El retorno del ‘Ángel exterminador’

El 29 de julio se conmemoran 30 años del deceso de uno de los directores más importantes de la historia del cine, Luis Buñuel, quien es homenajeado en el marco de su aniversario luctuoso, con la proyección de sus películas y la reapertura de la “Casa Buñuel”. 

Hidalgo Neira Hidalgo Neira Publicado el
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El 29 de julio se conmemoran 30 años del deceso de uno de los directores más importantes de la historia del cine, Luis Buñuel, quien es homenajeado en el marco de su aniversario luctuoso, con la proyección de sus películas y la reapertura de la “Casa Buñuel”. 

La embajada de España en México, el Instituto de Cinematografía y Artes Audiovisuales (ICAA), la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID) y la filmoteca de la UNAM, entre otras instituciones, unieron esfuerzos para darle vida al recuerdo del cineasta en las nuevas generaciones, con una serie de actividades que comenzaron a principios de este mes y que terminarán en agosto.

Para hablar más allá del realizador y encontrar a la persona detrás de la silla del director, Reporte Indigo platicó con Arturo Ripstein y Javier Espada, dos cineastas que tuvieron distintas maneras de conocer a Luis Buñuel.

Por separado, ambos compartieron anécdotas personales de Buñuel en el set –y de su paso por el movimiento surrealista–, sus amistades y fijaciones personales.

Las huellas del origen

“Ya está todo dicho, todo lo que ha surgido de Buñuel lo dije (…). Buñuel es uno de los cineastas más apreciados y la literatura sobre Buñuel empezó tarde, sin duda es enorme, la cantidad de cosas que se han escrito sobre Buñuel ya en su periodo de madurez absoluta ha proliferado enormemente (…) Todo está medido en esos títulos, de su participación en la residencia de estudiantes, después en el movimiento del surrealismo, luego su salida de Europa, su ida a Nueva York, sus actividades –muy distantes– durante la guerra, (…) Esto sería interesante conversarlo con alguien que lo sepa, que ciertamente no soy yo, sería Javier Espada, en España”, mencionó Arturo Ripstein, en exclusiva, al cuestionarle sobre Luis Buñuel.

Dos días después y a más de 9,000 kilómetros de distancia Javier Espada, director del Centro Buñuel Calanda y realizador del documental “El último guión: Buñuel en la memoria”, respondió vía telefónica y habló a detalle acerca del cineasta exiliado en México.

Nacido burgués


Luis Buñuel Portolés nació el 22 de febrero en 1900 en el municipio de Calanda, provincia de Teruel, en la comunidad autónoma de Aragón, en España. Fue el primogénito del matrimonio entre Leonardo Buñuel González y María Portolés Cerezuela. Nacido Luis, se trasladaron a Zaragoza, en donde vivió hasta su adolescencia, antes de partir a la Residencia de Estudiantes, en Madrid.

“El nace en una familia burguesa que tiene bastante dinero, su padre ha estado en Cuba durante 25 años y ha regresado de ahí con una fortuna a Calanda, el tiene más de 40 años y se casa con una joven de 17 años”, narró Espada.

Las armas: El legado de su padre

“Buñuel, su afición y su pasión por las armas, la hereda de su padre, al que le habían regalado incluso algún rifle o pistola Remington con su nombre grabado”, agregó Javier.

 “(…) Buñuel llegó a tener una importante colección de armas en México, a él le gustaba disparar, no le gustaba la caza. (…) Buñuel decía que él había perdido el oído por culpa de esa pasión por las armas”, comentó Javier en referencia a que el cineasta disparaba en su despacho a puerta cerrada.

“Leonardo Buñuel, se fue como militar a La Habana, (…) ahí montó una tienda, una ferretería en la que además se vendían armas, (…) estaba en La Habana vieja en la calle Lamparilla, y era una tienda que tuvo mucho éxito que importaba efectos de Europa de América del Norte y ese comercio fue lo que le hizo amasar una importante fortuna, dinero con el que por cierto se produjo la primera película de Buñuel, producida con el dinero venido de Cuba y que la madre de Buñuel le prestó para que hiciera ‘Un perro andaluz’, en París”.

Buñuel antes 
de Buñuel

A mediados de la década de 1920, se trasladó a París y ahí conoció al gran amor de su vida, Jeanne Rucar, con quien se casó nueve años después.  Jeanne fue una atleta consagrada en la gimnasia rítmica, ya que ganó la medalla de bronce en su disciplina en los Juegos Olímpicos de París,  en 1924.

El cineasta Jean Epstein fue el impulsor de Buñuel en la industria del cine, ya que le permitió ser su asistente en las películas “Mauprat” (1926) y “La caída de la casa de Usher” (1928).

“Cuando yo me inscribí, él (Jean Epstein) estaba terminando ‘Les aventures de Robert Macaire’ y ya era tarde para que me admitiera. Cuando terminó la película, un día tomé el autobús y me presenté en los estudios Albatros de Montreuil-sous-Bois. Sabía que estaba preparando otra película, ‘Mauprat’.

Me recibió y le dije:

—Verá, sé que va a hacer una película. El cine me interesa mucho, pero técnicamente no sé nada. No podré serle muy útil; pero no le pido dinero. Deje que barra el decorado y le haga los recados, lo que sea. Me aceptó”.

 –Luis Buñuel, “Mi último suspiro”.

El joven Luis frecuentaba el “Bal Bullier” –que era un lugar de baile– disfrutaba de disfrazarse de monja y salir a la vía pública rumbo a aquel lugar. Su histrionismo le ayudó para interpretar papeles de extra en “Carmen” de Jacques Feyder y “Mauprat”, en 1926.

Buñuel y Dalí: Los protosurrealistas

“Salvador Dalí llega a la Residencia de Estudiantes proveniente de Cataluña, viste de una forma estrafalaria, y es un personaje digamos raro, que tenía una serie de complejos (…) Una broma que le gastaban era pedirle que fuera a comprar una pastilla de jabón, una cosa tan simple. Le costaba trabajo hasta cruzar la calle, (…) y llegaba ahí y pedía con una gran timidez una pastilla de jabón, y al momento que el vendedor le preguntaba: ‘¿Qué jabón desea?’ Pues como él no sabía, huía corriendo, era un personaje sumamente tímido y sumamente creativo”, contó Espada entre risas.

“Antes de que André Bretón fundara el movimiento surrealista, ellos (Buñuel y Dalí) veían el mundo englobando esos elementos que se reivindican en el surrealismo, desde las pulsiones sexuales hasta el mundo de los sueños, por ejemplo, y eso ya estaba presente tanto en Buñuel como en Dalí. Y eso explica esa gran amistad que hubo entre ellos”, apuntó.

En 1929, Dalí y Buñuel reunieron sus pensamientos oníricos para construir lo que ha sido considerado el filme estandarte del movimiento surrealista: “Un perro andaluz”. El título por como se conoce esta obra se eligió por no tener relación alguna con los temas de la película.

El cortometraje de 17 minutos se estrenó el 6 de junio de ese año y su éxito fue tal que se exhibió durante nueve meses consecutivos en París. 

“Son muy amigos al principio, pero esa amistad se trunca cuando Gala entra en la vida de Salvador Dalí. (…) A Buñuel no le cae nada bien, Gala es muy manipuladora en cierto sentido, y se entromete en esa amistad que había entre los dos, y llega un momento en el que ya se distancian”, puntualizó  Javier.

Censura, exilio 
y persecución

Corre la navidad de 1929 y de nuevo Buñuel y Dalí –ya pertenecientes al surrealismo– volvieron al tintero, solo que en esta ocasión, estuvo la fractura llamada Gala Eluard entrometida en su amistad. Después de solo tener seis días de estreno en París, “La edad de oro” fue atacada en donde se exhibió por los grupos de extrema derecha Camelots du Roi y las Jeunesses Patriotiques, acto que hizo que prohibiera su proyección de nueva cuenta. La cinta vivió medio siglo de censura y pudo proyectarse en 1980.

A su vuelta en España filmó “Las Hurdes” (1932), documental que refleja la situación en la que vivía la comunidad homónima de Extremadura. La cinta fue prohibida por la llegada de la Segunda República.

 “Cuando llegó la (Segunda) República, hubo el llamado ‘bienio negro’, un bienio donde ganan las derechas en España y empiezan a quitar todas las reformas que había hecho la República. (…) La película de ‘Las Hurdes’ es prohibida por dar una mala imagen de España (…) Buñuel estuvo colaborando con la República durante la Guerra Civil Española, una de sus colaboraciones fue la realización de una película de montaje muy poco conocida que se titula ‘España leal en armas’ y es un documental creado a partir de lo que estaban filmando los operadores con sus cámaras en los campos de batalla (…) y con ese material Buñuel crea una película con la intención de conseguir el apoyo de las democracias europeas a la causa republicana española, y debiera de haberse producido, sin embargo no se produce. 

“(…) Otra de las contribuciones de Buñuel es en el Pabellón Español de la Exposición Internacional, realizado en París, en 1937, en el cual hay un pabellón muy importante con obras de Miró, fotomontajes de Renau y también hay una pantalla en la que Buñuel proyecta películas, por ejemplo el documental de ‘Las Hurdes’ o ‘España leal en armas’ y otras películas en apoyo de la República. Por cierto, al lado de esa pantalla hay una obra que le encargan a un pintor y que probablemente sea una de las obras más emblemáticas de todo el siglo 20, me refiero a el ‘Guernica’, pintada por Pablo Picasso”, comenta.

“Cuando Buñuel está exiliado en Estados Unidos trabajando en el MOMA de Nueva York, y entonces Salvador Dalí publica ‘Mi vida secreta’ un libro de memorias en el que a Buñuel lo acusa de ateo y comunista, lo que lo obliga a dimitir a Buñuel de su puesto en el MOMA, siendo una de las primeras víctimas del macarthismo. (…) Cuando regresó a España para filmar ‘Viridiana’ (1961), los censores llegaron a cambiar algunas cuantas cosas del guión, lo más sorprendente es que cambiaron el final de la película (…) La importancia de la censura en España es tan grande que tras el premio en Cannes de ‘Viridiana’, fue prohibido el cartón de rodaje”.  El cartón de rodaje era un documento facilitado por la administración una vez presentada su solicitud y superado el trámite de la censura previa del guión.

Arturo Ripstein:
Alumno 
fuera del aula

El hijo del productor Alfredo Ripstein, contó con la fortuna de poder estar cerca en algunos de los rodajes de Luis Buñuel. Arturo Ripstein, director de cintas como “El lugar sin límites” y “Las razones del corazón”, contó en la entrevista sus opiniones y recuerdos.

“Eran amigos (Buñuel y su padre) porque compartían el gusto por las armas, e iban al campo de tiro, (…) lo vi filmar “Nazarín” (1959) de lejos, y luego le pedí permiso como un montón de otros directores de poderlo ver en el rodaje, no había escuela de cine cuando yo empecé”, relata el cineasta.

A sus 16 años, Ripstein tuvo el atrevimiento de un día escapar de su casa e ir y postrarse enfrente de la residencia del cineasta calandino nacionalizado mexicano, y tocar la puerta hasta que Buñuel le abrió, Ripstein le dijo que quería aprender a hacer cine, a ser director como él. Buñuel le respondió con un portazo en la cara, a lo que Ripstein se quedó perplejo. A los minutos “Don Luis” le abrió la puerta y le dijo que pasara, sin saber lo que le depararía al joven 
Arturo.

Buñuel le ofreció un Martini a Arturo, este lo rechazó. “Don Luis” sacó en silencio un proyector y le expuso al futuro cineasta, “Un perro andaluz” en su versión silente. Una vez acabado el cortometraje, lo proyectó por una segunda ocasión, y al terminar, Buñuel le dijo “Ese es el cine que yo hago, ¿Todavía quieres ser director de cine?” A lo que Ripstein respondió “¡Ahora más que nunca!”.

“Estuve en un pedazo de la filmación de “El ángel exterminador” (1962), luego lo visité en “Simón del desierto” (1965) y cuando estaba haciendo “Tristana” (1970) en España y nos veíamos con una cierta regularidad, era lo suficientemente generoso como para permitirme el acceso a su casa. Era un hombre simpático y agradable conmigo, no con todo el mundo, era un hombre generoso conmigo, no con todo el mundo, y cocinaba una esplendida paella”, comenta Risptein.

‘Yo no fui asistente 
de Buñuel’

Desmitificando el desacierto que se pensaba como realidad, Arturo Ripstein aprovechó la charla con Reporte Indigo y aclaró que él jamás fue asistente de Luis Buñuel y enfatizó que eso es una “leyenda 
demencial”.

“Lo que si le puedo decir, es que de todititito lo que se ha dicho, una leyenda demencial es que yo fui asistente de Buñuel, yo no fui asistente de Buñuel nunca, eso es una mentira de Max Aub que lo inventó (…) en un libro que estaba escribiendo que se llamaba ‘Conversaciones con Buñuel’. (…) Es un espléndido libro, con entrevistas, notas y cosas de amigos de Buñuel, conocidos o gente que estuvo cerca etc. Aub inventó que yo había sido su asistente cosa que es absoluta y rotundamente falsa, a mi me ha hecho la vida difícil, porque A) no es cierto, ya me hubiera encantado a mi ser su asistente y B) Todo mundo dice “Pues claro cómo fue su asistente pues es infinitamente menor, entonces me quedé en cineasta menor por un invento de Max Aub”, rectificó el cineasta de 69 años de edad. “No son homenajes, son robos”.

Al cuestionarle a Ripstein acerca de si ha hecho tributos, o las influencias que ha tenido del ahora desaparecido cineasta, Arturo Ripstein respondió: “Le he robado muchísimas cosas, bueno no muchísimas unas cuantas, y es solo uno de los que le robé, le robé a muchos, uno se inspira de donde puede y uno saca instrumentos de donde puede y hay momentos de la vida donde uno confunde a una persona con su desempeño de pronto uno confunde a Luis Buñuel con el cine, o a Kurosawa con el cine, (…) por más que uno ‘robe’, terminas reinterpretando”, añade.

“Lo que más me importó, lo que me pareció más determinante para mi vida, es su actitud ante el trabajo, Buñuel siempre pretendía no hacer concesiones, las hizo y muchas, pretendía, tener una mirada al cine que era ética más que estética, que es tratar de no traicionarse o de traicionarse lo menos posible, esas cosas me importaron muchísimo, es la manera en cómo se enfrenta uno al trabajo y a la obra”, puntualiza el también productor de cine mexicano.

‘Nunca nos 
volveremos a ver’

Arturo Ripstein, comentó la última ocasión en la que vio al cineasta en vida, en su residencia ubicada en cerrada Félix Cuevas #27, Colonia del Valle. Ripstein documentó la afición de Buñuel por preparar bebidas en un documental llamado ‘El naufrago de la calle Providencia”, en 1971.

“Generalmente nos recibía en su bar, en la parte de abajo de su casa, y la última vez que lo vi me recibió en su biblioteca en la parte de arriba de su casa, estaba arropado en una cobija ya muy viejo, muy mal, mal salud y se le veía muy viejo. Más viejo de lo que era. Me dio un abrazo muy fuerte, me dio mi ‘herencia’, tres o cuatro regalos que ahí tengo, es mi ‘museo Buñuel’.

“Me abrazó, me dio un beso, solía darme beso que era cosa rara y me dijo… ‘No nos volveremos a ver’, me dijo: ‘ya vete’. Me fui, llorando por supuesto, y Buñuel se quedó atrás, arropado con su cobija, yo me sentí muy acongojado, y un par de semanas después, había muerto”, cierra Arturo Ripstein.

Las festividades que enmarcan el aniversario luctuoso de este cineasta, buscan acercar a las nuevas generaciones que como bien lo dijo Arturo Ripstein en la entrevista: “Hay que acercarse no solo a Buñuel, sino conocer la historia del cine”. Es decir… conocer más allá de Buñuel.

Círculo de la muerte 

El cineasta tenía una fijación, la muerte era un tema que repetiría con constancia entre sus conocidos, inclusive haciéndoles bromas como fingir su muerte apareciendo inmóvil en el piso. Le gustaba contemplar desde la terraza de su habitación en el hotel “L’aiglon”, el cementerio de “Père-Lachaise” durante horas.

“Buñuel estaba obsesionado con el tema de la muerte, y pensaba que iba a morirse pronto, incluso cuando filma ‘Simón del desierto’, en 1965,  escribe a un amigo en Calanda diciendo: ‘Si me quedaran 10 años de vida volvería a vivir a España, pero bueno, ya estoy enfermo , me voy a morir enseguida…’, le quedaban más de 20 años para su fallecimiento”, dice Espada.

Después de negarse con las siguientes palabras: “Eso solo lo hacen… ¡Yo que sé! Los mayordomos que cuentan intimidades… yo no tengo nada que contar”,  Buñuel aceptó que Jean Claude Carrère escribiera un libro con sus memorias.

México: Un
 nuevo hogar

Luis Buñuel tenía como destino volver a Europa, pero México se interpuso en su camino, el cineasta se quedó aquí para radicar el resto de su vida y realizar una de sus películas más destacadas a nivel mundial, “Los olvidados”.

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