Eleanor Friedberger: A nivel personal

Eleanor Friedberger parece un personaje creado por el ingenio de Wes Anderson: anclada en la moda y la estética musical de la década de los 70, con un físico que bien podría encajar en una extraña –pero no tan disparatada– familia, resultado de la combinación de genes entre Patti Smith y Joey Ramone.

En su carrera como solista, la compositora y cantante de 36 años de edad transforma esta melancolía setentera en sonidos que nos hacen recordar a Donovan o Harry Nilsson, pero con un empuje más directo de rock pop. 

Juan Antonio Zertuche Juan Antonio Zertuche Publicado el
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Eleanor Friedberger parece un personaje creado por el ingenio de Wes Anderson: anclada en la moda y la estética musical de la década de los 70, con un físico que bien podría encajar en una extraña –pero no tan disparatada– familia, resultado de la combinación de genes entre Patti Smith y Joey Ramone.

En su carrera como solista, la compositora y cantante de 36 años de edad transforma esta melancolía setentera en sonidos que nos hacen recordar a Donovan o Harry Nilsson, pero con un empuje más directo de rock pop. 

La inconfundible voz de Friedberger –quien además podría calificar como la cantante independiente con la mejor dicción y pronunciación–, se escucha más nítida como solista. No solo eso, también sus letras. 

A diferencia del trabajo psicodélico y cerebral que realizaba junto a su hermano en The Fiery Furnaces, una de las instituciones de culto dentro de la música indie, Eleanor Friedberger se da el lujo de ser cotidiana, ordinaria y hasta banal como solista. 

“Personal record”, su segundo y más reciente álbum, es prueba de ello. La clave está en la ambigüedad de las letras: lo que parece estar sucediéndole a nivel personal (como el nombre del álbum sugiere), en realidad podría ser la historia de cualquiera. Claro que hay un sesgo, Friedberger escribe desde el punto de vista de una mujer, pero eso no impide que nosotros podamos identificar momentos, frases, situaciones y 
experiencias. 

La música es franca, sencilla, lo que hace redondo al álbum: guitarra, batería, bajo, voz y teclados destacan en la mayoría de las canciones, algunas aderezadas con una flauta a la Traffic, un saxofón por ahí o trompetas casi imperceptibles.

“She’s a mirror” es la canción más movida y arriesgada del disco. Metan en la licuadora los momentos más bailables de The Cure con el ritmo de Hall & Oates, más trompetas y un solo de sax. Friedberger dijo en una entrevista que quería escucharse como “Lust for life” de Iggy Pop pero terminó por adoptar un sonido Motown, lo cual hace sentido graciosamente. 

“Stare at the sun”, el primer sencillo de “Personal record”, es una canción veraniega que parece una colección de frases y pensamientos extremadamente felices. Si eres hombre y quieres saber cómo experimentan las mujeres momentos de felicidad eufórica, escucha esta canción. 

El viaje musical del álbum incluye hasta tropicalia, cortesía de “Echo or encore”. Y aunque el cierre suena aguafiestas con una confesión mayúscula como “Other boys”, la tristeza de “Singing time” se transforma en el momento más triunfal del disco, con un cambio de ritmo optimista a mitad de la canción. 

Álbum recomendado

>“Personal record”
Eleanor Friedberger
(Merge; 2013)
120 pesos en iTunes

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