Delicate Steve es el alter ego musical de Steve Marion, un joven músico que prácticamente vive creando sonidos con docenas de pedales de guitarras a su alrededor.
Su talento le ha alcanzado para ser la adquisición más reciente de Luaka Bop, el sello de “world music” que fundó David Byrne –ex Talking Heads– en 1988.
En 2011, Delicate Steve presentó su álbum debut “Wondervisions”, un bizarro pero sumamente atractivo trabajo semi-instrumental de exploración de distorsiones, riffs y guitarrazos acústicos y eléctricos al estilo Deerhoof. El resultado se escuchaba espectacular pero no tuvo gran eco entre los medios y la crítica.
Para contrarrestar este déficit de atención mediático que tienen las bandas de música instrumental, la gente de Luaka Bop se puso creativa y encontraron una salida irreverente con un stunt publicitario infalible: enviaron copias promocionales a los críticos de música con una biografía del grupo un tanto desproporcionada.
Resultó que la disquera contrató a Chuck Klosterman, uno de los escritores de cultura pop más reconocidos, para que escribiera la biografía de la banda bajo condiciones atípicas: plena libertad creativa de hacerlo sin la necesidad de hablar con alguno de sus integrantes y sin escuchar siquiera el álbum. Lo que llamó de inmediato la atención de la crítica, y ¿cómo no? si el texto comienza con la hiperbólica introducción: “Cada 30 o 40 o 500 años, el ADN de la cultura misma emerge de la oscuridad traslúcida de la tierra no tan superficial del underground (…)”.
Hace unas semanas Delicate Steve presentó “Positive Force”, su segundo álbum. Después de dedicar 2010 y 2011 a ser reconocido, 2012 parece ser un buen año para Steve Marion quién trae bajo el brazo a uno de los mejores sonidos que hemos escuchado este año y que muy probablemente se cuele en las listas de lo mejor de 2012.
“Positive Force” es un disco que si lo escuchas en el momento correcto te puede subir el ánimo. El sonido nos hace recordar a lo mejor de Ratatat, pero con los riffs de Dirty Projectors. No hace falta que diga una sola palabra –aunque las dice, en un par de ocasiones–, Steve Marion deja que el sonido de su guitarra hable por él.