Los rumores comenzaron durante la Semana de la Moda de París, a finales de septiembre, pero nadie los creía. No había manera de que John Galliano, el caído rey de la opulencia y el lujo, fuera a colaborar con Maison Martin Margiela, la casa de la estética abstracta y minimalista.
Pero todo resultó ser verdad. El anuncio oficial se hizo este lunes, y fue más allá que los propios rumores, que proponían a Galliano como un colaborador incidental, ya que fue contratado como director creativo de la marca.
La decisión es, sin duda, extraña. Para empezar, Maison Martin Margiela se caracteriza por ser una casa eminentemente discreta. El fundador de quien vino su nombre jamás dio entrevistas en persona, y el diseñador que lo sucedió tras su retiro en el 2008 trabajó en el anonimato hasta que la periodista Suzy Menkes reveló su identidad este verano.
Incluso en las pasarelas, para que las modelos no distraigan de las obras de arte que son sus prendas, sus caras suelen estar veladas tras máscaras, medias o usando distintos artificios.
Mientras que Galliano está muy lejos de ser un diseñador discreto, y mucho menos anónimo. En el 2011 fue despedido de Dior después de ser captado en video usando terminología racista tras haber bebido de más, y durante su tiempo en la casa francesa se caracterizó por ser un showman.
De hecho acostumbraba agradecer después de los desfiles en atuendos extravagantes.
Quizá lo único más llamativo que su actitud eran sus creaciones. Colores brillantes, estampados, plumas, pliegues y muchísimo volumen eran los sellos de sus prendas, y cada desfile dejaba a los espectadores con la boca más abierta que el anterior.
Margiela, en cambio, es la cuna del minimalismo conceptual. Sus piezas son enigmáticas, casi imposibles de usar en la calle.
Cuando colaboró con H&M para sacar una línea especial, la frase más escuchada en las tiendas era “¿Qué demonios es eso?”. Pero los amantes de la moda compraron cada una de las prendas.
Así que ahora no pueden esperar a que sea enero, cuando Galliano debute con Margiela en un desfile de alta costura que seguramente sorprenderá. Aunque sea porque nadie tiene idea de qué esperar de esta alianza.