En defensa del cover
Hacer un cover –o una versión– no es fácil. Claro, no es lo mismo componer algo original que "copiar", pero me refiero a que no es fácil hacer realmente una buena versión.
Juan Antonio Zertuche
Hacer un cover –o una versión– no es fácil. Claro, no es lo mismo componer algo original que “copiar”, pero me refiero a que no es fácil hacer realmente una buena versión.
Si no sale bien, se corre el riesgo de que la banda o el artista entre en ese submundo de “bandas tributo”. Y aunque no tiene nada de malo, son raros los casos que trascienden a base de covers –no todos son Weird Al Yankovic.
Para ejemplo de un buen cover, la versión de Jumbo de “Rocket Man” de Elton John. Los regiomontanos se han hecho un nombre desde hace más de 10 años por grandes canciones originales, pero también destacan por ser una banda que coverea bastante bien a The Beatles.
Esta versión de Jumbo entra en la categoría de covers “por nota”, es decir, en donde la estructura de la canción es casi idéntica a la original, con la singularidad de ser tocada por otra banda.
Yo disfruto más de los covers arriesgados, los que deshacen una canción ya conocida para crear una nueva versión con arreglos diferentes.
No soy muy fan de The Darkness –la banda inglesa de glam rock–, pero es imposible pasar de alto el cover que hicieron de “Street Spirit (Fade Out)” de Radiohead. El dramatismo de la canción se llevó a un nivel extremo con los gritos metaleros del vocalista Justin Hawkins.
Otro ejemplo reciente de cover con estilo es la versión de “Dreams” de Fleetwood Mac por The Kills, que forma parte del álbum tributo a Fleetwood Mac “Just Tell Me That You Want Me” que incluye versiones hechas por MGMT, St. Vincent, Washed Out, Tame Impala, entre otros.
Pero nadie como la banda francesa Nouvelle Vague, a mi gusto. Quién hubiera pensado escuchar la música de The Cramps, Bauhaus, Echo & the Bunnymen o The Clash a ritmo de bossa nova. Los dejo con “Ever Fallen In Love?”, original de Buzzcocks en versión de Nouvelle Vague.