Las estrellas musicales no son inmortales. No importa qué tanto nos empeñemos en creer que nuestro artista favorito va a estar ahí en 50 años, lo más probable es que no sea así.
Estuve dos veces a punto de ver a Beastie Boys. Las dos veces cancelaron. El culpable fue el cáncer que se llevó la semana pasada a Adam Yauch. La vida es injusta incluso para las leyendas de la música.
Ese tipo de pérdidas pesa, a pesar de que nunca hayas visto a un artista en vivo. Los conoces a la perfección porque cada uno de los músicos vive en tus oídos todo el tiempo. De cierta manera viven dentro de ti.
En los próximos 15 años vendrá una lluvia de muertes de ídolos musicales. No son malos deseos, es simple matemática y leyes de la vida. Las estrellas de los 60s –tus “stones”, “zepellins”, “whos”– tienen, como todos nosotros, ese futuro.
Así que mientras estén aquí, aprovéchalos.
Ve a ver a Dylan al Pepsi Center, corre al Zócalo si es necesario para ver a McCartney el 10 de mayo. Tu mamá lo entenderá. Es más, no te pierdas la gira de despedida de Vicente Fernández este año, mientras Chente sigue siendo El Rey.
Las grandes estrellas de la música no van a durar para siempre. Hay que saber apreciarlos antes de que le pongan stop al disco.
En la vida no hay “encore”.