecho, esos animales eran considerados los mensajeros del inframundo y cuando los escuchabas es que una desgracia iba a pasarte a ti o a tu familia”, comenta el autor.

Así como esos ejemplos, El mundo prehispánico para gente con prisa guarda la historia de más expresiones, alimentos o costumbres que, a lo largo de los años, han conseguido preservarse, claro, con algunos cambios.

Esta lectura es la oportunidad de vivir un día en la gran ciudad de Tenochtitlán.

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